“El beneficio de la vacuna del
VRS en paciente EPOC es indudable y es un objetivo clave a perseguir”. Este es el mensaje con el que nos quedamos en este nuevo capítulo de la Ventana de EMI. En colaboración con GSK, volvemos a abordar en profundidad la importancia de las vacunas y otras actividades preventivas del VRS. Hoy lo hacemos con
Esther Redondo Margüello, miembro del grupo de trabajo de Infecciosas, Migrante, Vacunas y Actividades Preventivas (IMVAP) de SEMERGEN.
Para empezar, cabe contextualizar que el VRS es un virus respiratorio como el virus de la gripe que igualmente tiene una circulación epidémica. Generalmente entre octubre y marzo es la máxima circulación, concentrado especialmente entre noviembre y mediados de enero, donde precisamente coincide con el virus de la gripe y tensiona el sistema sanitario.
Es un virus muy contagioso, considerando que cada adulto infectado puede infectar a 3 personas. Con un sistema inmune competente y ninguna otra patología, cursa como cualquier otra infección de vías respiratorias altas, pero muchas veces se complica.
Por otra parte, cabe tener en cuenta que “en la gran mayoría de las ocasiones, el virus deja una inmunidad deficiente. Aunque el virus no mute, la respuesta inmune no es duradera, y por eso nos reinfectamos varias veces en la vida”, asegura la experta.
Complicaciones respiratorias y cardiovasculares
La cuestión de fondo es que las complicaciones hasta ahora eran poco apreciadas en adultos, conociéndose sobre todo por los casos de bronquiolitis en bebés. “
En adultos estaba infraestimada e infradiagnosticada, no se buscaba. Sin embargo, está asociada a complicaciones en adultos, especialmente bronquitis y neumonía, pero también como un factor de riesgo cardiovascular.
“Esto es un nuevo paradigma, que igual que la hipertensión, la diabetes o la obesidad, ahora sabemos que
la infección respiratoria baja también es un factor de riesgo cardiovascular. Sobre todo en los 7 o 10 primeros días postinfección. En los casos de gripe o neumococo, y más potentemente en el VRS, en esos primeros días hay un mayor riesgo de tener un infarto, una angina de pecho, una insuficiencia cardiaca o una arritmia. Pero incluso pasados esos días, el riesgo permanece elevado respecto a la población general para toda la vida”, relata Esther Redondo Margüello.
Las cifras del VRS
Para entender el impacto del VRS en adultos, la especialista de Atención Primaria ofrece algunas cifras claves. “Solo
en 2019 se contabilizaron 198.000 casos en españoles mayores de 60 años, que produjeron 18.000 hospitalizaciones y más de 1.200 muertes. Todo ello teniendo en cuenta que son datos prepandemia, cuando no se hacía la vigilancia epidemiológica actual. Por lo que se calcula que la cifra real podría ser multiplicada por 2,3”.
Asimismo, hay estudios que señalan que la mortalidad intrahospitalaria de los adultos hospitalizados es casi de un 8 por ciento. “Por otra parte, de los hospitalizados por VRS adultos mayores de 60 años, la mitad tienen neumonía. De esa mitad, el 40 por ciento se sobreinfecta por bacterias como el neumococo, cuya combinación puede tener un desenlace fatal. Además, hasta un 24 por ciento de los pacientes hospitalizados por VRS sufre una
complicación cardiovascular”.
Ante todos estos datos, la experta afirma que “no hay duda de que es algo que debemos intentar prevenir, de ahí la importancia de la vacunación”.
Perfiles de riesgo
Si estas son las cifras generales de la infección por VRS, cabe centrarse en qué perfiles de pacientes se ven más afectados por estas complicaciones. “Los pacientes con mayor riego de contagiarse y cursos con complicaciones son precisamente los mayores de 60 años, y con mayor riesgo según avanza en edad. Pero también hay que tener en cuenta el grupo de inmunocomprometidos, que cada vez es un número mayor de pacientes”, avanza Redondo Margüello. “Además, también están esos pacientes con las patologías que precisamente más llenan las consultas de
Atención Primaria. Son EPOC, asma, la patología cardiovascular crónica, la patología hepática y renal crónica o los trastornos neurológicos que cursan con dificultad de manejo de secreciones. Todas estas patologías aumentan el riesgo”.
Por otra parte, está lo que la experta denomina “riesgo ocupacional”. Este sería el del grupo de “trabajadores sociosanitarios, que tienen mayor exposición al virus, pero a su vez, se pueden convertir en un vector de transmisión. Lo mismo ocurre con los trabajadores de escuelas infantiles”.
El paciente EPOC
Todos esos perfiles se beneficiarían de la vacunación, aunque hay casos en los que hay que poner
especial atención. “El enfermo de EPOC, sin duda, ya que se considera que tiene hasta 30 veces más riesgo. Y el paciente con diabetes, hasta 10 veces más. Ambos comparten un grado de inflamación crónica mantenida bajo, unido a la inmunosenescencia, más la respuesta inflamatoria innata que nuestro cuerpo genera ante el virus, supone un cóctel peligroso para estos perfiles de pacientes”.
No obstante, según la experta, se calcula que un 10 por ciento de las exacerbaciones de la EPOC se deben a infecciones por VRS. Y también se relacionan con el 11 por ciento de las hospitalizaciones de estos pacientes.
“
El VRS empeora la progresión de la EPOC, y también del asma. Aunque el paciente pase la fase aguda de la enfermedad, se va a quedar con peor función pulmonar de la que tenía”, afirma la experta.
Por ello, la guía GOLD ha recomendado por primera vez en tan solo 6 meses con el máximo nivel de evidencia la vacunación de VRS en paciente EPOC. “El beneficio de la vacuna en paciente EPOC es indudable y ese es un objetivo clave a perseguir en la consulta del médico de familia”
Concienciar a la población adulta
Pese a toda esta evidencia, lo cierto es que los pacientes y algunos profesionales no conocen el impacto de la
infección por VRS, lo que dificulta la vacunación. “En niños tenemos padres entregados por proteger a sus hijos, en adultos es necesario que haya una motivación para la vacunación, que normalmente es el miedo a la enfermedad. El problema es que es una enfermedad que se desconoce, no hay percepción de ese riesgo. Por eso, todos los profesionales debemos ir de la mano y ahondar en la importancia de este mensaje”.
Para ello, es necesario “tomar un tiempo para que el paciente exprese sus dudas, hacer una escucha activa para solucionar esas dudas y coger el hábito en consulta de revisar el estado vacunal”. No obstante, “cada vez el portfolio del adulto va a ser mayor.
Es necesario concienciarnos de esto y coger el hábito en consulta de revisar el estado vacunal”.
Es por ello que la experta insiste en que el mensaje debe calar no solo en pacientes, sino también en todos los especialistas. “Con un paciente bien vacunado de todo estamos ganando para todo, porque todo va relacionado, evitamos el uso inadecuado de antibióticos, sobresaturación periodos epidémicos, en el anciano mayor de 80 prevenir la fragilidad con todo el impacto sociosanitario que supone, etc.
Las vacunas son una herramienta utilísima, segura y eficaz”.