Responsables del Gobierno, entre ellos, Elena Salgado y Jesús Caldera, anunciaban el pasado 17 de mayo, la puesta en marcha del denominado "Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud", que incluye diversos protocolos de actuación, dirigidos especialmente…
Responsables del Gobierno, entre ellos, Elena Salgado y Jesús Caldera, anunciaban el pasado 17 de mayo, la puesta en marcha del denominado 'Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud', que incluye diversos protocolos de actuación, dirigidos especialmente a las personas más vulnerables (niños, personas mayores y colectivos desfavorecidos). Esta iniciativa, que se activó el pasado 1 de junio y que estará vigente hasta el próximo 1 de octubre, cuenta con un presupuesto inicial de 2.670.000 euros (de los cuales un millón saldrá de las arcas de Sanidad y el resto de las de Trabajo).
Desde el pasado mes de junio, el Instituto Nacional de Meteorología administra información diaria a Sanidad sobre las previsiones de las temperaturas
Según explicó Jesús Caldera durante la presentación de la iniciativa, una de las principales medidas que incluye el Plan es el desarrollo de programas de identificación de las personas más vulnerables ante las altas temperaturas (sobre todo ancianos solos) por los servicios sociales municipales 'reconociendo a la población diana para poder ofrecerla un servicio de teleasistencia y ayuda a domicilio', lo que no parece objetivo fácil, teniendo en cuenta que, actualmente, existen unos 150.000 españoles que reciben teleasistencia.
El nivel 0 del Plan ministerial estará activado permanentemente todos los años, con objeto de tener al alcance los dispositivos necesarios frente a este problema
Además, ha quedado activado un número de teléfono (el 902 22 22 92), para que los ciudadanos puedan comunicar situaciones de emergencia o recibir información, existiendo también, según ha asegurado la Administración, llamadas periódicas de control sobre la población de riesgo.
También dentro del capítulo de asistencia sociosanitaria, espina vertebral del Plan contra la Ola de Calor, ya que la mayoría de los fallecidos en el pasado año fueron ancianos, están incluidos una serie de convenios de colaboración con Cruz Roja, Cáritas España y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para coordinar las actuaciones de los voluntarios y servicios de asistencia, junto con las comunidades autónomas. En este sentido, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, es de la opinión de que ante una posible crisis como la del pasado año 'la colaboración de todos es imprescindible'.
Pero no sólo resulta importante disponer de información sobre el estado de las personas más vulnerables a una situación de incremento de las temperaturas, sino también saber con antelación cuándo puede producirse un fenómeno meteorológico de este tipo, así como cuál puede ser su intensidad. Por ello, en este Plan participa también el Instituto Nacional de Meteorología, que tendrá que ocuparse de suministrar información diaria a las Administraciones con todas las previsiones de temperatura, especificando los umbrales de riesgo que puedan producirse a nivel autonómico y provincial.
Los autores del Plan han incluido, además, un sistema de información con el fin de comprobar con rapidez cuándo y dónde existen incrementos de la demanda de asistencial sanitaria relacionada con las altas temperaturas, poniendo de manifiesto la necesidad de reforzar los recursos disponibles.
Dentro de este marco de actuaciones, se han establecido ya una serie de 'niveles de intervención'. Así, en un primer nivel se vigilan los indicadores que se consideran más sensibles para evaluar la situación. Dentro de este nivel se incardina también la puesta en marcha de campañas de información a los ciudadanos y a los profesionales sanitarios y servicios sociales.
Así, las campañas en los medios de comunicación, que se intensificarán según apriete el calor, ofrecerán consejos a la población para prevenir los efectos de la exposición a temperaturas elevadas, como beber agua, bajar las persianas, no exponerse directamente al sol y no comer demasiado.
En un segundo nivel, se activará la alerta por la detección de temperaturas que puedan calificarse como de 'ola de calor'. En este caso se adoptarán 'medidas inmediatas de alerta' basadas en avisos a la población e información a los servicios sanitarios para evitar la saturación de los servicios de urgencia. Será entonces cuando toque organizar 'comités de crisis' para coordinar los servicios de detección de personas afectadas para su tratamiento o ingreso, y elaborar informes sobre el impacto de la temperatura sobre la morbilidad y mortalidad. También en ese momento se pondría en marcha un sistema específico de vigilancia epidemiológica, recogiendo del Registro Civil y de los servicios de urgencia toda la información sobre las posibles incidencias.
No obstante, si la situación se agravara todavía más, el Plan incluye el establecimiento de 'las medidas de emergencia que se consideren apropiadas', aunque siempre dentro del marco legal vigente, para disminuir los impactos sanitarios sobre la población, pudiendo implicar a los servicios de Protección Civil y otros medios. No obstante, según aseguró la ministra Salgado, 'en España es muy improbable que se produzca la alerta en este nivel'.
Comisión interministerial
Para garantizar la coordinación de las actuaciones que forman parte del Plan, el Gobierno consideró 'necesario' crear una Comisión Interministerial que, adscrita a la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, cuyo máximo responsable ostenta la presidencia, cuenta con la participación de representantes de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior. la Dirección General del Instituto Nacional de Meteorología, del Ministerio de Medio Ambiente. la Dirección General de Servicios Sociales y Dependencia, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. y la Dirección General de Cohesión del Sistema Nacional de Salud y Alta Inspección del Ministerio de Sanidad y Consumo.
Esta Comisión tiene como principales objetivos elaborar las directrices para el cumplimiento del Plan en la Administración General del Estado. establecer las estrategias preventivas y de control 'que se consideren apropiadas, según las nuevas evidencias'. activar los niveles de intervención mencionados anteriormente. proponer las medidas organizativas, estructurales y preventivas necesarias para evitar o reducir el impacto de los extremos térmicos sobre la salud. y elaborar los planes de evaluación, gestión y comunicación del riesgo. La Comisión tiene previsto reunirse todos los años, a finales de mayo, para analizar los datos disponibles acerca de la posibilidad de las olas de calor, y establecer las medidas de prevención correspondientes.
En definitiva, se trata, según explica la propia Salgado, de 'resolver los problemas antes de que se produzcan, teniendo preparados con el tiempo suficiente todos los mecanismos necesarios de información y coordinación', teniendo claro que 'no se trata de alarmar a la población, sino de prevenir'. En cualquier caso, la máxima responsable sanitaria española admitió que el plan se ha diseñado 'urgentemente', ya que tenía que estar listo 'antes de junio'.
Durante su elaboración se han mantenido contactos con expertos y con los responsables de la Sanidad francesa, pero explicó que 'en España las medidas deben ser diferentes, ya que los centros hospitalarios y las residencias están mejor preparados frente a una ola de calor'.
Protocolos de actuación
En relación con la puesta en marcha del Plan, en su primera reunión, el pasado 1 de junio, la Comisión Interministerial dio el visto bueno a que el Ministerio de Sanidad y Consumo facilite a las comunidades autónomas unos protocolos de actuación con información para los profesionales sanitarios tanto de A.P. como de A.E. y servicios sociales sobre qué hacer ante una posible ola de calor.
En los protocolos, elaborados en colaboración con las Sociedades españolas de Geriatría y Gerontología, Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar
y Comunitaria, Sanidad Ambiental y Epidemiología, se incluye información sobre identificación y definición de posibles grupos de riesgo. recomendaciones y consejos que se pueden suministrar a los pacientes para evitar los efectos de las altas temperaturas. diagnósticos para identificar síntomas y medicamentos, tratamientos, atención especializada y medios asistenciales específicos.
Además, la Comisión puso en marcha el Nivel 0 del Plan, que estará permanentemente activado todos los años del 1 de junio al 1 de octubre, y cuyo objetivo es tener preparados todos los dispositivos por si hubiera que aplicarlos ante una hipotética ola de calor.
También se activó el sistema de comunicación de las predicciones meteorológicas para anticipar con el suficiente tiempo posibles situaciones de riesgo, de modo que desde el 1 de junio el Instituto Nacional de Meteorología (INM) suministra información diaria al Ministerio de Sanidad y Consumo de todas las previsiones de temperatura (máximas y mínimas) para el mismo día y los cinco días siguientes, especificando los umbrales de riesgo que puedan producirse a nivel autonómico y provincial.
Un reciente informe del Instituto Carlos III cifra, finalmente, en 6.500 los fallecimientos por calor durante el anterior verano
De hecho, las predicciones del Instituto Nacional de Meteorología para este verano apuntan a que las temperaturas no serán tan elevadas como las del año pasado, aunque podrían producirse algunos incrementos fuera de lo habitual en lugares específicos, por lo que es preciso tener activadas todas las medidas de prevención. Así, en el caso de que éstas empezaran a subir, la Comisión activaría los restantes niveles previstos en el Plan: nivel 1 (amarillo) de alerta de riesgo y nivel 2 (rojo) de medidas de intervención.
En el nivel amarillo se activaría la alerta por la detección de temperaturas que puedan dar lugar a la existencia de una 'ola de calor'. En ese caso, la Comisión Interministerial adoptaría medidas inmediatas de alerta mediante avisos a la población a través de los medios de comunicación. informando a los servicios asistenciales sanitarios y servicios sociales de los riesgos y de la necesidad de posibles refuerzos de personal, así como de la importancia de no saturar los servicios de urgencia.
El nivel rojo se pondría en marcha sólo si la situación se agrava. Para este umbral, la Comisión establecería las medidas de emergencia que se consideren apropiadas para disminuir los impactos sanitarios sobre la población, no descartando que entre en juego Protección Civil y 'todos los medios' de los que dispone el Gobierno y las comunidades autónomas para estos casos.
Más de 6.000 fallecimientos en España
Uno de los principales caballos de batalla durante la crisis del pasado verano fue la contabilidad de las víctimas mortales por las altas temperaturas. De hecho, el problema sanitario saltó a la luz pública en España cuando las autoridades francesas primero, y las portuguesas después, comenzaron a admitir que la ola de calor estaba provocando miles de muertos en el país vecino, mientras que en España, en un primer momento, sólo las Administraciones autonómicas que, al parecer, facilitaron datos que, sumados, no llegaban ni al centenar de fallecimientos. Por mucho que, como se ha repetido insistentemente, los españoles estén más acostumbrados a pasar más calor que los franceses durante la época estival, la diferencia en las cifras era demasiado abultada. Resultaba evidente que algo anormal estaba ocurriendo.
No obstante, parece ser que, el Ministerio de Sanidad limitó a un centenar el número de víctimas en España, a fecha de 20 de agosto, cuando, acuciados por la presión de la oposición socialista y de otras entidades que ofrecían otros datos (en torno a 2.000 muertos), Pastor dejó sin vacaciones a más de un responsable del Paseo del Prado y se dio cuenta, probablemente demasiado tarde, de la magnitud del problema. Por esas mismas fechas, en el país vecino francés se hablaba ya de 10.000 muertos y las autoridades portuguesas cifraban en 1.300 el posible número de víctimas. No sería hasta el 17 de septiembre cuando el Ministerio ofreció la cifra oficial definitiva: 141 muertos.
Sin embargo, durante la presentación del Plan, la actual ministra, Elena Salgado, reconocía que 'parece razonable que hayan sido bastante más de los 141 cifrados por las autoridades sanitarias'. En concreto, la actual máxima responsable sanitaria española considera que si se hubiera utilizado la metodología de cálculo francesa (que contabiliza las muertes durante el mismo período del año anterior y mide la diferencia), esta cifra hubiera sido muy superior, si bien el método galo es 'un sistema burdo, por el cual se llegó a contabilizar 15.000 fallecimientos'.
De hecho, aunque la cifra oficial ofrecida por el anterior Ejecutivo relacionaba directamente la ola de calor con tan sólo 141 muertes (59 por golpe de calor y 82 debido a patologías previas), un informe elaborado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, hecho público, recientemente, ha desvelado una sobremortalidad en julio y agosto de 2003 cifrada en 6.500 fallecimientos, con un incremento de la tasa de decesos del 8 por ciento respecto a años anteriores.
En concreto, los investigadores ponen de relieve en su estudio, algunos de cuyos datos han hecho públicos la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), un exceso de defunciones de 3.166 fallecimientos en las capitales de provincia en julio y agosto, un dato que extrapolado al resto del país eleva la sobremortalidad a 6.500 decesos (2.300 en junio, 300 en julio y 3.900 en agosto).
Por último, los expertos, encabezados por Ferrán Martínez Navarro, Fernando Simón-Soria y Gonzalo López-Abente, aconsejaban la puesta en marcha de 'un sistema de alerta y control sobre riesgos naturales, en estrecha conexión con el Instituto Nacional de Meteorología'. Consejos que, al parecer, han sido escuchados por los políticos.
Mortalidad superior al 15 por ciento
En su investigación, los expertos del Centro Nacional de Epidemiología parten de la base de que las elevadas temperaturas del pasado verano 'han tenido un efecto en la mortalidad general que ha sido detectado al menos en Francia, Portugal, Gran Bretaña, Bélgica, Alemania e Italia'.
No obstante, advertían de que 'la falta de sistemas de vigilancia específicos y el hecho de que la mortalidad debida al calor no era considerada una prioridad sanitaria, podría hacer que la información difundida sobre los países mencionados sea una subestimación del total de países afectados'.
Tras considerar que la existencia de temperaturas excesivamente elevadas son 'una amenaza para la Salud pública de considerable magnitud', advierten de que a ellas 'se asocian importantes incrementos de mortalidad y hospitalizaciones, cuyo impacto es más importante entre las personas mayores de 65 años', ya que éstas tienen una menor capacidad termorreguladora y un umbral de sudor más alto que las personas jóvenes. En consecuencia, y teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población española y el número creciente de personas que viven en entornos urbanos, donde hay más riesgo porque los edificios y el asfalto liberan calor durante la noche, los científicos concluyen que el impacto de las altas temperaturas tenderá a ser cada vez más importante en nuestro país.
Los planes de las CC.AA.
Además del dispositivo diseñado por el Gobierno, algunas comunidades autónomas han decidido aprobar sus propios paquetes de medidas para hacer frente a una posible 'ola de calor' este verano dentro de ese esquema general, teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, la asistencia sanitaria es competencia directa de los gobiernos regionales. Una de las más destacadas es Madrid, gobernada por el Partido Popular, desde cuyo Gobierno regional se destilan críticas veladas al contenido del Plan estatal.
Esta comunidad puso en marcha en marcha el pasado 15 de junio el denominado 'Plan de Alerta y Prevención de los Efectos de las Olas de Calor', que se mantendrá activado hasta el 30 de septiembre y que contempla, entre otros aspectos, avisar con varios días de antelación a la población y a los dispositivos sociosanitarios de la llegada de altas temperaturas.
Al igual que en el caso del Plan nacional, el dispositivo prevé también que los servicios sociales vigilen de forma especial a la población más vulnerable a este fenómeno, fundamentalmente mayores de 80 años que viven solos, con escaso apoyo social y familiar y/o pocos recursos económicos, así como personas con enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Los responsables sanitarios madrileños califican también de alto riesgo a los mayores que residen en el centro y sur de Madrid, que son las áreas que sufrieron en mayor medida las altas temperaturas el pasado verano y en viviendas sin aire acondicionado. De forma general, los expertos que han participado en la elaboración del Plan madrileño estiman que el riesgo de mortalidad durante las olas de calor acecha especialmente a personas mayores de 75 años, mujeres, con patología respiratoria y cardiovascular.
Por ello, consideran primordial que en los tres o cuatro días que suelen durar estos períodos de elevadas temperaturas el personal de los servicios sociales se vea reforzado para aumentar el número de visitas periódicas que se realizan a las personas en estado más frágil, con el fin de asegurar así su acceso a los cuidados sociosanitarios. Si la salud de esta 'población diana' se agravara por efecto de las altas temperaturas, se la ingresaría en un centro hospitalario para garantizar su correcta hidratación.
Con motivo de la presentación del Plan madrileño, el director general de Salud Pública de la Comunidad, Agustín Rivero, señaló que en el ámbito de la región se contabiliza un 'ligero' aumento de los fallecimientos cuando el termómetro supera los 30 grados centígrados de temperatura máxima, mientras que cuando se registran entre 36,5 y 37 el incremento es 'de gran magnitud'.
Según los técnicos de la Comunidad de Madrid, las cosas empeoran hasta registrar un aumento 'alarmante' de la mortalidad, cuando se registran situaciones meteorológicas caracterizadas por una entrada de viento procedente de la región del Sáhara, lo que hace que la región se vea expuesta a altas temperaturas durante varios días.
Así, y según los datos de la Comunidad de Madrid, en 1991 y 1995, además de en 2003, tuvieron lugar aumentos de la mortalidad de magnitud epidémica asociados a olas de calor. De hecho, el incremento de la mortalidad en esos años fue del 24, 39 y 26 por ciento, respectivamente.
También en el caso de Madrid el Plan incluye la puesta en marcha de una comisión de coordinación, en la que participan en este caso las Consejerías de Servicios Sociales y Medio Ambiente, el Ayuntamiento de Madrid, el Instituto Nacional de Meteorología, la Dirección General de Protección Ciudadana y los Servicios Funerarios, entre otros organismos.
El principal problema apuntado por expertos a la hora de predecir una ola de calor es la variabilidad de fechas en función de las circunstancias y de cada comunidad autónoma
Este órgano existe de forma análoga en otras comunidades que han activado su propio plan siguiendo el esquema de la actuación estatal, como Extremadura, aunque en este caso la comisión estará formada por las Consejerías de Sanidad, Bienestar Social y Presidencia, el Servicio Extremeño de Salud, la Delegación del Gobierno, ONG como Cruz Roja o Cáritas, colegios de farmacéuticos, y las diputaciones, entre otras entidades.
Diversas Consejerías de Sanidad han creado respectivas comisiones en las que están integrados diversos organismos autónomos con el fin de disponer de una actuación coordinada
Más muertos en los próximos años
De cara a los próximos años, parece que, lejos de ser menos frecuentes, las olas de calor como la registrada en Europa el pasado verano serán cada vez más frecuentes e intensas, lo que conllevará inevitablemente un aumento de la mortalidad, al menos si las medidas puestas en marcha por las autoridades no son lo bastante efectivas.
De hecho, según especialistas como Julio Díaz Jiménez, director del Máster de Salud y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), las temperaturas experimentarán un aumento de unos 4 ó 5 grados para el 2050, 'favoreciendo unos efectos en la salud multiplicados por seis'.
Díaz Jiménez, que participó recientemente en Madrid en una conferencia organizada por la Fundación para la Gestión y Protección de Medio Ambiente (FUNGESMA), considera que, según las investigaciones sobre esta cuestión, 'las temperaturas máximas cada vez serán más elevadas y habrá más días de calor en zonas emergidas'. No obstante, vaticinó que, pese al proceso del cambio climático y los aumentos en las temperaturas, 'habrá un proceso de adaptación' en el ser humano.
A juicio de este experto, los efectos del calor se dejan notar a corto plazo en el cuerpo humano (entre uno y tres días), mientras que las consecuencias del frío se aprecian en un período que oscila entre una y dos horas después de producirse el extremo térmico.
Según varias investigaciones al respecto, y de acuerdo también con lo que sostienen las autoridades de la Comunidad de Madrid, existe una temperatura máxima diaria a partir de la cual se observa un 'incremento acusado' de la mortalidad, temperatura que experimenta variaciones, según los lugares y lo acostumbrada que pueda estar la población.
Así por ejemplo, para Madrid esta temperatura sería de 36,5 grados (por cada grado superior a esta cifra la mortalidad aumentaría un 20 por ciento), mientras que en Sevilla ese umbral estaría en los 41 grados (por cada grado más alto la mortalidad se duplica). Además, a juicio de Díaz Jiménez, 'el aumento de la mortalidad también está relacionado con condiciones socioeconómicas y demográficas'.
Este experto apunta, finalmente, que el principal problema a la hora de poder predecir una ola de calor es que estos períodos de elevadas temperaturas suelen darse, generalmente, en diferentes fechas en función de las circunstancias y de cada comunidad autónoma, 'por lo que no se pueden lanzar alertas generales, a nivel nacional' y resulta más aconsejable poner en marcha planes de prevención locales.
Recomendaciones establecidas por la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Consumo
Cuando el clima alcanza temperaturas muy extremas el mecanismo termorregulador se ve alterado fundamentalmente en niños, en ancianos y en personas con alguna patología, pero también en adultos sanos si se exceden en la exposición ambiental.
Por lo que debemos subrayar que todos somos susceptibles de sufrir trastornos ante el exceso de calor aunque presentan mayor riesgo y en consecuencia deben estar especialmente protegidos:
' Los niños menores de 5 años.
' Los ancianos.
' Las personas con patologías previas como hipertensión, diabetes, cardiopatía, obesidad. o las que están tomando alguna medicación o alcoholismo.
El exceso de calor produce pérdida de líquidos y electrolitos como el sodio, potasio, cloro, etc., que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos, pudiendo, en consecuencia, aparecer determinadas dolencias, siendo las más importantes:
1. Calambres, por pérdida de electrolitos.
2. Agotamiento por insolación y ejercicio físico excesivo, que se manifiesta con: malestar, dolor de cabeza, nauseas, vómitos, sed intensa, sensación de fatiga y calambres.
3. Deshidratación con piel y mucosas secas, hipotensión, taquicardia, decaimiento y sensación de postración.
4. Golpe de calor, con problemas multiorgánicos apareciendo: dolor de cabeza, nauseas, vómitos, piel caliente y enrojecida, inestabilidad en la marcha, mareos, adormecimiento de manos y pies, convulsiones y coma.
MEDIDAS QUE SE DEBEN TOMAR
A. Medidas preventivas:
' Aumentar la ingesta de líquidos sin esperar a tener sed para mantener una hidratación adecuada.
' Evitar bebidas alcohólicas o muy azucaradas.
' Evitar comidas muy copiosas, tomar abundantes verduras y frutas, teniendo especial cuidado en su manipulación y limpieza para evitar posibles trastornos digestivos que agravarían el problema.
' No exponerse al sol en exceso ni en horas centrales del día.
' Reducir la actividad física.
' Descansar con frecuencia a la sombra.
' Usar ropa ligera, holgada, preferentemente de fibras naturales y de colores claros, sombrero, gafas y protectores solares para la piel.
' Permanecer en espacios ventilados o acondicionados.
' Prestar especial atención a personas de riesgo.
B. Medidas ante la aparición de síntomas:
' Trasladar al afectado a la sombra, a lugar fresco y tranquilo.
' Hacer que mantenga la cabeza un poco alta.
' Intentar refrescarle mojando su ropa, con compresas de agua fría y bolsas de hielo sobre la cabeza.
' Administrar abundante agua siempre que la persona esté consciente.
' Atención por personal médico.
Población vulnerable
La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha elaborado una tabla con la población que considera vulnerable, identificada principalmente con los que denomina ancianos frágiles, es decir, aquéllos que cumplen alguno de los siguientes criterios:
' Mayores de 80 años.
' Que viven solos, o con escaso apoyo socio-familiar o que conviven con un cónyuge muy mayor o enfermo.
' Con demencia o problemas cognitivos.
' Características de la vivienda (últimos pisos y características de calidad de la edificación).
' Ancianos enfermos o inválidos graves, incluidos los enfermos terminales.
' Ancianos que han sido dados de alta del hospital recientemente.
' Ancianos con tratamientos medicamentosos vitales.
' Ancianos que cobran las pensiones más bajas (en relación con las condiciones de vivienda).
Otros grupos de población de riesgo, independientemente de la edad, son los que presentan las siguientes características:
' Enfermedades preexistentes (cardiovascular, enfermedades respiratorias obstructivas crónicas, renal, diabetes, obesidad mórbida).
' Uso de determinada medicación (anticolinérgicos, barbitúricos, diuréticos).
' Dependencia al alcohol.