Redacción, Alicante.- Cerca del 15 por ciento de los individuos ingresados en centros penitenciarios españoles sufren coinfección del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y del virus de la hepatitis C (VHC), según ha informado el Grupo de Estudios de Sida (GESIDA). Este elevado porcentaje de presos coinfectados ha hecho que la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), el GESIDA y la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (Seisida) editen la guía "Protocolos de coordinación entre servicios sanitarios penitenciarios y hospitales de referencia", presentada en el V Congreso Nacional de Sanidad Penitenciaria, que se celebra en Alicante.
El libro está coordinado por Enrique Ortega, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Valencia y Pablo Saiz de la Hoya, médico del Centro Penitenciario Alicante 1 y vocal de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria. La iniciativa ha sido patrocinada por GlaxoSmithKline (GSK).
La necesidad de un protocolo de actuación viene marcada, según Saiz de la Hoya, por el programa CAPRI, un programa de calidad avalado por la participación en él de la mayoría de los centros penitenciarios de España, "en el que se determinó como uno de los grandes problemas de calidad asistencial la falta de coordinación entre hospitales y prisiones y la ausencia de estos protocolos".
"La idea surge como fruto de la necesidad de utilizar unos protocolos comunes tanto por los médicos de Sanidad penitenciaria como por los especialistas que trabajamos en los hospitales de referencia", explica por su parte el Dr. Ortega, quien subraya que los protocolos "contemplan aspectos del diagnóstico, seguimiento y tratamiento de los pacientes infectados por el VHC y con infección por el VIH".
Características de la población penitenciaria
La población penitenciaria coinfectada reúne ciertas características que les diferencian de otros estratos afectados por las dos infecciones, lo que sin duda condiciona su tratamiento médico. Según el Dr. Ortega uno de los factores determinantes de esta población es "la falta de adherencia al tratamiento", señalando específicamente la terapia antirretroviral.
Para el Dr. Saiz "el diagnóstico y control de estos pacientes es necesario e importante en las prisiones por varias causas: una, la elevada prevalencia existente. dos, la gran morbilidad y mortalidad que conlleva la historia natural de ambas infecciones y tres, la gran repercusión que tienen en la salud pública debido a la lógica permeabilidad de los centros penitenciarios con la sociedad, repercusión que ha llevado tanto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como a los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de EEUU a considerar clave los centros penitenciarios en el control de estas enfermedades".
Según explica este experto en Sanidad penitenciaria, a toda persona que ingresa en prisión se lo ofrece realizarse una serología del VIH, sífilis y hepatitis B y C, además de un mantoux (cribaje de tuberculosis). "Si el sujeto presenta prácticas de riesgo, además de ofrecérselo, se le recomienda". "Realizadas las serologías y detectada una infección se le ofrece el seguimiento, control y tratamiento si fuera necesario", afirma el Dr. Saiz de la Hoya.
Programas terapéuticos específicos
Sin embargo, estas medidas parecen no ser suficientes para el control de estas dos infecciones en la población penitenciaria española. Así, el Dr. Ortega cree que "ante una situación de esta índole se deben soslayar las dificultades para instaurar el tratamiento de la terapia antirretroviral (TAR) directamente observado en determinados pacientes e implementar programas específicos".
"La complejidad de esta enfermedad, el control y seguimiento de las enfermedades oportunistas y de los tratamientos antirretrovirales, sus efectos adversos e interacciones farmacológicas obliga a que el cuidado de estos pacientes sea llevado a cabo por personal especializado que tenga los conocimientos y los medios adecuados", explica.