Los libros de historia cuentan que Alejandro Magno conquistó la isla Socotora en el sur de Arabia por la gran cantidad de aloe que en ella crecía, planta que consideraba que curaría las heridas y enfermedades de sus soldados durante las campañas. Los egipcios la bautizaron como ‘la planta de la inmortalidad’ y Cleopatra la usaba a diario como un ingrediente esencial en sus cuidados. Griegos y romanos también la conocieron y existen documentos históricos de hindúes, árabes y otros pueblos de climas cálidos en los que se habla de sus virtudes medicinales y cosméticas. En España, a lo largo de la ribera del Mediterráneo, el aloe ha sido un elemento esencial de la medicina popular.

El aloe vera es una planta de la familia de las liliáceas de hojas muy grandes y carnosas que forman grandes rosetones. Existen cerca de 200 especies diferentes de aloe que se cultivan en laderas soleadas, a menudo en lugares rocosos, principalmente en África, en Madagascar y en algunos puntos de Asia. Nuestro país no es ajeno a ella y en algunas provincias del litoral crecen varias especies de forma espontánea. Sus dos enemigos naturales son el exceso de agua y el frío por debajo de los diez grados, pero resiste con firmeza las plagas y la falta de agua. La recolección se hace cuando la planta ya es adulta, es decir, tiene entre dos y cinco años, y el corte sobre las hojas más bajas, exteriores y más próximas a la tierra, porque son las más viejas y tienen concentradas todas sus propiedades curativas. Pero lo importante no son las hojas, sino el jugo que se extrae de ellas y que se conoce como acíbar, cuya composición varía en función del aloe del que proceda, de la época de recolección y del método que se haya escogido para elaborarlo.

Limpiador y antiséptico

El aloe vera es un excelente limpiador y antiséptico natural que penetra fácilmente en la piel y en los tejidos. Además, gracias a sus nutrientes naturales ayuda a la regeneración de todas las capas de la piel convirtiéndose en un estupendo cicatrizante. También actúa como anestésico, calmando especialmente el dolor muscular y de las articulaciones, dilata los capilares sanguíneos, incrementando la circulación de la zona tratada y, al contar entre sus integrantes con vitaminas, minerales y azúcares, es altamente nutritivo.

El resultado de todos estos beneficios es que es un buen remedio en caso de granos, abscesos (acumulación de pus en los tejidos orgánicos internos y externos) y forúnculos (inflamación con pus causada por una infección bacteriana). Por otro lado, ha dado excelentes resultados en el tratamiento de algunos tipos de herpes y puede reducir notablemente la duración de acné. Verrugas, sabañones, psoriasis, dermatitis seborreica, eczemas, pie de atleta, micosis, callosidades y picaduras de insectos, completan la lista de trastornos de la piel que pueden mejorar con el aloe vera.

También tiene un hueco en el tratamiento de las quemaduras gracias a su capacidad de regeneración de los tejidos. Con el aloe, las cicatrices son mucho menos notorias y se recupera la sensibilidad perdida por la quemadura. Tal es así que se ha demostrado que una quemadura térmica profunda tratada con aloe vera evoluciona en 48 horas a una quemadura menor de segundo grado sin apenas dejar cicatriz.

Pequeñas heridas, llagas, úlceras externas y las consecuencias de pasar largar temporadas en cama (excoriaciones y escaras) también pueden beneficiarse de esta planta.

Como tratamiento dermatológico el aloe vera se comercializa en forma de de cremas y geles y además está presente en multitud de limpiadores de uso en la higiene diaria.

Uso cosmético

Los laboratorios cosméticos no se han quedado al margen de las cualidades de esta planta y más aún cuando parece evidente que manos, cutis y cabello son las partes de la piel más beneficiadas por el aloe vera. Penetra en las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis) limpiándolas en profundidad. Tiene el poder de estimular la regeneración de células nuevas de la piel y la eliminación de las viejas, es decir, retrasa considerablemente el desgaste y el envejecimiento de la piel, manteniéndola fresca y juvenil durante mucho más tiempo. Así, con el aloe vera no hay arrugas prematuras y las propias de la edad se retardan. En definitiva, activa, limpia en profundidad, regenera, nutre y tonifica la piel, dándole un aspecto más fresco, juvenil y saludable.

Por otro lado, es ideal como loción después del afeitado o la depilación: regenera muchas de las células muertas al paso de la cuchilla y, al cerrar con rapidez los poros dilatados evita erupciones, granitos y rojeces.

Además, es muy efectivo en la prevención o eliminación de pequeñas estrías y es un excelente filtro solar. En este sentido, si se usa durante mucho tiempo elimina las manchas que causa el sol.

Como hidrata en profundidad, las pieles sensibles y estropeadas han encontrado en esta planta un estupendo aliado. Y gracias a sus agentes nutritivos el pelo gana en suavidad, resistencia y flexibilidad.

En cualquier caso, al provocar una hidratación en profundidad, y como el aloe vera es astringente, una vez que ha penetrado en la piel se ha de utilizar una crema o aceite hidratante que realice una hidratación más superficial y refuerce el efecto del aloe vera.

Otros usos

Tradicionalmente también se ha recurrido al aloe por sus cualidades como laxante, por lo que como planta medicinal se utiliza en el tratamiento del estreñimiento ocasional y se puede usar en todos aquellos estados patológicos en los cuales es necesaria una evacuación fácil con heces blandas.

Además, la medicina natural le atribuye propiedades como estimulador y excretor de bilis y algunas dolencias estomacales pueden prevenirse con una dosis regular de aloe: digestiones lentas, pesadez, úlceras estomacales, acidosis crónica, etc.

Otros usos como preventivo de problemas cardiovasculares o estimulador del sistema inmune están siendo estudiados sin que se tenga aún evidencia suficiente al respecto.

En cualquier caso su utilización debe ser previamente consultada con un médico o farmacéutico.