El cáncer desplazará a las enfermedades
cardiovasculares
como principal causa de muerte
en el mundo en el año 2010 debido
al envejecimiento progresivo
de la población y a la extensión
del consumo de tabaco y
de hábitos de vida poco saludables
en los países en desarrollo.
Así se recoge en el informe
anual de la Agencia Internacional
para la Investigación del
Cáncer (IARC), una organización
perteneciente a las Naciones
Unidas, que estima que
12,4 millones de personas serán
diagnosticadas con alguna
forma de cáncer este año y 7,6
millones morirán por esa causa.
Según ha manifestado Peter
Boyle, director de IARC, 'en
realidad, lo que se va a producir
es un desplazamiento geográfico
de la enfermedad hacia los
países donde la población está
creciendo más, los emergentes,
mientras que los países industrializados
van a ver cómo la tasa
de mortalidad se reduce.
El mejor ejemplo es lo que
ocurre con el consumo de tabaco,
que causa la mayoría de
los casos de cáncer de pulmón.
Actualmente más de un 40 por
ciento de los fumadores del
mundo viven en China e India,
según John Seffrin, presidente
de la Sociedad del Cáncer de
Estados Unidos, quien pronosticó
que en este siglo 1.000 millones
de personas morirán por
causa de la nicotina si se mantienen
las tendencias actuales.
Además del tabaquismo, la
adopción de otros malos hábitos
del 'mundo desarrollado',
como las dietas altas en grasas
y la poca actividad física, harán
que la lacra del cáncer se haga
mucho más presente en las naciones
en desarrollo en las próximas
décadas.
Mientras tanto, en Estados
Unidos, por ejemplo, las cifras
más recientes muestran por
primera vez que menos del 20
por ciento de los hombres
eran fumadores en 2007. Es
más, en este país ha descendido
por primera vez el número
de diagnósticos de cáncer.
Además del control del consumo
de tabaco, destacan avances
como las pruebas habituales
para el diagnóstico precoz
del cáncer de mama y de colon,
así como la adopción de
mejores tratamientos.
De esta forma, el cáncer ha
pasado de ser un problema de
países ricos y occidentales -donde
el tratamiento está al alcance
de más personas- a localizarse
en países de renta media y
baja, en los que hay presupuestos
para sanidad más limitados
y una alta tasa de enfermedades
transmisibles.