Redacción. Madrid.- Los contaminantes atmosféricos, más presentes en las ciudades que en el campo, y el contacto con los ácaros, más habitual en las zonas costeras que en el interior, parecen ser dos de las razones que explica el hecho de que la prevalencia del asma infantil sea más frecuente en las grandes urbes y en las poblaciones situadas cerca del mar, según ha afirmado la doctora Espinosa de los Monteros, experta en esta enfermedad respiratoria y coordinadora del grupo de asma de la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (Neumomadrid).
'Está comprobado que en la franja costera española el contacto con ácaros en la infancia es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar asma', ha señalado esta médico, quien, como el resto de sus colegas, no deja de sentirse perplejo ante la imparable extensión de este problema infantil. 'Las estimaciones que se han hecho recientemente al respecto, hablan de entre un 8 y un 10 por ciento de niños afectados, lo cual es una cifra insólitamente alta que, además, va a más con el paso de los años'.
Los ácaros del género dermatofagoides, las proteínas del pelo de las mascotas domésticas (en especial de los gatos, aunque también de perros y aves), así como algunas esporas de los hongos son, según el criterio científico expuesto por esta neumólogo de la Clínica Rúber de Madrid, algunos de los elementos más comúnmente implicados en el origen o desencadenamiento del asma.
Contaminación
Asimismo, los contaminantes atmosféricos son otros de los factores predisponentes de asma que cada vez tienen mayor importancia, 'ya que pueden facilitar que actúen otros agentes causantes de inflamación bronquial'.
Un ejemplo es la contaminación producida por los motores diesel. 'Se ha comentado que las partículas en suspensión pueden transportar los aeroalérgenos y sensibilizar las vías aéreas, propiciando la inflamación bronquial que está en la base del asma.'
Otra de las causas que hoy se barajan a la hora de explicar el inusitado aumento del asma entre los niños tiene que ver con la higiene, y no, como cabría pensar, porque la falta de ésta impulse a aquella, sino justamente por lo contrario.
Se cree, en efecto, tal como afirma la especialista de Neumomadrid, que 'las infecciones víricas durante la primera infancia podrían modular el sistema inmune en el sentido de proteger de la aparición de asma'. De hecho -explica la doctora Espinosa de los Monteros- comienza a haber fundadas sospechas de que los niños pequeños con frecuentes síntomas de resfriado parecen estar más protegidos contra el desarrollo de la enfermedad. Y otros estudios sugieren que los niños que tienen muchos hermanos, y los que van a guarderías en el primer año de vida, tienen menos alergias que los niños que no tienen hermanos ni hermanas, o que han estado en casa su primer año de vida'.
Por otra parte, 'se ha relacionado la duración de la lactancia materna con la posterior alergia alimentaria e incluso aparición de enfermedad antes de los 3 años, si bien no existe una contundencia en los estudios en cuanto al papel protector de la lactancia materna y la posterior aparición de asma', comenta la citada experta de Neumomadrid.