El 14 de noviembre es el cumpleaños de Frederick Banting, el médico canadiense al que los libros de Historia, junto con Charles Best, le atribuyen el descubrimiento de la insulina. Y que mejor forma de homenajearle que convertir esta fecha en el Día Mundial de la Diabetes. Eso mismo debieron de pensar la Federación Internacional de Diabetes y la Organización Mundial de la Salud cuando preocupados por el aumento de la incidencia de la diabetes en el mundo decidieron crear este día. El primero se celebró en 1991 y desde entonces millones de personas en todo el mundo tienen año tras año una cita con la lucha contra esta enfermedad.
Cada año el Día Mundial de la Diabetes trata un tema relacionado con esta patología. En esta ocasión y por segundo año consecutivo, le ha tocado el turno a la 'Diabetes en Niños y Adolescentes'. Bajo el lema 'Ningún niño debería morir de diabetes', la campaña liderada por la Federación Internacional de Diabetes quiere incrementar el número de niños que se benefician del programa FID Life for Child, aumentar la concienciación pública sobre los signos de alerta de esta enfermedad, reducir la incidencia de la cetoacidosis diabética y fomentar estilos de vida saludables que ayuden a prevenir la diabetes tipo 2 en niños. Excepto el primero, que va dirigido a países en vías de desarrollo, los otros tres objetivos tienen cabida, y mucha, en España.
Una epidemia mundial
La diabetes es una epidemia mundial de la que no se libran ni niños ni adolescentes. Las cifras son tan sólo el reflejo de una situación alarmante que hay que frenar cuanto antes. La diabetes tipo 1 crece a un ritmo de un 3 por ciento anual en niños y adolescentes y de un 5 por ciento en niños en edad preescolar. Se calcula que en el mundo 70.000 niños menores de 15 años desarrollan diabetes tipo 1 cada año, casi 200 niños al día. Parece probable que la incidencia mundial de diabetes tipo 2 en niños va a aumentar un 50 por ciento durante los próximos 15 años. La que hasta ahora se consideraba una enfermedad de adultos crece a un ritmo alarmante en niños y adolescentes.
En España hay más de dos millones de personas que padecen diabetes. La cifra de por si es preocupante, pero no es el único problema. Si no se le pone remedio en 2025 estaremos hablando de tres millones y no todos sabrán que han caído en las redes de esta enfermedad. Nuestro país sigue al pie de la letra los postulados que la enfermedad marca en todo el mundo y comprobamos con preocupación que la diabetes tipo 2 ya no es sólo cosa de adultos, ahora la conocen, cada vez más, los niños y adolescentes.
Obesidad
No hay una única respuesta al porqué de la que ya se considera una epidemia mundial, pero sí parece que los especialistas tienen claro a quién señalar como principal culpable: el aumento de la obesidad bajo el amparo de una alimentación inadecuada y un ejercicio insuficiente. Y es que en los cuatro puntos cardinales del planeta cada vez son más las personas que consumen alimentos altos en grasas, enormemente procesados y bajos en fibra. Una obesidad que va íntimamente ligada a la aparición de la diabetes tipo 2 en niños. No en vano, la mayoría de los niños, nada menos que el 85 por ciento, con diabetes tipo 2 padece sobrepeso u obesidad en el momento del diagnóstico.
Nada se puede hacer para prevenir la diabetes tipo 1, puesto que es autoinmune, pero lo que sí que puede hacer la sociedad es levantar un muro de protección contra la diabetes tipo 2 manteniendo un peso saludable y siendo físicamente activo. Y es que, tal y como relata el doctor José Javier Mediavilla, médico de familia y coordinador del Grupo de Diabetes de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), 'la diabetes antes era una enfermedad de ricos, pero hoy ya no es ni de ricos ni de pobres'. Es una enfermedad, haciendo referencia a la diabetes tipo 2, de hábitos de vida insanos, sedentarismo, comidas no saludables y la falta de ejercicio, y que están distribuidos por igual en los países desarrollados y en los no desarrollados.
Inmigración
La mejora de las condiciones sanitarias y la menor mortabilidad han envejecido la población, algo que tampoco ayuda a mermar las cifras de diabetes, pues cuanto mayor es la población más casos se dan. Según el doctor Josep Franch, médico de familia y coordinador de la RedGEDAPS de la Sociedad Española de Diabetes (SED), otro de los grandes fenómenos que puede contribuir a la expansión de la diabetes son los flujos migratorios a nivel mundial. Y es que, en aquellos rincones del mundo en los que tradicionalmente ha imperado la hambruna, 'uno de los mecanismos de supervivencia ha sido incrementar la resistencia periférica a la insulina y desarrollar así un hiperinsulinismo que permita aprovechar más los alimentos'.
La diabetes es una afección crónica que exige una monitorización y control continuados
Cuando una persona procedente de estos lugares emigra a países en los que prima el estilo de vida occidental, 'empieza a consumir muchos más hidratos de carbono, principalmente los de tipo refinado, y ya no necesitan hacer tanto ejercicio físico'. Con todo, la obesidad, la diabetes y otras enfermedades metabólicas no tardan en llegar. No en vano, 'este fenómeno ya se ha observado en Estado Unidos, donde determinadas poblaciones emigrantes han visto incrementar su prevalencia de diabetes mellitus hasta en un 500 por cien'.
Esperanza de vida
No hay diabetes leve. Sea del tipo que sea, es una afección crónica y para toda la vida que exige una monitorización y un control continuados. Da igual que se viva bajo el amparo de las comodidades del mundo desarrollado o entre las estrecheces del Tercer Mundo, 'la diabetes y sus complicaciones empeoran no sólo la calidad sino también la cantidad de vida', explica el doctor Franch.
Tal y como relata este médico de Atención Primaria, ha habido tres hitos en la Historia de la diabetes que han ganado el pulso a la enfermedad y han conseguido aumentar esta esperanza de vida. El primero fue el descubrimiento de la insulina,'con ella la gente vivía más'. el segundo, la aparición de los antibióticos, pues gracias a ellos se pudieron tratar las infecciones que tenían estos enfermos. y el tercero fue la creación del concepto de educación diabetológica. Y, es que, cuando el diabético conoce todos los entresijos de su enfermedad y sabe cómo ha de actuar, la supervivencia también mejora.
Cetoacidosis
La educación es fundamental a la hora de reducir complicaciones y salvar vidas. Una enseñanza que se ha de adaptar a las necesidades individuales de cada cual y en la que la edad, la madurez, la fase de la diabetes y el estilo de vida han de marcar las pautas a seguir. Lo ideal es que sanitarios, padres, profesores, trabajadores de las guarderías, otros familiares y el propio niño trabajen juntos por un objetivo común: preparar a los niños y adolescentes para que su futuro esté libre de complicaciones diabéticas.
Un ejemplo claro de la importancia que tiene la educación en esta enfermedad es la campaña de prevención que se llevó a cabo en una provincia italiana para concienciar a la población sobre los síntomas de alerta de la diabetes. Duró ocho años y durante este tiempo la frecuencia de cetoacidosis en la región se redujo, pasando del 78 por ciento al 12,5 por ciento. La cetoacidosis diabética es la principal causa de muerte y discapacidad en niños con diabetes tipo 1 en todo el mundo, fruto de una diabetes tipo 1 no tratada o mal controlada, ya que si no se trata, tiene un índice de mortalidad del 100 por cien.
Información
Los síntomas de la diabetes tipo 1 son visibles y reconocibles (sed excesiva, necesidad de orinar frecuente, apetito constante, pérdida de peso repentina a pesar de estar comiendo bien, cansancio extremo, falta de interés y de concentración, visión borrosa y vómitos y dolor de estómago). El problema es que muchas veces se diagnostica tarde, cuando el niño ya tiene unos niveles muy altos y potencialmente letales de glucosa en sangre, e incluso a veces se confunde con otras cosas, como la gripe o un dolor abdominal. Es fundamental que la sociedad conozca los síntomas de alerta de la diabetes, pues reconocerlos a tiempo puede ser suficiente para evitar las graves consecuencias que puede acarrear la cetoacidosis. No sólo la sociedad sino también la profesión médica se ha de concienciar de que tras estos síntomas puede estar escondida una diabetes tipo 1.
Búsqueda activa
El médico de Atención Primaria juega un papel clave en todos los aspectos de la enfermedad. Más que diagnosticar, ha de sospechar, es decir, 'perseguir el diagnóstico de la diabetes incluso antes de que realmente se diagnostique en la clínica', asevera Josep Franch, pues cuando los síntomas dan la cara, los niveles de glucemia en sangre ya son muy altos. El médico de familia ha de hacer una 'búsqueda activa', especialmente entre los grupos poblaciones que tienen más riesgo de acabar desarrollando la enfermedad, como son, los obesos, los dislipémicos, los hipertensos, los procedentes de regiones 'hambrunas' o los hijos de madres diabéticas.
En opinión del doctor Mediavilla, el médico de AP ha de tener siempre presente que la diabetes tipo 2 ya no es sólo una enfermedad de sujetos de más de 40 años sino que también puede acechar a los niños y adolescentes que pasan por su consulta. Y respecto a la diabetes tipo 1 y su consecuencia potencialmente letal, la cetoacidosis, tener siempre en mente los síntomas que la delatan para que no se confunda con otra patología.
Prevención
Tan importante como sospechar la enfermedad es ayudar a prevenir la aparición de la diabetes tipo 2. La educación diabetológica ha de ocupar un lugar destacado en las consultas de AP, pues uno de sus principales metas ha de ser mostrar a la población los hábitos saludables que se han de seguir para mantener a raya la diabetes tipo 2.
Aunque el control y el seguimiento de la enfermedad recae mayoritariamente en la AP, pero hay ocasiones en las que el especialista toma el control. Cada caso y cada situación es diferente. La decisión 'depende mucho del área y de las capacidades tanto de conocimientos como de medios técnicos que tengan los distintos especialistas', reseña el doctor Franch.
La relación entre medico de AP y los distintos especialistas ha de ser 'constante y cordial', pues el paciente diabético 'no es de un médico determinado', sino que 'tiene que ser atendido por el médico que en cada momento le puede ayudar más'. Por suerte, en nuestro país 'la relación entre los distintos niveles asistenciales es bastante buena y eso beneficia, evidentemente, al paciente diabético', explica este médico de familia.
Relación médico-adolescente
Desde las consultas de AP se puede ayudar a los adolescentes y a sus familias a afrontar, de la mejor forma posible, esta situación. La clave está en concienciar y desdramatizar, explica el doctor Mediavilla. Desdramatizar 'porque hoy por hoy la diabetes es una enfermedad que no tiene cura, pero con las medidas que tenemos para paliar las complicaciones el sujeto puede llevar una vida normal', y concienciar porque va a tener que someterse a unos controles, un tratamiento y unas medidas higiénico-dietéticas adecuadas.
El médico de AP necesita cargar con buenas dosis de paciencia. Para el doctor Franch lo importantes es dar unas directrices claras y tener un poco más de tolerancia. Nunca hay que olvidar que la adolescencia es un periodo difícil por lo que quizás haya que conformarse 'con tener una buena adherencia aunque los resultados no sean tan óptimos como se tenían antes. Una vez pasado este periodo normalmente las cosas vuelven a centrarse'. El profesional sanitario no puede pensar en un único plan diabético apto para todos.