Se trata de un método que detecta las variaciones morfológicas de la Onda T en el electrocardiograma
21 de septiembre 2022. 10:57 am
En una muerte súbita cardiaca el fallecimiento es inesperado y repentino. Este sucede en la primera hora desde que se inician los síntomas, en una persona aparentemente sana, que 24 horas antes del evento cardiaco se encontraba bien. Aunque no hay registros oficiales, se calcula…
En una muerte súbita cardiaca el fallecimiento es inesperado y repentino. Este sucede en la primera hora desde que se inician los síntomas, en una persona aparentemente sana, que 24 horas antes del evento cardiaco se encontraba bien. Aunque no hay registros oficiales, se calcula que
cada año se producen en España unos 30.000 nuevos casos de muerte súbita, según los datos de la Sociedad Española de Cardiología. Es por ello que es necesario mejorar la prevención.
En este contexto, investigadores han creado un
nuevo algoritmo para identificar el riesgo de muerte súbita. Un hito, ya que hasta ahora los algoritmos que existían no la distinguían bien de otras causas de fallecimiento. El mismo se ha presentad recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología.
Se trata de un método que detecta las
variaciones morfológicas de la Onda T en el electrocardiograma. De esta forma, mejora el valor predictivo respecto a otros, además de ser más fácil extraer y por tanto de transferir a la sociedad.
El estudio ha sido desarrollado por un equipo internacional que coordina la
investigadora del I3A Julia Ramírez. Ya está publicado en
Journal of the American Heart Association.
Predecir el riesgo de muerte súbita cardiaca
En concreto, el trabajo de investigación se centra
en la forma de una de las ondas del ECG, denominada Onda-T. Esta es la primera vez que se evalúan los cambios de esa forma en un paciente en reposo con respecto a un electrocardiograma de una persona sana.
Para ello, han utilizado los datos del Biobanco del Reino Unido. Este incluye información genética y de salud de más de medio millón de participantes. Así, ha sido posible evaluar a 60.000 personas sin riesgo aparente, con edades entre los 45 y los 70 años. Además, han contado un segundo grupo, a partir del estudio ARTEMIS, con 2.000 personas finlandesas con enfermedad coronaria, con una edad media de 65 años. Estos fueron analizados de forma ciega sin conocer a priori los datos de esos pacientes que pudieran haber tenido una muerte súbita.
En ambos grupos de población, el índice propuesto estaba específicamente asociado con riesgo de sufrir muerte súbita cardiaca. “Estos hallazgos indican un fuerte potencial, ya que
su algoritmo podría también integrarse fácilmente en relojes inteligentes y dispositivos móviles y detectar esas variaciones en la Onda T del ECG”, concluye la investigadora del I3A.