Son las incipientes consecuencias de un problema que pende casi en exclusiva de la mano del hombre. Y, aun así, cada día avanza imparable. De ahí que ya se empiecen a ver algunos de sus terribles efectos, de los que la OMS se ha hecho eco: aumento del número de muertos por olas de calor, variaciones de la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores y alteraciones de la distribución de los desastres naturales.
Estas repercusiones afectarán de forma desproporcionada a los colectivos más frágiles, encabezados por los niños pequeños, los ancianos, los enfermos, los habitantes sin recursos y las poblaciones más aisladas. La vulnerabilidad también es mayor en las zonas que soportan enfermedades endémicas sensibles al clima, grave escasez de agua y escasa producción de alimentos. los pequeños estados insulares en desarrollo y las regiones montañosas. así como las megalópolis y las zonas costeras de países en desarrollo. Tal es el cariz, que la directora general de la OMS, la doctora Margaret Chan, afirma en un comunicado emitido para la ocasión, que 'todas las poblaciones son vulnerables, pero los pobres son los primeros y los peor afectados. El cambio climático amenaza con un retroceso en la lucha contra las enfermedades, de la pobreza y con un aumento de las disparidades de los resultados sanitarios entre los más ricos y los más pobres. Esto es injusto e inaceptable'.
Así se entiende que la OMS se haya implicado activamente en la causa desde que en 1990 empezara a publicar informes donde ya se describían y evaluaban algunos datos sobre los riesgos sanitarios del cambio climático y su variabilidad. Ya desde el 2000, ha convocado nueve talleres dirigidos a asociados gubernamentales intersectoriales con el objetivo de llamar a la concienciación. También colabora con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un nuevo proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) con objeto de poner a prueba métodos de protección de la salud. Participa en el programa de trabajo de Nairobi sobre las repercusiones del cambio climático y la vulnerabilidad y la adaptación al mismo, gracias a su vinculación con otros organismos especializados, como son la OMM y el PNUMA, y está elaborando marcos de seguimiento y evaluación tanto de medidas relacionadas con procesos (sirva el ejemplo los buenos resultados de las actividades de sensibilización o la cobertura de los males asociados a la cambiante meteorología), como de las conclusiones que traten de mejorar la salud general de la población.
Un reciente documento que la ONU dedica a esta problemática apunta a que los mayores impactos sobre la salud derivados de la misma se dejan sentir en los países en desarrollo
Objetivos para un futuro cercano
Ahora, sin duda, su compromiso ha llegado a la cumbre al destinar el Día Mundial de la Salud al problema. 'Sabemos lo que significa para la salud un clima inestable y cambiante. Olas de calor, tormentas, inundaciones y sequías matan a decenas de miles de personas por año. Enfermedades sensibles al clima tales como las diarreas, el paludismo y la malnutrición proteinoenergética causan ya más de tres millones de defunciones en el mundo. Ni siquiera estas cifras impresionantes reflejan las devastadoras repercusiones sanitarias indirectas previstas como consecuencia de los efectos del cambio climático en las cosechas y la disponibilidad de agua dulce en extensas zonas del mundo', continúa Margaret Chan.
Por ello, el 7 de abril se antoja como una excelente oportunidad para que los organismos internacionales, las organizaciones no gubernamentales, los gobiernos y la OMS establezcan vínculos entre el cambio climático y la salud y otras esferas del desarrollo, tales como el medio ambiente, la alimentación, la energía o los transportes. celebren en los países eventos o actividades que den publicidad a temas relacionados con el impacto sanitario del cambio climático. involucren a la población mundial en los esfuerzos de estabilización del cambio climático. creen campañas de promoción que generen el impulso que obligue a actuar a los gobiernos, a la comunidad internacional, a la sociedad civil y a los ciudadanos. y protejan a las poblaciones pobres y vulnerables de los efectos del cambio climático, especialmente en África. Éstos son los objetivos reales que se ha marcado la OMS en torno a este día. Por tanto, el tema 'proteger la salud frente al cambio climático' trata de centrar los debates mundiales sobre el cambio climático en la salud. Al seleccionar este tema, la OMS reconoce que el cambio climático supone una amenaza creciente para la seguridad sanitaria mundial.
Y es que no se hace difícil averiguar que las repercusiones sanitarias del cambio climático serán raramente reversibles en años o decenios. La buena noticia es que la mayoría de las catástrofes son evitables o controlables. Entre las armas que se han demostrado más efectivas, en este sentido, se encuentran el control de los vectores de las enfermedades, reducir la contaminación producida por los medios de transportes privados, así como el uso eficiente de la tierra y el agua. Es más, la OMS recuerda que muchas de las medidas que contrarrestan el avance del problema son beneficiosas para la salud. Así, si en los países industrializado la bicicleta reemplazase al coche, se bajaría la emisión de gases invernaderos, se mejoraría la calidad del aire y, con ello, la salud respiratoria, y se reduciría el número de muertes prematuras achacadas a los problemas cardiovasculares. Ni que decir tiene que disminuiría el índice de obesidad, una de las peores epidemias en la actualidad, tanto por gasto sanitario derivado del síndrome metabólico como porque ya se está cultivando desde la misma infancia.
Expertos estiman que cada año surge una enfermedad infecciosa provocada por los cambios climáticos
Por todo, se trata de una situación compleja en la que instituciones, organismos y diversas asociaciones científicas encajan como un puzzle a la hora de llamar la atención sobre el problema y apuntar soluciones. Eso sí, aunque el cambio climático es ya un hecho constatado por todos, sus consecuencias sobre la salud humana se miran desde un punto de vista escéptico hasta la más profunda de las consternaciones.
La lucha de los efectos del
cambio climático desde la ONU
El hombre ha liberado CO2 a la atmósfera a través de la quema y cambios en el uso de suelo por más de 500.000 años. Pero el origen del cambio climático se remonta a dos grandes transformaciones en el uso de la energía: la energía hidráulica fue reemplazada por el carbón y 150 años más tarde, llegó el petróleo para los motores de combustión. Sinónimos de riqueza y productividad, a la vez que propulsores del problema. Así se puede resumir el prólogo del Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008: La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido, publicado por el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y firmado por Kemal Dervi y Achim Steiner, administrador y director ejecutivo, respectivamente, del proyecto.
El documento abunda en que si los países desarrollados ya están preparando sus sistemas de salud pública para enfrentarse a futuras crisis climáticas, los mayores impactos para la salud se harán sentir en los países en desarrollo debido a los altos niveles de pobreza y a su poca capacidad de respuesta. Así, las principales epidemias mortales podrían ampliar su extensión: el paludismo ya se cobra la vida de alrededor de un millón de seres humanos todos los años, si bien entre 350 y 500 millones de personas sufren la enfermedad. África asume el 90 por ciento de estas muertes y los niños africanos representan más de 80 por ciento de las víctimas de todo el mundo.
Así, califica de 'asesino silencioso' la contaminación en lugares cerrados producto de la utilización de combustibles sólidos. Y es que cada año mata a 1,5 millones de personas (el equivalente a 4.000 muertes al día), entre ellas niños que no superan los cinco años de edad. En contexto, esta cifra supera el total de víctimas fatales del paludismo y se equipara al número de fallecidos a causa de la tuberculosis.
Por ejemplo, en Uganda se registra cada año entre uno y tres episodios de infecciones respiratorias agudas en niños menores de cinco años. En la India, donde tres de cada cuatro hogares de las zonas rurales dependen de la leña y el excremento de animales para cocinar y calentarse, la contaminación por combustibles biológicos no elaborados explica parte del 17 por ciento de las muertes infantiles. Y en Bangladesh, por ejemplo, se calcula que la electrificación rural aumenta los ingresos hospitalarios en un 11 por ciento aunque evita 25 muertes infantiles por cada 1.000 hogares conectados.
La ONU también alerta de que las sequías y las inundaciones son, en general, un catalizador de problemas sanitarios amplios, incluido el aumento de la diarrea entre los niños, el cólera, diversos problemas dermatológicos y la desnutrición aguda. De hecho, estudios realizados para su informe demuestran que el riesgo de que los niños menores de cinco años enfermen aumentó un 16 por ciento con las sequías y un 41 por ciento con las inundaciones acaecidas entre 1998 y el año 2000 en México central. En África oriental, los maremotos de 2007 crearon nuevos caldos de cultivo para los vectores de enfermedades como mosquitos, generando una epidemia de fiebre del Rift Valley y aumentando los casos de paludismo. En Etiopía, una epidemia de cólera que siguió a las inundaciones extremas de 2006 produjo víctimas fatales y enfermedades generalizadas. Condiciones inusualmente secas y cálidas que se han dado en África oriental se han vinculado a la propagación de la fiebre chikungunya, enfermedad viral que ha proliferado en la región.
En Indonesia, el virus del dengue ha mutado a causa del aumento de las temperaturas, situación que incrementó las tasas de mortalidad durante la estación lluviosa. Asimismo, ya es posible encontrar casos de dengue en altitudes mayores que las comunes, especialmente en América Latina y partes de Asia oriental. En este sentido, durante el 2005 Bangladesh, India y Pakistán experimentaron temperaturas que superaban entre 5º y 6ºC el promedio de la región. Se informó de 400 muertes sólo en la India, aunque de las que no se dieron cuenta podrían superar la cifra.
Eso sí, en los países desarrollados la salud pública no ha quedado inmune. La ola de calor que afectó a Europa en 2003 cobró entre 22.000 y 35.000 vidas, la mayoría personas de edad avanzada. En París, la ciudad más afectada, el 81 por ciento de las víctimas tenía alrededor de 75 años de edad. Se espera, por ejemplo, que la incidencia de las olas de calor en muchas ciudades de Estados Unidos prácticamente se duplique hacia 2050. Hasta el punto de que la mortalidad relacionada con el calor de verano podría aumentar en 55 por ciento en 2020, duplicarse en 2050 y triplicarse en 2080.
De modo que el informe de la PNUD afirma textualmente: 'En la actualidad, se puede esperar efectos sanitarios leves, pero con la certeza de que aumentarán de manera progresiva en todos los países y regiones, y que los efectos más adversos se verán en los países de ingresos bajos'. Al tiempo que dedica unas palabras para la reflexión: 'Las medidas que tomemos hoy con respecto al cambio climático tendrán consecuencias que perdurarán por un siglo o más. Es imposible revertir en un futuro previsible la parte de este cambio causada por las emisiones de gases de efecto invernadero. Los gases que retienen el calor y que enviemos a la atmósfera en 2008 permanecerán allí hasta 2108 y más. Por lo tanto, lo que decidamos hacer hoy no sólo afectará nuestra propia vida, sino aún más la vida de nuestros hijos y nietos'.
El punto de vista
de los científicos
Escéptico y cauto se muestran científicos de la talla de César Nombela, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. 'Pueden existir algunos factores del cambio climático y de la evolución microbiana que estén relacionados. Pero los detalles de lo que hoy llamamos cambio climático todavía están en discusión, en lo relativo a los gases invernaderos y cómo influye la elevación de las temperaturas'. A su juicio, por tanto, no tienen sentido ciertas afirmaciones como que 'creo que no tiene sentido decir que los antibióticos están influidos por el cambio climático'. Sí la biodiversidad, que se ve disminuida.
Sin duda, éstos son dos de los temas más controvertidos: la propagación de infecciones y la resistencia de éstas a los antibióticos tradicionales. 'Son hipótesis que pueden ser verificadas según los casos', dice al respecto. Nombela reconoce, no obstante, que existen ciertos virus que afectan a animales silvestres que están en aumento. 'Pero no se está demostrando que sean patógenos precisamente humanos. Ahora, la evolución de los microorganismos es tan significativa, que las estadísticas de los últimos 30 ó 40 años documentan que existen nuevos patógenos que emergen y otros que están reemergiendo. Pero no es consecuencia del cambio climático. No se puede afirmar', insiste, tajante.
No obstante, en un libro coordinado por este catedrático junto a Fernando Baquero, director del departamento de Microbiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Gail Cassel, vicepresidenta del área de enfermedades infecciosas de Eli Lilly y José Antonio Gutiérrez Fuentes, director de la Fundación Lilly, se precisa que los cambios inducidos por el hombre en la atmósfera, en los ecosistemas de producción de alimentos (como el uso de fertilizantes), las alteraciones de la biodiversidad, los cambios en ciclos elementales como el del nitrógeno o el agua, así como la propagación de contaminantes orgánicos han forzado la evolución de los sistemas microbianos y la aparición de nuevas enfermedades infecciosas. Hasta el punto de que el 12º simposio científico de la Fundación Lilly Cambios ambientales, sistemas microbianos e infecciones, celebrado hace unos meses se lanzó la advertencia de que cada año surge una enfermedad infecciosa provocada por los cambios ambientales. Así, se estima que hoy día existen, al menos, 40 enfermedades desconocidas para una generación atrás, entre ellas, la legionelosis, el virus del Nilo Occidental, el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave o el virus de la gripe aviar. 'Todo ello, supone un grave problema sanitario, sobre todo si lo situamos en el contexto de un mundo globalizado y permeable a las migraciones de todo tipo', en opinión del doctor Gutiérrez Fuentes.
El cambio climático amenaza con un retroceso en la lucha contra las enfermedades y con un aumento de las disparidades de los resultados sanitarios
En este punto coincide el renombrado Nombela. 'No soy alarmista. Soy realista. La amenaza de los microbios permanece. Existen algunos cambios ambientales marcados que afectan a los patógenos, como que los genes resistentes a los antibióticos acaban predominado en los microorganismos dado que los que no poseen estos genes terminan por desaparecer. Esto empieza a estar demostrado, pero en animales. La amenaza microbiana también permanece pero por el movimiento de personas portadoras de patógenos', espeta.
Eso sí, asegura que la emigración de enfermedades infecciosas está bastante controlada en el mundo desarrollado. 'Aunque esto no quiere decir que se pueda bajar la guardia. Sí que existen prácticas higiénico-sanitarias que permiten prevenir el contagio y anticiparse a las epidemias'. En los países en desarrollo, este movimiento natural causa el 30 por ciento de las muertes. De hecho, la OMS recoge en un informe publicado el año pasado que la tuberculosis extremadamente resistente había llegado ya a 37 países, incluidos todos los miembros del G8.
Despunte de patologías neumológicas
Teniendo en cuenta que cada día respiramos 14.000 litros de aire a razón de unas 12 ó 14 veces por minuto. Una cifra que hace pensar la importancia vital que gozan estos gases en el organismo. Siempre que estén limpios, claro. Porque investigadores y clínicos reconocen que el aire contaminado de las ciudades inflama los pulmones y multiplica los ingresos por crisis asmáticas y bronquitis crónica. De hecho, la revista Journal of the American Medical Association ya publicó no hace mucho un estudio de la Universidad John Hopkins de Baltimore, en EEUU, en el que demostró que la exposición del hombre a moléculas finas de contaminación atmosférica aumenta los ingresos hospitalarios debido a enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los científicos dirigieron una investigación entre 1999 y 2002 en la que analizaron una base de datos nacional sobre las tasas de admisión hospitalarias en estos males, además de otras lesiones, sobre 11,5 millones de pacientes de más de 65 años residentes en 204 poblaciones urbanas de más de 200.000 habitantes. Todos ellos vivían a una media de 4,5 kilómetros de un detector de partículas aéreas de 2,5 micras. El resultado fue un aumento a corto plazo de los ingresos para todas aquellas personas expuestas a estas sustancias. Y si evidentemente la polución atmosférica por el tráfico rodado y la combustión del carbón actúan como motor del cambio climático, no resulta difícil averiguar la relación.
El doctor Teodoro Montemayor, jefe del servicio de Neumología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, asegura que un 4 por ciento de la población padece asma, una enfermedad respiratoria que se exacerba en primavera y otoño, 'ya que el polen es un contaminante más y no existen excesivas zonas verdes en las ciudades'. Además, un 9,1 de las personas sufre una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Ambas enfermedades, según Montemayor, se ven perjudicadas 'en momentos de contaminación aguda o de profundo cambio climático'. De hecho, este experto percibe cómo durante esos días 'aumenta la mortalidad y los ingresos hospitalarios'.
Sin embargo, Montemayor deja claro que sólo fuera de España se ha demostrado que exista una relación directa entra la contaminación y la mortalidad, porque las ciudades fluviales de cuencas bajas o las situadas a nivel del mar 'no corren mucho peligro. Sólo hay que tener cuidado con los aumentos bruscos de temperatura'.
Frente a ello, José Castillo Gómez, director del Grupo de Investigación Epidemiología de las Enfermedades respiratorias del también sevillano Hospital Virgen del Rocío apostilla que 'un solo cigarrillo es más peligroso que la contaminación ambiental, ya que el humo concentra la contaminación en las vías respiratorias'. El facultativo cifra en sólo 0,1 por ciento las enfermedades respiratorias asociadas a la contaminación, mientras el 99 por ciento restante las liga al tabaco.
Los dermatólogos, en alerta
Mientras, el doctor Julián Conejo-Mir, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), asegura que el cáncer de piel es la patología que mayor relación guarda con el medio ambiente. Concretamente, con una exposición solar excesiva y desprotegida, tanto porque la persona no utilice cremas de factor solar, como porque el agujero de la capa de ozono no filtra las radiaciones ultravioletas más perjudiciales antes de llegar a la Tierra al encontrarse reducido entre uno o un dos por ciento de grosor. El resultado: la incidencia de melanoma y carcinoma ha crecido un 10 por ciento en la última década. 'Hace 20 años, una persona en la playa se quemaba en 6 u 8 horas de exposición. Hoy, en apenas una o dos horas', asegura.
Según las previsiones lanzadas en el último Congreso Mundial de Dermatología celebrado el pasado mes de noviembre en Buenos Aires, el cambio climático ocasionará un incremento de 30 a 60 días de sol y un aumento de las temperaturas que oscilará entre los tres y los seis grados. De modo que el doctor Conejo-Mir argumenta que 'si los efectos son los esperados, el cáncer de piel será protagonista absoluto del siglo XXI, ya que aumentará al menos un 20-30 por ciento y será de carácter epidémico'.
La ONU calcula que en el mundo, entre 220 millones y 400 millones de personas podrían quedar expuestas a esta grave enfermedad. Además, el 80 por ciento del envejecimiento prematuro también es achacable a los rayos solares, por lo que la AEDV prevé que el cambio climático a largo plazo provoque un mayor número de arrugas, flacidez, manchas, hipersensibilidad o falta de luminosidad.
Investigadores y clínicos reconocen que la contaminación atmosférica multiplica los ingresos por patologías neumológicas
Compromiso con la causa
Pero, sin duda, una de las organizaciones más comprometida con la causa es Greenpeace. De ahí que entre sus acciones figuren como se anunció el pasado mes de noviembre el proyecto Photoclima: un libro con fotografías de Pedro Armestre y Mario Gómez en el que se aborda la potencial sequia del Ebro a su paso por Zaragoza, la desaparición de los naranjales de Valencia y el Glaciar de Monte Perdido (Huesca), la posible inundación de la Manga del Mar Menor (Murcia) o la hipotética destrucción por las llamas del Parque Natural de los Alcornocales, en Cádiz. Además, en su página web cita cifras de la OMS, el PNUMA y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) para denunciar que cada año mueren 150.000 personas a consecuencia del cambio climático y unos 11 millones de niños por enfermedades que se pueden prever con sólo garantizar el acceso al agua potable. Este gesto lo que evitaría que dos millones de menores padezcan anualmente diarreas críticas.
Según apostillan los ecologistas, las vías a través de las cuales el cambio climático termina por afectar a la salud humana incluyen cambios en la gama de organismos que ayudan a transmitir enfermedades infecciosas, más agentes patógenos del agua, menos calidad del agua y del aire, la disponibilidad y la calidad de los alimentos, el desplazamiento de la población, y la desestabilización económica. Por tanto, según el IPCC, se espera una extensión de enfermedades infecciosas. Las olas de calor y la contaminación del aire aumentarán los problemas de salud, ya que serán más frecuentes en intensidad y duración en los próximos años. La incidencia de inundaciones incrementará las diarreas, enfermedades respiratorias, el hambre y la malnutrición. Y la concentración de ozono, los trastornos respiratorios, sobre todo, en personas que ya presentan bronquitis crónica o asma de base.
Objetivos del Día Mundial de la Salud 2008
' Establecer vínculos entre el cambio climático y la salud y otras esferas del desarrollo, tales como el medio ambiente, la alimentación, la energía o los transportes.
' Celebrar en los países eventos o actividades que den publicidad a temas relacionados con el impacto sanitario del cambio climático.
' Involucrar a la población mundial en los esfuerzos de estabilización del cambio climático.
' Crear campañas de promoción que generen el impulso que obligue a actuar a los gobiernos, a la comunidad internacional, a la sociedad civil y a los ciudadanos.
' Proteger a las poblaciones pobres y vulnerables de los efectos del cambio climático, especialmente en África.