Biospain 2023 aborda la importancia de impulsar políticas para potenciar el papel de España como una plataforma de innovación biomédica global
29 de septiembre 2023. 10:30 am
Cuando un nuevo medicamento llega por primera vez a los pacientes supone el culmen de una larga carrera. Diez o doce años de investigación, una media de 2.400 millones de euros invertidos y decenas de miles de proyectos que han quedado en el camino. Porque…
Cuando un nuevo medicamento llega por primera vez a los pacientes supone el culmen de una larga carrera. Diez o doce años de investigación, una media de 2.400 millones de euros invertidos y decenas de miles de proyectos que han quedado en el camino. Porque sólo una de cada 10.000 moléculas que se investigan llega a convertirse en un fármaco. Este camino de obstáculos afronta un momento clave en el llamado
valle de la muerte.
Se denomina valle de la muerte al punto en el que las investigaciones científicas deben pasar a la investigación farmacéutica industrial, con los recursos y la infraestructura que eso exige en los ensayos clínicos. Éste es
uno de los principales desafíos que afronta la I+D farmacéutica en nuestro país y el tema central del debate que ha moderado la directora de Investigación Clínica y Traslacional de Farmaindustria, Amelia Martín Uranga, en
Biospain 2023.
“Es importante que se pongan en marcha iniciativas entre todos los agentes implicados y que permitan replicar el éxito obtenido en ensayos clínicos en los últimos años en estas primeras fases clave para la innovación, porque será así como conseguiremos potenciar el papel de
España como un auténtico hub de innovación y producción de medicamentos”, incidió Martín Uranga.
Superar el valle de la muerte
Con el objetivo de las empresas del sector no se vean arrastradas por este valle de la muerte, Farmaindustria lleva desde 2011 impulsando el programa
Farma-Biotech. Se trata de un punto de encuentro entre los investigadores preclínicos y las compañías farmacéuticas para el impulso de proyectos con expectativas de convertirse en nuevos fármacos.
“El gran reto es ser capaces de detectar el conocimiento allá donde esté y
asumir el coste elevado de desarrollar esa potencialidad, que tiene un alto riesgo de fracaso. En este punto es necesario
unir a las pequeñas empresas biotecnológicas o los investigadores académicos con las compañías farmacéuticas, que atesoran la experiencia, el liderazgo y la capacidad organizativa e inversora para hacer realidad los proyectos”, concluía Martín Uranga.