El agua es esencial para nuestro
organismo y, por supuesto,
también para la piel.
Nuestro envoltorio natural sufre
cuando no tiene suficiente
agua para lucir fresca y sana.
Áspera, rugosa, sin luminosidad
ni elasticidad, con escamas
y picor; estás son las características
de la denominada
"piel seca" cuya relevancia es
ante todo estética. Afecta tanto
a hombres como a mujeres
y se ha comprobado que algunas
personas tienen mayor
predisposición a la sequedad
cutánea debido a factores genéticos.
Cumplir años también es
un factor que afecta a la piel
seca. Con el paso del tiempo
la piel está mucho menos
elástica que años atrás y la barrera
cutánea, que en épocas
de juventud se alzaba para no
dejar escapar más agua de la
imprescindible, ya no es lo
que era. En contraprestación,
con la piel envejecida el agua
se evapora menos, por lo que
la futura presencia de la piel
seca dependerá del equilibrio
que se consiga.
Por otro lado, algunas enfermedades,
como la dermatitis
atópica, el hipotiroidismo y
otras que se relacionan con
déficits de absorción, es decir
cuando no se incorporan al organismo
sustancias imprescindibles
para la correcta regeneración
de la piel, también
aceleran la sequedad, además
del consumo de medicamentos
que de una u otra forma
afectan o alteran la composición
y la función de la piel.
Factores
desencadenantes
Reunir cualquiera de estos factores
no significa que el problema
se presente. Pero hay
otros, los desencadenantes,
que se bastan por sí solos para
que la piel luzca seca. Estos
desencadenantes se relacionan
con las condiciones ambientales
y determinados agentes
químicos y físicos.
La temperatura y la humedad
se alzan con fuerza. Con
los primeros fríos de otoño y el
aire caliente y seco que emana
de las calefacciones aparece la
"xerosis de invierno" y cuando
el sol calienta y la humedad
aumenta, todos intentamos
paliar las altas temperaturas
con el aire acondicionado,
abriendo las puertas al fenómeno
contrario, la piel seca en
verano. Lo bueno es que el
mal es reversible y la piel recupera
su aspecto en cuanto mejoran
las condiciones ambientales.
Tal es así, que la xerosis
de invierno desparece tres o
cuatro semanas después de
que el tiempo se torne primaveral
o al menos algo más cálido.
Los rayos ultravioletas y el
viento son otros enemigos que
tiene la piel en la naturaleza.
Hay que tener cuidado con
los detergentes y suavizantes
que se escojan para hacer la
colada, con los jabones y geles
que se utilicen para el aseo
personal, con las colonias y
perfumes y con demás productos
de higiene personal y
domésticas utilizados en nuestra
vida diaria.
Frotarse con una esponja
demasiado abrasiva, el roce de
la ropa sobre la piel o de las
etiquetas que llevan cosidas
también pueden condicionar
la presencia de la piel seca. Y
es que el roce o la abrasión son
un aliado de este tipo piel, al
igual que las radiaciones procedentes
del sol. Y frente al típico
picor es importante no
rascarse, ya que este prurito no
es sólo uno de los síntomas de
la piel seca, sino que además
puede precipitar su aparición.
Así, el picor y rascado que le
acompaña inician un círculo vicioso
que perpetúa tanto la lesión
como sus síntomas.
Cuidado diario
Sea cual sea el tipo de piel, ésta
necesita unos cuidados que
nunca se han de pasar por alto
si se quiere conseguir que
esté sana y tenga buen aspecto.
Beber mucha agua y seguir
una alimentación equilibrada
y variada en la que no
falten frutas y verduras son las
primeras medidas a adoptar.
Apueste por el ejercicio regular,
descanse entre seis y ocho
horas diarias y utilice jabones
para la higiene diaria de pH
neutro que contengan humectantes.
Y no olvide que el
alcohol, el tabaco y la exposición
prolongada al sol sin protección
adecuada envejecen la
piel de forma prematura.
Pero para un correcto cuidado
de la piel seca estas medidas
no son suficientes. Por
ejemplo, en relación al baño,
no hay que evitarlo, pero sí
hacerlo de la manera adecuada.
Hay que tener en cuenta
que cuando se sale del agua la
piel está caliente y al entrar en
contacto con un ambiente
más frío el agua de la piel se
evapora, de modo que lo que
hay que hacer es aplicarse nada
más salir del agua un aceite
o una emulsión hidratante que
impida esta evaporación. Por
lo tanto, si tiene la piel seca,
báñese o dúchese, como prefiera,
pero siempre con agua
templada y sin estar demasiado
tiempo "a remojo". No utilice
esponjas ni guantes de baño
y busque un jabón que no
sea irritante. Al salir del agua
séquese despacio y sin frotar
con la toalla y tenga en cuenta
que algunas lociones humectantes
deben aplicarse con la
piel húmeda. Olvídese de perfumarse;
las colonias, lociones
perfumadas o similares, especialmente
si contienen alcohol,
resecarán aún más la piel. Y en
cuanto a la ropa, lo aconsejable
es que las prendas que estén
en contacto con la piel sean
de tejidos naturales,
preferiblemente de algodón, y
que no sean ajustadas.
Y lo más importante, no se
cuide sólo cuando esté en pleno
episodio de piel seca y considere
la posibilidad de iniciar
medidas preventivas entre episodios.
Tratamiento tópico
A la hora de valorar el tratamiento
de la piel seca se ha de
tener en cuenta también la
aplicación sobre la piel de preparados
que contengan los
principios activos que, de una
u otra forma, aportan a la piel
todo lo necesario para recuperar
la cantidad de agua que
aporte tersura y juventud. Los
últimos avances contemplan la
aplicación tópica de sustancias
que puedan penetrar rápidamente
en la piel y que actúen
en el interior de la epidermis.
Este nuevo enfoque se denomina
"de dentro a fuera", en
contraposición al clásico "de
fuera a dentro" y presume de
mejores resultados.
La mayor parte de los preparados
para el tratamiento de
la piel seca son productos
emolientes o hidratantes y se
presentan en forma de leches
o cremas, es decir emulsiones
O/A o A/O, según el grado de
deshidratación que presente la
piel. Para unos buenos resultados
estos productos deben
cumplir una serie de requisitos:
aportar lípidos que sustituyan
los que se han perdido y aseguren
que la barrera frente a la
evaporación del agua seguirá
en pie, contener hidratantes y
humectantes que aporten
agua nueva y retengan la ya
existente, antipruriginosos que
alivien el picor y que interrumpan
el círculo vicioso que se
crea entre éste y la necesidad
de rascado que le sigue y que
tanto daño hace a la piel seca,
y, por último, componentes
que aceleren y estimulen el
proceso de regeneración de las
células de la epidermis.
Los conceptos de humectante
e hidratante se han confundido
durante mucho tiempo.
El humectante se refiere a una
sustancia que retiene o ayuda a
retener la humedad y el hidratante
a una sustancia que imparte
o restaura el agua de la piel.
Cuando el problema de sequedad
es especialmente grave,
es posible que la aplicación
tópica no sea posible y que haya
que recurrir a otras vías de
administración, como la sistémica.
Los complementos dietéticos
orales aportan nutrientes
que ayudan a restaurar la piel.
Asimismo, existen terapias alternativas,
como la balneoterapia
y la aromaterapia que pueden
mejorar la piel seca.
FUENTE: Guía de manejo de la xerosis
cutánea, elaborada por el Grupo
Asesor de Expertos para el estudio
de la piel seca.