Cerca de un centenar de investigadores de Estados Unidos, Europa
y Japón no podrán analizar los datos de los más de ochenta proyectos
científicos que habían diseñado para que la tripulación del transbordador
«Columbia» los supervisara durante los dieciséis días de esta trágica
misión espacial. Salvo una ínfima cantidad de datos transmitida al centro
de control de tierra, la información recogida se ha perdido al estallar el
transbordador, según recoge el diario ABC en su edición del
domingo, 2 de febrero.
Como informó el periódico citado con ocasión del lanzamiento del
transbordador, esta misión era la primera en los últimos tres años con
una alta relevancia científica, en la que la biomedicina era uno de los
principales protagonistas. En la bodega del transbordador se había
instalado un módulo de investigación, el «Spacehab» que, básicamente,
era un dispositivo presurizado construido con aleaciones de metales
para soportar las condiciones de microgravedad y garantizar la fiabilidad
de los experimentos. Medía seis metros de largo por cuatro de ancho y
tres de alto. Con una capacidad de más de sesenta metros cúbicos,
albergaba varias docenas de compartimentos en los que se habían
introducido dispositivos para realizar los experimentos científicos que
tenían un peso aproximado de cuatro mil kilos. Uno de estos proyectos
tenía el objetivo de entender mejor cómo los viajes espaciales afectan al
sistema cardiovascular de los astronautas. Diseñado por investigadores
de la Universidad Pierre y Marie Curie, otro proyecto iba dirigido a
desentrañar los numerosos interrogantes que tienen los científicos
sobre las alteraciones que se producen, en condiciones de
microgravedad, en el cerebro, pulmones y riñones.
Desórdenes musculoesqueléticos
En este capítulo biomédico, también figuraba el proyecto de la
Universidad de Emory para abundar en el conocimiento de los
desórdenes musculoesqueléticos, así como en la aparición de
cánceres. Con ayuda de un biorreactor, los científicos de ese campus
pretendían estudiar tejido pancreático para trasplante y ver, en el espacio,
las posibles causas de rechazo, así como lograr datos inéditos sobre la
interacción celular entre la próstata y el tejido conectivo, que era
esperado con premura ya que es básico para conocer los efectos de la
terapia génica en esa glándula cuando está afectada por un cáncer. Por
otra parte, el papel de la vitamina D en el metabolismo del calcio había
sido realizado por otros investigadores, al igual que el proyecto de la
Universidad de Montana para conocer la virulencia, en el espacio, de la
bacteria «Pseudomonas aeruginosa». Este importante patógeno
oportunista, involucrado en infecciones severas en pacientes con fibrosis
quística y en aquellos con el sistema inmune seriamente comprometido,
tiene la característica de tener una amplia versatilidad metabólica.