Expertos en unidades de agudos se han reunido durante la I Jornada de Unidades de Hospitalización breve de Psiquiatría, organizada con el apoyo de Otsuka-Lundbeck
21 de noviembre 2016. 3:29 pm
Especialistas de unidades de agudos han compartido su experiencia para mejorar la asistencia del paciente con enfermedad mental durante la I Jornada de Unidades de Hospitalización breve de Psiquiatría, organizada con el apoyo de Otsuka-Lundbeck. "El paciente suele ingresar en los momentos de mayor gravedad…
Especialistas de unidades de agudos han compartido su experiencia para mejorar la asistencia del paciente con enfermedad mental durante la I Jornada de Unidades de Hospitalización breve de Psiquiatría, organizada con el apoyo de Otsuka-Lundbeck. 'El paciente suele ingresar en los momentos de mayor gravedad de su patología, y lo que se haga en la unidad de agudos tendrá gran trascendencia en la evolución de su trastorno y su seguimiento posterior. Por este motivo, el adecuado manejo de la fase aguda es fundamental para la estabilización de la enfermedad', señala José Martínez Raga, psiquiatra y profesor asociado del Hospital Universitario Doctor Peset, en Valencia.
En este sentido, durante la jornada se ha debatido acerca la importancia de la coordinación de estas unidades con los Centros de Salud Mental, Hospitales de Día, y resto de dispositivos tanto de la red de salud mental, como de rehabilitación y de adicciones, así como con Atención Primaria, para prevenir el fenómeno de la puerta giratoria y casos de reagudizaciones y nuevos ingresos.
A nivel farmacológico, el ingreso del paciente en una unidad de hospitalización breve significa con frecuencia su desestabilización clínica, y por tanto, momento en el que es necesario reiniciar o replantear el tratamiento. En el caso de la esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos, que suponen el 60-70 por ciento de los ingresos en estas unidades, el índice de recaídas con tratamiento el primer año desciende a menos de 30 por ciento, mientras que si se interrumpe el tratamiento, supera el 60-70 por ciento el primer año y a cerca del 90 por ciento los dos primeros años, según datos de la Asociación Americana de Psiquiatría.
'Los inyectables de liberación prolongada ofrecen ciertas ventajas en algunos pacientes, como facilitar la adherencia y por lo tanto el cumplimiento del tratamiento farmacológico, la mayor posibilidad de monitorizar la adecuada administración del mismo, unos niveles plasmáticos del fármaco más estables (con la consiguiente disminución de efectos secundarios), el evitar el posible estigma de la toma diaria de tratamiento, etc.', añade Martínez Raga.