Madrid vive el primer aniversario del 11-M, el mayor atentado terrorista perpetrado no sólo España sino también en el resto de Europa: 191 muertos y más de 2.000 heridos. Un mes después de la masacre permanecían ingresadas 46 personas, a los dos meses 18, y a los tres meses nueve. Durante los últimos días de julio y los primeros de agosto se produjeron las últimas altas hospitalarias.
Del total de los 361 pacientes que fueron ingresados por el atentado, 116 no tenían a los seis meses el alta médica definitiva y seguían en tratamiento. Entre los centros donde más pacientes fueron atendidos figuran los hospitales Gregorio Marañón (67), Doce de Octubre (19), La Paz (14) y el Clínico San Carlos (con 8 pacientes).
Los cuadros más frecuentemente diagnosticados fueron fracturas de diversa índole, traumatismos craneoencefálicos, traumatismos acústicos, lesiones oculares, quemaduras y amputaciones traumáticas.
Al margen de la atención hospitalaria especializada de lesiones físicas, la mayor parte de los diagnósticos entre los afectados son trastornos adaptativos, cuadro ansioso depresivo reactivo por un gran trauma pero que suele desaparecer antes de seis meses (con un 38 por ciento), seguidos de trastornos por estrés postraumático (17 por ciento) y de estrés agudos (6 por ciento). En este punto, Francisco Ferre, director de Salud Mental en la Comunidad de Madrid, matiza que, hasta pasado más de un año de la tragedia, Sanidad no podrá hacer un registro de trastornos psiquiátricos derivados específicamente del 11-M, porque la Administración, 'al contrario de otros estudios ya publicados y cuya metodología desconocemos, tiene que seguir una serie de pasos legales que obligan a pedir consentimiento informado a la víctima y que quiera facilitar sus datos, y esto nos va a retrasar muchísimo porque hacer las cosas legalmente no es fácil'.
Hasta pasado más de un año de la tragedia, Sanidad no podrá hacer un registro de los trastornos psiquiátricos derivados del 11-M
Uno de los estudios, en este sentido, vio la luz al semestre de la masacre procedente de la Universidad Complutense. Según el mismo, un 4 por ciento de los madrileños había sufrido estrés postraumático, un 10,9 por ciento ataques de pánico y un 7,5 por ciento depresión. 'Cualquier epidemiólogo sabe que eso no se hace en un mes, entre otras cosas porque hay diagnósticos que no consolidan hasta el año, como el estrés postraumático, o que surge a los seis o siete meses. Otra cosa es que se detecte el estado de ánimo de la gente, no sólo de las víctimas, sino de la población general, el shock, que eso sí creo que refleja bien. Es decir, el 50 por ciento sufrimos un grandísimo shock, y yo el primero, pero es distinto a especificar qué diagnósticos tenemos', comenta.
Según los últimos datos de Salud Mental disponibles a 31 de diciembre, se había atendido a 3.039 personas que han generado 13.683 consultas primeras y sucesivas, lo que significa una incidencia de 5,2 por 10.000. El 60 por ciento son mujeres y el 7,5 por ciento menores de 18 años. 'La mayoría de la gente a las 2 ó 3 consultas se han ido a casa, porque no eran enfermos afortunadamente'. Entre las zonas directamente afectadas, Alcalá de Henares ha sido la primera (22 por ciento), seguida de Vallecas (12 por ciento), Coslada (7 por ciento), Alcobendas (5 por ciento) y Villaverde (4 por ciento).
La respuesta de la Atención Primaria
A medida que ha transcurrido el tiempo, la atención hospitalaria a las víctimas fue cediendo su labor a la Atención Primaria, desde la cual se ha ido atendiendo a los pacientes en base a una tarea tan importante como discreta.
En este sentido, el presidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), Luis Aguilera, destaca la 'actitud de acogida' que brindaron todos los médicos de familia, 'no solamente a las víctimas directas sino también a todos los afectados que les rodean, familiares y amigos', pero sobre todo subraya el hecho de que 'toda la sociedad madrileña y, por supuesto, los médicos que forman parte de ella, no hayan hecho más drama de una tragedia de esta magnitud'. 'Es muy importante 'prosigue el doctor Aguilera' a la hora de abordar cualquier situación de estrés postcatástrofe o de estrés postraumático para las personas que lo han sufrido que puedan interiorizar lo que les ha pasado y que puedan resolver ese duelo y ese estrés, y para ello es fundamental no acentuar el dramatismo sobre lo que ya es de por sí una situación de gran dolor y angustia. Creo que éste ha sido el gran valor y el gran acierto como colectivo de la sociedad madrileña y española y también de todos los responsables políticos y sanitarios'. A partir de esta premisa, esta gran ayuda ha hecho que 'la adaptación a la nueva vida 'normal' de todos los afectados, de los que sufrieron la garra terrorista en ese momento y también de todos sus allegados haya sido, en líneas generales, posible'.
Desde los centros de salud, otro aspecto a subrayar, a juicio del presidente de la semFYC, fue la respuesta sostenida en el tiempo al reto que supone la atención a estos afectados y también la autoformativa por parte del profesional, 'tratando aspectos que facilitan, con medidas de psicoterapia y de abordaje del duelo, que los afectados puedan superar todo esto'.
Los expertos tienen la convicción de que con el tiempo una parte importante de los afectados evolucionará de forma benigna
El doctor Aguilera considera que con el proceso de normalización que se ha seguido en la atención desde todas las perspectivas 'podemos hablar de unas secuelas previsiblemente normales, es decir, el abordaje se ha hecho de una manera que está dentro de lo que hay que hacer desde el punto de vista clínico y científico', sostiene.
Por su parte, Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (SEMERGEN), diferencia entre los primeros días y semanas, cuando los servicios de emergencia hicieron una labor de contención, evacuación, atención y asistencia 'absolutamente inmejorable, como ha quedado demostrado a lo largo del tiempo', y una segunda fase, 'que es la que casi nadie contempla porque parece que es más silente, en la que la labor se traspasa al ámbito de la Atención Primaria, porque es aquí donde llegan las víctimas que han sobrevivido o bien sus familiares, aquejados de cuadros de síndrome de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño, depresivos, etcétera'. Una primera parte, resume, que fue 'la punta del iceberg, con todo el protagonismo mediático, y una segunda, que es el iceberg más oculto'.
Zarco insiste en que 'queda mucho por realizar y se está haciendo, como parte de una labor callada, con estos pacientes que están en nuestras consultas, que demandan una asistencia sanitaria porque se encuentran muy mal'.
José Manuel Solla, presidente de la Sociedad Española de Medicina General (SEMG), enfatiza también la 'excelente respuesta' que dieron entonces, 'y aún hoy están dando', los médicos, 'tanto en Especializada como en Primaria'. 'Fue una reacción magnífica por parte de todos ante una circunstancia extrema', señala. Además, 'se observó una oferta en los días siguientes importante sobre formación en trastornos por estrés postraumático como algo que conformaba una necesidad que no siempre estaba ahí presente y, en este sentido, creo que todas las Sociedades, incluida nuestra, han puesto en marcha monografías y cursos de formación muy convenientes para el abordaje posterior a los pacientes'.
Profesionales desbordados
Tal como considera el presidente de SEMERGEN, el médico de Primaria tiene una buena formación en general, no en la atención a las catástrofes sino en el manejo de las patologías de salud mental. Según palabras del doctor Zarco, pese a ello, 'creo que el profesional se ha encontrado en algún momento algo desbordado, sobre todo en el seguimiento de estas patologías', asegura. En este contexto, 'no se ha producido quizá una coordinación más estrecha entre el ámbito de Atención Primaria y el ámbito de salud mental, no se ha terminado de dar esa colaboración de manera adecuada y favorable'.
El refuerzo operativo con motivo de esta catástrofe nació a raíz del Plan de Salud Mental específico diseñado por la Consejería y dotado con 3 millones de euros con los que se contrataron ex profeso 36 psiquiatras, 17 psicólogos y 9 auxiliares administrativos. También se abrieron dos consultas vespertinas específicas en Alcalá y Vallecas. 'El objetivo era reforzar las plantillas ya existentes en los 36 centros de Salud Mental de Madrid', señala Francisco Ferre. La Administración vio claro desde el primer momento que no se trataba de distinguir a los afectados en el acceso a los recursos sanitarios. 'No se consideró oportuno hacer consultas específicas para no crear, como ocurrió con el síndrome de la colza en España, una mayor victimización de la gente al dotarles de un estatus de afectado que les separa del resto de la Sanidad', observa Ferre.
Además, se puso en marcha hasta junio de 2004 un servicio de atención telefónica del 112 con un psiquiatra y psicólogo por turno para atender las llamadas relacionadas con el atentado y sus consecuencias. En dicho mes, tras tres desde la matanza, sólo se recibieron tres comunicaciones en este número. Asímismo, se abrió una unidad de Salud Mental de intervinientes en la Facultad de Medicina, que aún sigue abierta, con muy poco movimiento, destinada a profesionales que intervinieron en aquella fatídica jornada (profesionales sanitarios, pero también, por ejemplo, taxistas que ayudaron a transportar heridos, o periodistas que cubrieron la información).
Detección en los niños,
espera con los adultos
Otra línea 'muy importante' creada es la destinada a niños y adolescentes. Se puso en marcha una unidad móvil formada en el plano asistencial por dos psicólogos y un psiquiatra que aún ahora está trabajando (ha atendido a 86 niños) por los colegios de las zonas más golpeadas, Alcalá y Vallecas (El Pozo y Santa Eugenia). En este caso se ha optado por una asistencia activa, 'porque de lo que se trata es de detectar, nosotros no esperamos a que nos llamen, porque los niños no expresan claramente sus trastornos, por lo que hay que actuar por presencia, no por demanda'.
Por otra parte, Ferre rechaza algunas críticas respecto a que no se ha llegado a algunos afectados con los recursos asistenciales disponibles: 'en los afectados adultos se trabaja por demanda. Es absolutamente impropio que la salud mental aparezca en la puerta, primero porque la ley de protección de datos no permite acceder a una persona que no es paciente a su casa'.
'Estamos hablando 'prosigue el máximo responsable de la Salud Mental en Madrid? de gente normal que sufre una situación anormal. Esa gente es libre para si quiere pedir ayuda pedirla. Es absolutamente invasivo e impropio llegar a una casa y decir 'hola, somos Avon-salud mental, ¿es usted afectado'?'.
Dispositivo actual
Sin embargo, el dispositivo específico se ha recortado considerablemente, a fecha de hoy, lo que ha motivado críticas de algunos trabajadores y también de los afectados. Ferre lo justifica, basándose en la equivalente caída de la actividad debido a una menor demanda.
El refuerzo que se puso en marcha en abril del pasado año se redujo a un 75 por ciento en octubre y en diciembre al 50 por ciento, que es el que hay actualmente. En ese tiempo se ha pasado de 1.021 nuevos casos en abril, a 46 en octubre y a 22 en diciembre. A su vez, las consultas han caído de 2.204 a 867 y a 580 en estos mismos meses
'No me gustaría que llegaran mensajes descorazonadores a la población, y menos a los médicos, pero estamos por encima de las necesidades, se diga lo que se diga, y vamos a aguantar año y medio, luego veremos cómo cerramos el proceso. Es bastante probable que todo el dispositivo se mantenga hasta junio o julio de 2005', explica el responsable de Salud Mental.
La doctora Elena Villalva Quintana ha tenido contacto directo o indirecto con algunos de los pacientes afectados. Estuvo el 11'M en el tanatorio que se improvisó en Alcalá de Henares, una de las zonas más golpeadas por el atentado, asistiendo a los familiares de los fallecidos. Después ha seguido atendiéndoles en su consulta habitual del centro de salud de la ciudad universitaria.
En cada consulta, día a día, los pacientes afectados le siguen relatando el 11-M. 'Es una de las características del síndrome por estrés postraumático, constantemente reviven la angustia, la ansiedad, siguen soñando algunos de ellos con el tema, siguen sin dormir algunos de ellos, algún paciente todavía no ha conseguido coger de nuevo el autobús para ir a la estación del tren. Por supuesto que siguen teniendo secuelas importantísimas, aunque otros las han superado mejor, o en teoría parece que mejor', observa.
El 11-M y su recuerdo serán, prácticamente, una constante en mucho de los afectados, de manera que 'en un cierto porcentaje de pacientes llega a formar parte de su ser. La mayoría lo superan en un tiempo más o menos largo, dependiendo de las características de cada individuo pero otros lo tienen toda su vida', incide esta doctora, que forma parte del grupo de Salud Mental de SEMERGEN.
La doctora Villalva ha tenido que derivar a algunos de los afectados de nuevo a la Atención Especializada, 'lo que pasa es que el médico de familia con sus pacientes tiene una relación muy particular, porque sabes muchas cosas de ellos, de su antigua vida, de sus proyectos, de sus relaciones con los demás, y con frecuencia prefieren que seas tú el que conozca sus miedos y angustias, y el que le tranquilices y el que les lleves'.
Pequeñas historias de cada paciente
El brutal atentado ha dejado al trasluz pequeñas historias de cada paciente que confirman que el terror no tiene límites y que puede extender sus consecuencias siempre más allá de lo imaginable. Una de las afectadas de Villalba, quedó sorda. La bomba le voló también la mandíbula y le deformó la cara. Esta paciente no lo dudó: se casó y, 'todavía gravísima', se quedó embarazada. Ha sido su forma 'peculiar' de superar el problema, o por lo menos de ponerse en el camino de superarlo.
Ha sido la madre de esta paciente, sin embargo, la más perjudicada. Ella no viajaba en los trenes de la muerte, pero ha sufrido también el impacto de la agresión terrorista. 'Como familiar de una persona que sufrió directamente las consecuencias, la madre es la que tiene el síndrome por estrés postraumático, es la que no puede dormir, la que sueña constantemente con las imágenes que ella veía en la televisión'.
Otra mujer que acude a la consulta de Alcalá de Henares está también afectada pero con una singularidad. Ella era una niña de apenas siete años cuando estalló en España la Guerra Civil, que fracturó al país en dos bandos. A raíz del 11-M, a partir de la detonación de las mochilas bomba, 'ha desarrollado el síndrome por estrés postraumático de la guerra, ha empezado a revivir los bombardeos, a revivir las mutilaciones, a recordar los hechos acaecidos hace decenas de años'.
Los médicos de Primaria, en estos casos, tienden a no recetar mucho. 'Todos sabemos que los ansiolíticos y los benzodiacepinicos no son suficientes en estos casos, teniendose que echar mano a fármacos más modernos como los inhibidores de la recaptación de la serotonina, que sirven muy bien para controlar la angustia y son antidepresivos también'. Pero, por lo general, a lo que se tiende 'es a hablar mucho con el paciente, a que te cuente, si quiere contar, porque nunca hay que exprimirle ni obligarle. No se sabe muy bien a veces qué es mejor 'admite la doctora Villalva Quintana', si quedarse callado o preguntar, porque cada paciente es un mundo, y a unos les va bien de una manera y a otros de otra'.
A medida que ha transcurrido el tiempo, la Atención Primaria ha ido tomando el relevo a la hospitalaria en cuanto a la asistencia a las víctimas
En opinión de esta doctora, lo normal es que con el tiempo una parte de los afectados evolucione de forma benigna. Sin embargo, Villalva no oculta que los problemas de exceso de consultas traban la tensión específica a este colectivo: 'Es difícil atenderlos porque las consultas están sobrecargadas, y son pacientes que requieren tiempo, cuidado y ninguna sensación de impaciencia, pero aun así creo que todos los compañeros procuramos hacerlo lo mejor posible, porque todos nos metemos en cierto sentido en su piel, porque nuestro trabajo es así, somos médicos de familia, es lo que hemos elegido ser'.
En estos días de conmemoración, lo ideal sería una situación en la que el afectado pudiera asimilar las imágenes y los recordatorios sin que padeciera demasiado, 'pero es muy pronto, tremendamente pronto, y habrá, sin ninguna duda, recaídas, cuando empiecen las conmemoraciones los muertos vuelven a caminar', enfatiza esta doctora.
Recaídas por el recuerdo
'Habrá una reacción de aniversario, antes y después de la fecha y volverán a revivir todo lo sucedido y será otro momento para trabajar con ellos', coincide Francisco González, psiquiatra del centro de salud mental de Alcalá de Henares, que trata en su consulta a tres afectados por el 11-M que tuvieron heridas más o menos superficiales. 'Es una letanía volver a ver todas las imágenes traumáticas y todo el horror. Recordar la fecha es inevitable, y ellos también tendrán que acostumbrarse a que el trauma no solamente fue suyo, sino de toda la sociedad. El hacer carnaza de esto sí es brutal para ellos, es muy duro, y sí que habría que tratarlo. Los americanos fueron muy listos y prohibieron la difusión, no hemos visto una sola imagen (del 11-S). Eso no quiere decir que no lo recuerden, pero prohibieron expresamente toda la visión de eso. Son imágenes que te quedan grabadas y luego es muy difícil para nosotros llevarlas bien para que ellos las lleven mejor, son imágenes de mucho trauma y de alto impacto y no ayudan para nada', señala González.
El cuadro más frecuente con que se ha encontrado este especialista es la reacción aguda ante el gran estrés. 'La población es mucho más sana de lo que pensamos y evidentemente hay síntomas porque es lo humano, aunque yo no llamaría síntomas a estar triste o no dormir después de una muerte. Eso no habría que patologizarlo ni pisquiatrizarlo, y la mayor parte de la gente va elaborando esto de una manera bastante sana. Entre la gente a la que le cuesta más trabajo vemos estrés postraumático, pero lo más frecuente no es ser un trastornado, lo más frecuente es ser una persona que esto lo ha llevado como ha podido y que al cabo de unos meses se va diluyendo y lo va integrando en su biografía', subraya.
Pero en el caso concreto de sus tres pacientes, a los que al principio veía tres veces por mes y ahora ya sólo una vez, el diagnóstico ha sido estrés postraumático 'y les cuesta mucho elaborar un zapatazo tan salvaje como ese. El pronóstico que tienen no es horrible pero sí que les va a costar meses elaborar esa herida'.
Desde el punto de vista personal, González reconoce que 'tratar a pacientes con trauma siempre supone un reto, en el sentido de que despiertan de alguna manera y evocan tus propias pérdidas, tus propios medios, la seguridad y la realidad de vivir en un mundo peligroso en ocasiones, o dañino, o éticamente difícil, pero supone, más que un reto, una dificultad y una necesidad de tener que manejarte con sentimientos que habitualmente no tienes que hacerlo'.
Imposible vivir como antes
A juicio de este especialista, la atención a los afectados desde la perspectiva de Primaria no se puede plantear con un límite temporal, porque entonces 'no se resolverá jamás' el problema: 'A gran parte de las personas que iban en esos trenes les quedará una cicatriz, como muchas veces pasa en la vida. ¿Supone que eso te impide hacer la vida como antes? Pues bueno, yo ya no tengo el cuerpo que tenía a los 18 años. Eso no sólo es un problema para mí, evidentemente tengo que adaptarme a la nueva situación. La mayor parte de la gente lo hará. Si entendemos como problema resuelto que las personas vivan la vida como la vivían el 9 de marzo del año pasado, eso, lógicamente, es imposible. Pero creo que la mayoría masticará esto y se adaptará a la nueva situación, aunque siga habiendo cicatriz, y ahí entramos los médicos, a ayudar a que esa cicatriz sea lo menos dolorosa posible'.
El equipo habitual de Psiquiatría del centro de Alcalá de Henares, como el de otros muchos centros de la Comunidad de Madrid, fue reforzado de inmediato por la Consejería de Sanidad madrileña con el fin de acercar lo más posible la atención a los afectados. Entraron una psiquiatra y una psicóloga infantil en horario de mañana y por la tarde otros dos profesionales para adultos y también dos administrativas.
Mientras, otros especialistas como Juan Navia, jefe del Departamento de Anestesiología, Reanimación y Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, son de la opinión de que no necesariamente tiene que haber recaídas psicológicas, ni entre los enfermos ni entre el personal que ese día multiplicó su jornada para echar una mano a los centenares de heridos que acudían incesantemente a los hospitales de Madrid. 'A lo mejor cuando uno tiene que trabajar y hacer las cosas profesionalmente las tiene que hacer y punto final. Otros, y yo también, tenemos desgraciadamente mucha experiencia en accidentes y en atentados terroristas en este Hospital, y en tener que dar malas noticias, y la cara del paciente que ha sufrido el atentado es exactamente igual, aquí no hay atentadores mejores ni atentadores peores. La cara es la misma, las familias son las mismas, y la cara de incredulidad ante algo tan terrible es realmente universal'.
Uno de los hospitales con mayor trabajo esos días fue, precisamente, el Gregorio Marañón, y se puede afirmar que sigue siéndolo. Todavía 47 pacientes acuden a consultas en los siguientes servicios tales como: Oftalmología, Otorrinolaringología, Rehabilitación, Neurocirugía, Neurología, Cirugía Plástica, Psicología, Psiquiatría, Traumatología, Metabolismo y Desarrollo, Cirugía de Tórax, Dolor y Digestivo. La mayoría son pacientes 'cruzados', con varias especialidades inmersas en su evolución. Oftalmología ve aún a tres pacientes, pero Otorrinolaringología pasa consulta todavía a 18. Una de las enfermas está siendo tratada al tiempo en Neurocirugía, Otorrino, Neurología, Psicología y Rehabilitación, cinco especialidades en total para salir adelante. Otros cuatro afectados pasarán próximamente por el quirófano, tres en Otorrinolaringología y el cuarto en Neurocirugía. Sin atreverse a poner tiempo, desde el Gregorio Marañón aseguran que aún queda 'una temporada larga' antes de que se pueda dar el alta médica al conjunto de los 51 afectados.
Los expertos consideran como una línea especial de atención la establecida para niños y adolescentes, con el fin de actuar en ellos 'por presencia, no a demanda'
'Aún me falta mucho'
El afectado que será intervenido por un neurocirujano es Antonio, de 19 años. Será la cuarta vez que acuda a la mesa de operaciones desde ese fatídico 11-M. Viajaba, junto con una amiga que murió en el acto, en el tren que voló por los aires en la calle Téllez. Se le formaron dos coágulos de sangre en el cerebro que le provocaron una hemiplegia. Ahora le pondrán una prótesis en el hueso parietal. Más adelante llegará una nueva intervención para intentar recuperar el tímpano que le perforó la explosión.
Antonio, estudiante de Historia en la Universidad, cree que la atención que han recibido las víctimas ha sido 'por lo general' buena, 'lo que ocurre es que en ningún momento se nos ha tratado a las víctimas con más celeridad que a los demás. Es decir, que si teníamos que esperar un mes para operarnos esperábamos, no teníamos ninguna ventaja, y creo que deberíamos haber tenido alguna'. Casi de un tirón, Antonio resume su estado actual: 'Me ha atendido el psicólogo del hospital, y me sigue atendiendo. Tengo lo normal, dice que la evolución es buena porque podría ser peor. Va a ser muy triste ahora con el aniversario del atentado, y también un poco impresionante, porque tanto yo como las otras víctimas con las que tengo trato nos seguimos acordando de aquello. En realidad, es casi peor que el primer día, el balance es negativo, sigo con secuelas, y aunque me voy recuperando y cada vez estoy mejor, aún me falta mucho. Por supuesto que me va a costar salir adelante'.
Lecciones aprendidas
Sin embargo, con el paso del tiempo, y con la suficiente perspectiva, no todo lo que ocurrió en torno al brutal atentado se desarrolló a la perfección, por lo menos es lo que creen algunos expertos. Así, en opinión de José Luis Casado, secretario de Relaciones Institucionales de la Sociedad Española de Urgencias y Emergencias (SEMES), la valoración general de cómo se reaccionó entonces es 'muy positiva'. 'Como otras muchas veces, ese día sonó el teléfono a las 7:40 h (am) alertando de una posible explosión en Atocha. Así comenzó el operativo asistencial que finalizó una hora y media después (¡90 minutos!), con todos los heridos auxiliados médicamente y evacuados. ¡Qué sencillo!. ¡Qué grandeza!'.
Casi todo funcionó bien, tal como narra Casado, fundamentalmente, por dos motivos que no han sido suficientemente resaltados:
1º La excelente preparación y magnífico entrenamiento de los sanitarios que asisten las urgencias y emergencias.
2º La organización, probada en más de un simulacro, ante situaciones de catástrofes.
Sin embargo, para este doctor, conviene 'extraer varias lecciones' y aclarar el 'casi'. 'La primera es que en España es difícil convencer a nuestras autoridades de que los planes de catástrofes, simulacros y entrenamiento son absolutamente necesarios, imprescindibles. Los simulacros que hemos realizado hasta ahora siempre los planteábamos con un único atentado. A partir de ahora deberemos pensar en atentados múltiples y simultáneos, para evitar que en un primer momento se valorase el que sólo había un atentado y que era en Atocha, por lo que cuando se activaron todos los mecanismos de actuación se hizo pensando en un solo atentado. De alguna manera el que apareciesen después otros atentados en El Pozo, en Santa Eugenia y en Téllez, casi de forma simultánea, nos produjo sorpresa y confusión inicial'.
'La segunda 'prosigue' es que hay que profundizar y ensayar una perfecta coordinación entre todos los dispositivos asistenciales, ya que un atentado con cerca de 200 muertos y 1.647 heridos no puede ser resuelto solamente por un organismo, se requiere la coordinación y colaboración de todos'.
'La tercera es que las comunicaciones se colapsaron y fueron ineficaces bien por sobrecarga o bien porque la policía estableció un manto de protección para evitar que se accionaran nuevos móviles en mochilas con explosivos. Es necesario que los mandos operativos cuenten con sistemas de comunicación eficaces o con redes de comunicación similares a las que utiliza el ejército'.
'La cuarta es que no hay que descartar nunca la posibilidad de atentados simultáneos. A 500 metros de Atocha se encontraba el tren cercano a Téllez y que tardó en recibir las asistencias al menos 45 minutos, ya que se ignoraba su existencia, probablemente por confusión al ser casi simultáneas las explosiones'.
'Y por último y quinta es que hay que tener suficientes puestos médicos avanzados u hospitales de campaña para instalar uno en cada uno de los focos de atentado y poder realizar las primeras atenciones médicas y el necesario triaje si se puede'.
En este sentido, la SEMES va a dirigir un escrito formal al Ministerio de Sanidad sugiriendo la conveniencia de hacer más simulacros, buscar la mejora en las comunicaciones y ensayar la coordinación necesaria de los distintos dispositivos.
Por su parte, Pedro Tenorio, gerente del SUMMA 112, asegura que la actuación de los equipos de emergencia aquella mañana fue 'magnífica y lo demuestran dos presentaciones a nivel internacional. Fue magnífica porque lo importante de estas actuaciones es la coordinación entre todos, y esa coordinación se está poniendo como ejemplo en actuaciones de catástrofes'.