Desde hace aproximadamente veinte años ha cobrado una importancia creciente la preocupación por los trastornos de la conducta alimentaria, cuyos máximos exponentes son la anorexia nerviosa, que consiste en la privación deliberada y obsesiva de alimentos, y la bulimia, una ingesta compulsiva de alimentos, seguida de purgas mediante el vómito provocado o la toma de laxantes.

Es un tema preocupante dada su alta prevalencia, que va en aumento, y por los efectos devastadores que supone para el desarrollo psicológico y la salud -incluso la vida- de los afectados, especialmente de los adolescentes, principales víctimas de este fenómeno.

Revisando las cifras que manejan los especialistas podemos constatar que en los últimos 15 años el número de pacientes aquejados de trastornos alimentarios se ha multiplicado por diez; un 3% de las chicas adolescentes y jóvenes presentan anorexia o bulimia.

Datos de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) revelan que la anorexia nerviosa está vinculada al sexo femenino de manera rotunda: el 90-95% de las personas afectadas son mujeres de entre 12 y 25 años de edad. En nuestro país, como ocurre en el resto de Europa, este trastorno se ha convertido en la tercera enfermedad más frecuente en la adolescencia, después del asma y la obesidad.

Causas

No existe consenso sobre los factores o causas responsables de los trastornos alimentarios, pero la investigación clínica hasta ahora realizada parece apuntar hacia aspectos culturales y psicológicos. En el origen de estos trastornos intervienen factores genéticos, psicológicos, sociales, culturales, nutricionales, neuroquímicos y hormonales.

Entre los factores ambientales destacan los cambios de los patrones dietéticos, la influencia de los medios de comunicación en la transmisión de los actuales cánones y estereotipos de belleza y éxito social, la influencia de la industria alimentaria y de la moda, las nuevas competencias y roles de la mujer, la igualdad de sexos y el predominio de los estilos de vida sedentarios.

Éxito y delgadez

En la sociedad de nuestros días son muchas las personas para quienes la delgadez se ha convertido en lo más importante, e incluso en sinónimo de éxito y autoestima. Los trastornos de la alimentación incluyen un amplio conjunto de sentimientos, actitudes y conductas relacionadas con la comida. La idea de que en ésta reside la causa y la consecuencia de muchos de sus problemas, les atrapa en un círculo vicioso de conductas repetitivas, rituales y rígidas centradas en la comida.

Diagnóstico precoz

En relación con el diagnóstico y tratamiento, el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) pone de manifiesto que el diagnóstico precoz es esencial. El farmacéutico, como agente de salud, tiene un papel importante en la detección precoz de estos trastornos. La petición repetitiva de laxantes y/o diuréticos, productos saciantes, etc. pueden ser señales de alarma identificables y corregibles si se interviene pronto. El principal objetivo del tratamiento es conseguir que, poco a poco, se normalice el comportamiento alimentario del paciente, que recupere su peso normal y que adquiera una sensación de control y una mayor autoestima. A pesar de la complejidad de estos trastornos, las personas que los sufren tienen muchas posibilidades de recuperarse completamente, especialmente si la enfermedad se detecta pronto.

CÓMO VALORAR LA PRESENCIA DE POSIBLES SEÑALES

Si usted cree que su alimentación está escapando de su control o que la comida está jugando un papel demasiado importante en su vida, utilice las siguientes preguntas para valorar la presencia de posibles problemas.

RESPONDA SÍ O NO:

1. Constantemente pienso en la comida, el peso y el tamaño de mi cuerpo.

2. Me pongo ansioso antes de comer.

3. Me aterroriza la idea de tener sobrepeso.

4. No sé cuando estoy físicamente hambriento.

5. Suelo comer compulsivamente (darme atracones de comida) y no puedo detenerme hasta que me siento enfermo.

6. Suelo sentirme hinchado e incómodo después de las comidas.

7. Paso mucho tiempo fantaseando con la comida.

8. Me peso varias veces al día.

9. Hago demasiado ejercicio o soy muy rígido con mi plan de ejercicios.

10. Creo tener control sobre la comida y demuestro a los demás que puedo controlarme a mí mismo.

11. He tomado laxantes o me he provocado el vómito después de comer en alguna ocasión.

12. Creo que la comida controla mi vida.

13. Me siento sumamente culpable después de comer.

14. Como cuando estoy nervioso, ansioso, me siento solo o deprimido.

15. Creo que la ropa no me sienta bien.

16. Debido a mi peso y mi apariencia, estoy más tenso de lo que me gustaría cuando estoy cerca de personas que considero sexualmente atractivas.

Examine sus respuestas cuidadosamente; si considera que sus hábitos de alimentación le provocan malestar y/o le hacen sentir mal, puede ser un buen momento para consultar con un profesional.

FUENTE: Gabinete Psicopedagógico de la Universidad de Granada.

Cuando la conducta alimentaria se convierte en un problema de salud