Investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) han identificado un tipo de célula inmunitaria que provoca el fracaso crónico del trasplante de órgano en un modelo de ratón de trasplante renal y han descubierto vías que podrían utilizarse terapéuticamente para mejorar los resultados en…
Investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) han identificado un tipo de célula inmunitaria que provoca el fracaso crónico del trasplante de órgano en un modelo de ratón de trasplante renal y han descubierto vías que podrían utilizarse terapéuticamente para mejorar los resultados en los pacientes, según publican en la revista 'Science Immunology'.
'En los trasplantes de órganos sólidos, como los renales, los resultados a un año son excelentes porque disponemos de fármacos inmunosupresores que controlan el problema del rechazo agudo', explica el doctor Fadi Lakkis, coautor principal del estudio, catedrático de Cirugía, profesor de Inmunología y Medicina y director científico del Instituto de Trasplantes Thomas E. Starzl de Pitt y el UPMC.
'Pero con el tiempo, estos órganos suelen empezar a fallar debido a una forma más lenta de rechazo denominada rechazo crónico, y los medicamentos actuales no parecen ayudar --recuerda--. Comprender este problema fue la motivación de nuestro estudio'.
Anteriormente, Lakkis y sus colegas habían demostrado que un tipo de células inmunitarias llamadas células T de memoria residentes en el tejido impulsan el rechazo crónico. Como todas las células T de memoria, estas versiones residentes 'recuerdan' amenazas anteriores al reconocer rasgos identificativos específicos denominados antígenos. Pero a diferencia de la mayoría de las células T de memoria, que circulan por el torrente sanguíneo, las células T de memoria residentes en el tejido viven dentro de los órganos.
En el nuevo estudio, el primer autor, el doctor Roger Tieu, estudiante del Programa de Formación de Científicos Médicos de Pitt, descubrió dos factores que mantienen las células T de memoria residentes en los injertos renales a lo largo del tiempo. El primero es el antígeno en sí: las moléculas que las células T utilizan para reconocer el injerto del donante como extraño.