Uno de los problemas que conlleva la llegada del calor es el aumento del sudor y el mal olor de pies, uno de los trastornos más molestos y frecuentes que se dan entre la población. En cifras, se estima que uno de cada tres españoles padece este problema durante todo el año pero en verano se agrava por el efecto de las altas temperaturas y el aumento de la actividad física al aire libre, a lo que hay que añadir la constante humedad que se retiene entre los dedos de los pies al estar en la playa o en la piscina.
Un calzado inapropiado, la práctica de ejercicio físico, el uso de medias y calcetines de materiales sintéticos, e incluso el estrés pueden favorecer su aparición. Una buena higiene es básica para su cuidado, aunque muchas veces el problema va más allá del aseo personal.
Consejos para el autocuidado
Los especialistas recomiendan lavarse los pies a diario, con agua tibia durante un máximo de diez minutos para evitar que la piel se reblandezca con la humedad y utilizar un jabón neutro. Es importante secarse bien los pies, sobre todo entre los dedos, para evitar que con la acumulación de la humedad proliferen los gérmenes.
El calzado también es muy importante. En verano, los expertos recomiendan usar calzado de piel y calcetines de algodón que favorezcan la ventilación y la absorción. Asimismo, los zapatos deben ser cómodos y flexibles, alternando, a ser posible, dos pares. Lo mejor es optar por las sandalias y reservar las zapatillas deportivas para el ejercicio físico. También es aconsejable evitar andar descalzo por los alrededores de la piscina, en las duchas del gimnasio, etc., para evitar posibles infecciones.
Como complemento a la higiene diaria, se recomienda utilizar un producto con efecto antitranspirante y desodorante que complemente el lavado de los pies.