E.P.- Los autores de un artículo-hipótesis, publicado en la última edición de la revista The Lancet, señalan que la emergencia de la enfermedad de Crohn en la segunda mitad del siglo XX, el mismo momento en el que los refrigeradores se pusieron a disposición de la mayoría, no es coincidencia.
Los autores indican que ciertos tipos de bacterias que pueden sobrevivir en el alimento refrigerado, pueden estar implicados en la enfermedad de Crohn. Esta enfermedad se cree que se debe a factores medioambientales (dieta, estilo de vida, fumar...), entre personas genéticamente susceptibles.
Las mutaciones en CARD15, un gen involucrado en la inmunidad innata, se sabe que predisponen a las personas a la enfermedad. En el nuevo artículo Jean-Pierre Hugot, del Hospital Robert Debre, en Paris (Francia) y sus colegas, discuten la hipótesis de la cadena del frío (la producción y almacenamiento de alimentos a bajas temperaturas) como un factor importante y potencial de riesgo de la enfermedad de Crohn.
Según el artículo, todos los hallazgos apuntan hacia la refrigeración como un factor de riesgo potencial de la enfermedad de Crohn en el siglo XX. La hipótesis de la cadena del frío indica que bacterias, como Yersinia y Listeria, comúnmente halladas en la carne, el cerdo, el pollo, las salchichas, las hamburguesas, el queso y la lechuga, contribuyen al desarrollo de esta enfermedad.
Estas bacterias han sido identificadas en las lesiones de la enfermedad de Crohn. Desde la perspectiva molecular, sugerimos que la enfermedad es el resultado de un defecto en el reconocimiento del anfitrión por parte de los componentes bacterianos patógenos que usualmente eluden la reacción inmune, lo que da lugar a una reacción excesiva del anfitrión a estas bacterias.