Se puede hablar de hipertensión arterial cuando los valores de presión arterial se sitúan por encima de 140/90 mmHg (milímetros de mercurio), aunque ésta cambia según las circunstancias y el lugar donde se tome. La HTA, explican los expertos, aislada y en situaciones concretas no puede considerarse como algo significativo, aunque sí es relevante cuando se produce una elevación permanente de los valores anteriormente reseñados.
Aunque en sí misma se considera una patología, adquiere mayor gravedad cuando se asocia a otras enfermedades como la diabetes o la hipercolesterolemia. Además, una elevación permanente de la presión arterial se traducen en una situación anómala de las arterias y predispone al sujeto a padecer problemas cardíacos (infarto, angina o insuficiencia cardíaca), renales (insuficiencia renal) y cerebrales (hemorragia o infarto cerebral). Se estima que de cada cuatro muertes por causas cardiovasculares (primera causa de mortalidad en todo el mundo) en más de 2,5 está presente la hipertensión arterial.
La HTA supone, por tanto, un mayor riesgo cardiovascular y por eso, aunque la persona se encuentre bien, deben tomarse medidas para su control.
Causas y prevención de la enfermedad
Las causas de la hipertensión son muy variadas, y van desde la herencia, el sexo, la edad y la raza (factores no modificables) hasta aquellos otros que sí se pueden modificar y que tienen que ver con los hábitos saludables y el estilo de vida: la obesidad, el consumo excesivo de alcohol, tabaquismo, o una vida sedentaria.
En España, y según señala la doctora Nieves Martell, de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y una de las responsables del Club del Hipertenso, 10 millones de personas padecen hipertensión arterial y alrededor de un 30-35 por ciento de los hipertensos no son conscientes de la enfermedad, por lo cual la prevención y las medidas de control son fundamentales.
En más de un 60 ó 70 por ciento de los casos la HTA puede ser tratada y controlada por los médicos del primer nivel, y sólo en los casos de hipertensiones secundarias (que suponen en torno al 5-7 por ciento del total), y en las refractarias se derivan a unidades especializadas.
La dieta y unos buenos hábitos de vida son cruciales para controlar a los pacientes hipertensos. Hay que disminuir el consumo de sodio y alcohol, evitar hábitos tóxicos, reducir la ingesta de calorías si se padece sobrepeso y realizar ejercicio físico. En algunos casos, como en los pacientes con carga genética, la hipertensión no se puede evitar pero sí retrasar.
Para las hipertensiones arteriales consideradas 'ligeras' es suficiente un tratamiento dietético, pero a medida que la HTA se hace más severa se hace necesario el tratamiento farmacológico además de la dieta.
Tratamientos farmacológicos y tipos de medicamentos
Generalmente el médico prescribe un único medicamento para comenzar, y en su elección van a intervenir factores como la edad, el sexo, el peso, el tipo de vida, etc. Esto tiene una gran ventaja, permite comprender sobre qué mecanismo hay que actuar para corregir la hipertensión. Sí al cabo de algunas semanas la tensión arterial no ha descendido bastante, se puede aumentar la dosis del medicamento elegido o cambiar el tipo de fármaco. En caso de no observasrse mejoría se optará por la combinación de medicamentos. Cualquiera que sea la edad del paciente, en la mayoría de los casos (50 ó 60 por ciento), los niveles de tensión se verán mejorados o normalizados con el uso de un solo fármaco. Cuando lo que se utiliza son dos, el número de oportunidades aumenta a 8 sobre 10. Finalmente, si la tensión arterial resiste a tres tipos de medicamentos distintos, el médico puede solicitar un examen más profundo o remitir a un especialista.
Según comentan los expertos, si la HTA persiste y el paciente no tiene enfermedad cardiovascular establecida, es necesario que el médico de A.P. aborde la valoración de su riesgo cardiovascular. Las pruebas pueden ayudar a identificar diabetes, evidencia de daño hipertensivo en corazón y riñones, y causas de hipertensión secundaria como la enfermedad renal. También hay que considerar la necesidad de investigación especializada de pacientes con signos y síntomas que sugieran hipertensión secundaria.
Según se indica en la Guía de Práctica Clínica NICE 2006, el tratamiento hipotensor es válido, incluso si la presión arterial no alcanza el objetivo de 140/90 mmHg o menos con varios fármacos (o si la suma de más fármacos es rechazada o inapropiada).
Algunos pacientes están motivados para hacer cambios en su estilo de vida y quieren reducir o dejar de tomar el tratamiento antihipertensivo. Si poseen bajo riesgo cardiovascular y la PA bien controlada, se les puede ensayar una reducción o incluso la retirada del tratamiento. Deben ser aconsejados sobre estilos de vida y visitados con regularidad, ofreciéndoles información sobre organizaciones de pacientes donde pueden ser asesorados. El hipertenso debe ser revisado anualmente para monitorizar la presión arterial, proporcionarle apoyo y discutir el estilo de vida, los síntomas y la medicación.
La doctora Martell explica que existen seis o siete grandes grupos farmacológicos, y dependiendo del caso concreto y de las particularidades de cada uno se elige uno u otro. Los medicamentos más utilizados son los diuréticos, los betabloqueantes, los calcioantagonistas, los antihipertensivos de acción central, los alfabloqueantes, los inhibidores de la enzima de conversión y los antagonistas de la angiotensina II. La cirugía, como indica la doctora Martell, solo se dirige a los casos raros donde existe una causa localizada y que sea accesible como pueden ser ciertas malfor-
maciones renales, estrechamiento de la aorta, tumores suprarrenales o estenosis de una arteria renal.
La miembro de la Unidad de Hipertensión Arterial del Hospital Clínico San Carlos opina que 'el futuro pasa por el tratamiento individualizado'. Según afirma, 'no todos los pacientes se les trata igual, se elige un fármaco en función del enfermo, y la tendencia es a individualizar el tratamiento, abordando más de un frente, confeccionando un traje a medida'.
El médico de A.P.
En lo que respecta al abordaje de la enfermedad por parte del médico de Atención Primaria, y como se ha reseñado anteriormente, en la mayoría de los casos (casi 7 de cada 10) pueden tratar la enfermedad. Se deben tener en cuenta las necesidades y preferencias del paciente en la atención y el tratamiento, y desarrollar una buena comunicación con el paciente.
Al ser una enfermedad asintomática, es necesario llevar a cabo medidas de prevención y control de la enfermedad. Una forma de controlarse la presión arterial es 'tomarse la tensión' en casa, aunque esto, como recuerda la doctora Martell, tiene que hacerse siguiendo unas normas y un protocolo para que los resultados sean fiables. No obstante, la automedida debe considerarse siempre como un complemento a las consultas con el médico, nunca una sustitución. Deben hacerse varias mediciones y han de realizarse bajo unas condiciones basales determinadas, tal y como se indica desde el Club del Hipertenso: se debe de estar relajado, sentado y con el brazo derecho sobre la mesa, sin que la ropa presione el brazo, con las piernas descruzadas, la vejiga vacía y sin haber comido, fumado, bebido alcohol ni haber hecho ejercicio físico en la media hora anterior a la medición.