El nombramiento del valenciano Bernat Soria como nuevo ministro de Sanidad, anunciado por el presidente Rodríguez Zapatero, el pasado 6 de julio, coincide casualmente en el tiempo con la conmemoración del 30 aniversario de la creación del Ministerio de Sanidad y más concretamente con el nombramiento del primer ministro al frente de dicha cartera, salvando la experiencia de Federica Montseny en plena Guerra Civil, y que le correspondió al abogado Enrique Sánchez de León, quien adquirió dicha responsabilidad a partir del 5 de julio de 1977.
Y aunque, a simple vista, 30 años no parecen nada, sí merece la pena hacer un repaso sobre los diferentes avatares con que ha lidiado este Departamento ministerial sobre el que en estos momentos se cierne la duda sobre su utilidad, sobre todo, al comparar su actual actividad con el esquema de funcionamiento que ha tenido durante sus tres primeras décadas de vida.
Por aquel 1977, todavía en España no se pronunciaba con confianza la palabra democracia, sino que se hablaba de transición cuando fue aprobado un decreto, bajo el Gobierno de Adolfo Suárez, se permitió la reorganización de la Administración del Estado y con el que aparece la creación del Ministerio de Sanidad. Fue el RD de 4 de junio de 1977 que, en su artículo 4, disponía la creación del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social y también su organigrama. Se le dotó de Subsecretaría y Secretaría técnica de departamento y asumió los órganos que hasta entonces gestionaban la Sanidad: Dirección General de Sanidad del Ministerio de Gobernación. Subsecretaría de la Seguridad Social. y una comisión mixta de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social.
Esta institución por la que han pasado ya 'con el actual' 15 ministros, tuvo que enfrentarse, al poco de arrancar, con el escándalo del síndrome tóxico. y más adelante con el miedo y el desconocimiento producido por los primeros casos de sida. con enfermedades reemergentes como la tuberculosis, con el síndrome de las vacas locas y con la amenaza fantasma de la gripe aviar. Pero también con pacientes airados y bien informados que igual salen a la calle a pedir vacunas contra la meningitis que critican la gestión sanitaria, las actuaciones médicas o la no construcción de un hospital. sin dejar de lado las reivindicaciones económicas que todavía están esperando damnificados por el síndrome tóxico.
A este Ministerio le han sacudido huelgas de médicos hospitalarios, manifestaciones (y huelgas) de los MIR y de los MESTOS, protestas de los enfermeros, de los farmacéuticos, errores de actuación de los equipos ministeriales, planes de actuación sanitaria permanentemente incumplidos, repercusiones por el escándalo político del tráfico de influencias que hizo dimitir, incluso, algun vicepresidente de Gobierno. Ha sufrido plantes de consejeros autonómicos, divergencias con los investigadores estrella y momentos de tensión con la industria farmacéutica. Pero en sus despachos y pasillos se ha fraguado un sistema sanitario calificado internacionalmente como el séptimo mejor del mundo.
A conceptos antiguos,
nuevas normativas
Bien es sabido que la mejor forma de cambiar la mentalidad de un país es a golpe de BOE. Pues bien, el concepto de asistencia sanitaria como tal no existía en la España que venía del franquismo, como tampoco había calado el de prevención de la enfermedad. Si había en cambio unos hospitales de alto nivel comandados por unos profesionales con prestigio internacional y con un alto nivel de docencia. Sin embargo, la Sanidad (no existía todavía el concepto asistencia sanitaria) estaba dispersa en diversos servicios y estamentos que, a su vez, dependían de otras instituciones de más alto rango. Aparte de las ya mencionadas del Ministerio de Gobernación y de la Secretaría General de Asistencia Sanitaria de la Seguridad Social, había 16 departamentos ministeriales 'además de los militares' que tenían competencias en este sentido.
En junio de 1977 se procede a la creación del Ministerio de Sanidad del que se responsabilizó en ese momento el abogado Enrique Sánchez de León
La Dirección General de Sanidad que dependía del Ministerio de la Gobernación era el organismo con más competencias: Medicina preventiva, Sanidad ambiental, servicios farmacéuticos, veterinaria y todo un sin fin de centros asistenciales dependientes de la Administración del Estado, tales como centros nacionales, dispensarios, consultorios, enfermedades del tórax, asistencia psiquiátrica'
De la Seguridad Social dependía la asistencia médica, hospitalaria y farmacéutica a los trabajadores y sus familiares. Por otro lado, había competencias en el Ministerio de Educación y Ciencia del que dependían los hospitales clínicos y disfrutaban de sus propias atribuciones sanitarias otros ministerios como Presidencia del Gobierno, Justicia, Hacienda, Industria, Agricultura, Comercio y Vivienda. Para poner fin a este caos surgió en 1977 el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social.
Su primer ministro, de la UCD por supuesto 'era el partido líder en aquellas fechas' fue Enrique Sánchez de León, que ocupó la cartera desde el 5 de julio del 77 al 4 de abril del 79. A él le tocó pugnar por el desarrollo del decreto que dio origen al Insalud (que absorbió al antiguo INP) como entidad gestora de la asistencia sanitaria. También el INSERSO, encargado de la asistencia social y el INEM. Aunque el decano ministro no deja de recordar que fue en el texto de la Constitución donde por primera vez se reconoce el acceso a los servicios de salud como un derecho para todos los españoles como cobertura universal, fue consciente en todo momento de que el principal escollo al que tuvo que enfrentarse, partía, por un lado, de un organigrama anclado en el pasado y, por otro, de adecuar esas estructuras a las nuevas necesidades que aparecían en el moderno diseño democrático. Le tocó bregar con reivindicaciones sociales de todo tipo que, por supuesto, también afectaban el ámbito sanitario, con la estructuración del sistema MIR, con la ordenación de las especialidades médicas y con una ordenación farmacéutica que, a su juicio, era en aquella época inconexa.
Fundamental en su historia como ministro del decreto de 1978 por el que se introducía la figura del copago. Para llevar a buen puerto aquella nave, Sánchez de León no dejó de reconocer que los logros que se sucedieron hubieran sido imposibles sin la colaboración permanente del funcionariado.
Fue a su sucesor en el cargo, Juan Rovira (abril 79-septiembre 80) a quien le tocó constatar el impacto del artículo de la Constitución que hace referencia al derecho de los españoles a una cobertura sanitaria universal, incluida la población inmigrante. Rovira reestructuró el Ministerio y creó la Secretaría de Estado para la Sanidad. al frente de la cual puso al profesor Segovia de Arana, quien fue destituido pocos meses después al igual que los responsables del Insalud. Al poco tiempo se produjeron cambios también en el Gobierno y Rovira es sustituido por Alberto Oliart, quien estuvo apenas seis meses al frente de la cartera de Sanidad y es más recordado por los españoles por su paso al frente del Ministerio de Defensa. A Rovira le tocó vivir la redacción de unas 'líneas generales para le reforma sanitaria' en el Congreso de los Diputados a las que, algunos, consideraron prolegómeno de la posterior gran reforma que supuso la Ley General de Sanidad.
Fueron tiempos difíciles y confusos 'golpe del 23 F incluido' los que les tocó vivir a los ministros Rovira, Oliart y Sancho Rof. Una etapa que contó con la figura de José Barea 'todavía recordado y su opinión respetada en todos los foros sanitarios' que ocupaba la Secretaría de Estado de Seguridad Social y que dimitió por falta de entendimiento con sus colegas de Sanidad. Con ellos se sucedieron, además de los pertinentes cambios en los cargos ministeriales, la aparición y desaparición de las carteras 'Sanidad volvió a reconvertirse en Trabajo, Sanidad y Seguridad Social'. Por fin reaparece, con un nuevo cambio de gobierno, el Ministerio de Sanidad, pero ya esta vez bajo el epígrafe de Sanidad y Consumo. A su frente estuvo, justo un año, Manuel Núñez Pérez, desde el 1.12.81 al 2.12.82. Ya se había producido el cambio al gobierno del Partido Socialista del que dimanó la norma más importante de la moderna historia sanitaria española, la Ley General de Sanidad.
La figura de Ernest Lluch
Cruelmente asesinado por ETA en el año 2000, a Ernest Lluch le tocó llegar a un Ministerio de Sanidad que ya había sido tocado por la resistencia de los médicos a la reciente ley de incompatibilidades. Lluch, economista, nombró a un médico, Pedro Sabando, al frente de la Subsecretaría del ministerio y a otro economista, Francesc Raventós, al frente del Insalud. La trayectoria de los tres no corrió a la misma velocidad dentro del Ministerio.
De cualquier manera, a Lluch se le recordará por ser el artífice de la norma más importante en la historia sanitaria y quizá en la historia social española. Lluch estuvo al frente de Sanidad desde diciembre del 82 a diciembre del 86, y dio el definitivo impulso a una norma que estaba pendiente desde la creación del Ministerio de Sanidad. Con la Ley General de Sanidad se sentaron las bases para que todos los españoles y extranjeros residentes en España gozaran de cobertura sanitaria y supuso dar el paso trascendental para adaptar el sistema sanitario público al 'por entonces' moderno estado de las autonomías.
Con la aprobación de esta norma Lluch consiguió sentar las bases para levantar lo que hoy es el Sistema Nacional de Salud. Esto es, orientar las prioridades en las actuaciones del mismo a la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, extender la atención sanitaria pública a toda la población y guiar la política sanitaria hacia la superación de los desequilibrios sociales y territoriales. Pese a todo, Lluch no se libró de luchar en distintos frentes. En principio, el hecho de ser economista no fue bien visto ni por la OMC ni por las Sociedades Científicas, mientras la CESM no fue tan beligerante como cabía esperar. Se promovió el gran impulso de la Atención Primaria 'hasta tal punto que sus detractores hablaban de una cubanización de la Sanidad pública' y tuvo que bregar con la oposición interna radicada en las distintas perspectivas sobre Sanidad pública protagonizadas por Ciriaco de Vicente y Pedro Sabando, su subsecretario. A partir de la aprobación de la Ley General de Sanidad y con el impulso de la A.P., empezó a fraguarse la especialidad en Medicina familiar y comunitaria y con ella dos sólidas Sociedades Científicas: semFYC y SEMERGEN. Debido a las disensiones internas, Pedro Sabando dimitió como subsecretario y accedió al puesto Carlos Hernández Gil, quien llegó a fraguar una intensa amistad personal con Lluch. Al mismo tiempo que esto pasaba, la etapa de Lluch estuvo marcada por continuos recortes presupuestarios para Sanidad, dado lo cual desde el Paseo del Prado 18 se comenzó a difundir el criterio de que 'el aumento del gasto sanitario no lleva unido indisolublemente una mejora de las prestaciones'.
García Vargas et all
Para sorpresa de propios y extraños, en julio de 1986 se promueven nuevos cambios ministeriales y Julián García Vargas llega al Ministerio de Sanidad. Frente al éxito en la definición del modelo sanitario impulsado por su predecesor, García Vargas cambió de tercio y se refiere insistentemente a la necesidad de poner límite a las prestaciones. Llega el fantasma de los recortes, que siempre subyace en los programas electorales del PSOE 'el modelo mixto de asistencia sanitaria' y aparece el debate social sobre la imposición de tasas disuasorias a los ciudadanos. diatriba que reaparece cíclicamente en todos los debates sanitarios. El PSOE llegó a plantear 'en el denominado Documento de Teruel' el modelo de Sanidad mixta y las tensiones internas condujeron a la destitución por sorpresa de Carlos Hernández Gil y de Félix Lobo, director general de Farmacia quien ya había conseguido moldear el primer proyecto de Ley del Medicamento, que después se modificaría totalmente.
A García Vargas se debe el cambio en el sistema de financiación de la Sanidad pública con mayor aportación del Estado frente a la provisión de fondos de la Seguridad Social.
El artículo constitucional que hace referencia al derecho de los españoles a una cobertura sanitaria universal supuso la reestructuración íntegra del Ministerio.
Cuando el flamante ministro pasó a ocuparse de Defensa le sustituyó Julián García Valverde quien permaneció en el cargo desde marzo del 91 hasta enero del 92. Acogió favorablemente el informe Abril, defendió la profesionalización de la gestión y se apartó de los discursos guerristas que alimentaban la dirección del Ministerio. La publicación de supuestas irregularidades en su gestión al frente de Renfe provocó su dimisión del cargo de ministro.
Se incorporó entonces José Antonio Griñán que ocupó la cartera durante algo más de año y medio y, procedente de la Consejería de Sanidad en Andalucía. Tuvo que hacer frente al afloramiento de una deuda histórica de Sanidad con Hacienda, de 3.245 millones de euros y para frenar el incremento en el gasto sanitario se aprobó el primer decreto de financiación selectiva de medicamentos, con el que se consiguió hacer del año 1994 el de menor gasto farmacéutico de la historia y, gracias a su valoración del Informe Abril, se consiguió dotar de gran autonomía a los hospitales.
Durante la última etapa del Gobierno socialista, una mujer, Ángeles Amador fue ministra de Sanidad entre julio del 93 y mayo del 96. Una etapa marcada por importantes recortes presupuestarios en todos los departamentos. A ella le tocó contribuir a armar la arquitectura del Sistema Nacional de Salud mediante un acuerdo de financiación que separaba esta partida de los presupuestos anuales, para pasar a establecerse cada cuatro años. En el plano normativo, definió legalmente el criterio de universalidad de la asistencia a través de un RD que supuso el primer catálogo de prestaciones de la Sanidad pública.
Llegan los Populares
En 1996, gana las elecciones el Partido Popular y su primer ministro de Sanidad es José Manuel Romay Beccaria (mayo del 96-abril del 2000), procedente de la Consejería de Sanidad de la Xunta de Galicia. Impulsó las denominadas nuevas fórmula de gestión que dieron vida a las fundaciones sanitarias y casi quemaron en su defensa al director general del Insalud, Alberto Núñez Feijoo. se creó la Agencia Española del Medicamento, al frente de la cual se puso a García Alonso y se firmó un importante pacto con la industria que se vio eclipsado por un RD de que rebajaba los precios del medicamento en un 6 por ciento y por la introducción, por primera vez, de la norma que introductoria de los precios de referencia. Otro de los logros atribuibles a esta etapa es la de conseguirse reducir la espera media para cirugía de 210 días a 61.
En abril de 2000 se incorporó Celia Villalobos quien con su talante revoluciona la forma de hacer del Ministerio de Sanidad, lo que produjo no pocos quebraderos de cabeza a algún director general y a los medios de comunicación, sobre todo durante la etapa de la denominada crisis de las vacas locas. A ella se deben la culminación del proceso de transferencias (el 1 de enero de 2002) y la generación de un pacto de estabilidad para el mundo del medicamento, único en la historia del Ministerio. Solucionó la situación de interinidad en que se encontraban unos 100.000 profesionales del SNS, consiguió importantes aportaciones a la investigación biomédica e hizo brillar a fulgurantes estrellas de la investigación que habían resaltado con luz propia allende los mares.
La Ley General de Sanidad sentó las bases para la adaptación del sistema sanitario público al moderno estado de las autonomías
Ana Pastor fue la última ministra de los populares entre julio de 2002 hasta el regreso del PSOE al poder en marzo de 2004. Su tiempo estuvo marcado fundamentalmente por la continuidad en los programas iniciados dentro del Ministerio por su predecesora y las disensiones en el Consejo Interterritorial. Continuó con los pactos de estabilidad para el mundo del medicamento, con el desarrollo del CNIO y la apertura a nuevos criterios como el de atención farmacéutica le ha valido no pocas tensiones con la Organización Médica Colegial. Sin embargo, la labor más importante de Pastor se centró en sacar tres leyes fundamentales y enconadas en el tiempo como la Ley de Cohesión y Calidad, la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias y el Estatuto Marco.
Con la última ministra, Elena Salgado, se han llevado a cabo impactantes acciones de salud pública como la ley antitabaco, se ha suspendido el pacto de estabilidad y se ha abierto el camino a la investigación con células madre. Importante puerta de entrada para el nuevo ministro Bernat Soria, que tiene ante sí unos intensos meses hasta la celebración de nuevas elecciones el próximo 2008.