Cuando se hace ejercicio físico hay un músculo que siempre se entrena: el corazón. Pero para que el deporte sea beneficioso para nuestro sistema cardiovascular se ha de practicar al menos tres veces por semana y con un determinado nivel de esfuerzo. Con el ejercicio, el corazón envía más sangre a los músculos en cada latido, consiguiendo, por un lado, que el corazón se tenga que esforzar menos y, por otro, que los vasos sanguíneos sean capaces de transportar más sangre.
El ejercicio nos ayuda a alcanzar o mantener el peso ideal, facilita que el calcio se fije a los huesos, es una poderosa arma contra el estrés y favorece la formación del llamado colesterol 'bueno'. Incluso es bueno para los diabéticos, ya que permite un mejor control del metabolismo de la glucosa.
Pero sus beneficios no acaban aquí. Quien decide ponerse en forma no suele conformarse con hacer ejercicio con frecuencia sino que también deja de fumar, come más sano y quema más calorías. Cambia, en definitiva, sus hábitos de vida y, en consecuencia, consigue mejorar su tensión arterial y que su corazón se adapte mejor a los cambios que la actividad diaria le exige. Además, el deportista quema más grasa y su cintura se reduce, luchando contra uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular: el perímetro de la cintura, que no debe ser superior a un metro en los hombres y de 88 centímetros en las mujeres.
Elija el deporte que mejor se adapte a usted
Pero no todos los deportes son igual de buenos para el corazón. Sin duda, los mejores son los dinámico-aeróbicos, es decir aquellos en los que se movilizan grandes grupos musculares y que se realizan con una intensidad ligera-moderada y de larga duración, tales como la carrera, la natación y el ciclismo.
No se agobie si no sabe cuál elegir, cualquiera que sea su edad, su estado de salud o su forma física podrá encontrar una modalidad que se ajuste a sus necesidades. Si lleva mucho tiempo sin hacer deporte o padece una enfermedad cardiaca, antes de ponerse el chándal hable primero con su médico y siga sus consejos. Si lo considera necesario, le someterá a una prueba de esfuerzo para decidir cuál es la actividad fisica que más le conviene y con qué intensidad y frecuencia debe practicarla.
Si a usted no le llama la atención ningún deporte pero es de los que no puede dejar de mover los pies al son de la música, está de enhorabuena, pues además de divertirse puede ayudar a cuidar su corazón. Bailar mantiene la movilidad de las articulaciones, mejora la fuerza muscular, aumenta la elasticidad, ayuda a mantener el peso y reduce la tensión psicológica. Puede practicarse a cualquier edad y en cualquier lugar, pero si prevé que la intensidad del ejercicio puede ser elevada, como por ejemplo, si se apunta a clases de baile de salón o danza moderna, y usted está desentrenado o tiene algún problema de corazón es conveniente que antes le cuente a su médico los planes que tiene de 'mover el esqueleto'.
Decida lo que decida, recuerde siempre que no hace ejercicio para competir con nadie sino para cuidar su salud, tanto física como mental, relajarse, pasar un buen rato, rodearse de familia y amigos, llevar una vida activa y cuidar su corazón.
Escuche a su cuerpo
Nuestro cuerpo de vez en cuando nos manda mensajes sobre lo que ocurre en nuestro interior. Muchos son toques de atención con los que intenta avisarnos de que algo está fallando. Por eso, cuando haga deporte esté muy atento a todo lo que su cuerpo intente decirle pues si no lo practica como debe, de acuerdo a su edad y condición física, si pasa por alto las recomendaciones de su médico o se esfuerza más de la cuenta puede que comience a sentir síntomas nada halagüeños, ante los cuales debe parar y acudir a la consulta del médico antes de volver a hacer ejercicio. Es recomendable conocer estas señales de alerta de antemano, saber por qué ocurren y en qué circunstancias.
Puede que mientras haga deporte sienta molestias en el pecho, el brazo, el cuello o la mandíbula, en definitiva, en la parte superior del cuerpo. Molestias que pueden ser de distinta intensidad y presentarse en forma de dolor, presión, quemazón o sensación de plenitud. Si es así, deje de hacer deporte inmediatamente y acuda a su médico, al igual que si siente débil, tiene mareos o palpitaciones inusuales.
Cualquier deportista puede sentir en alguna ocasión que le falta el aliento pero cuando la respiración es tan dificultosa que no puede mantener una conversación, jadea o necesita más de cinco minutos para reponerse es un síntoma de que las cosas no van bien. También es normal que en los primeros minutos sienta alguna pequeña molestia muscular, pero lo que no es normal es que estas molestias no desaparezcan durante o después del ejercicio.
Además, si padece una enfermedad coronaria, no realice actividades fatigosas o ejercicios que impliquen arranques y paradas súbitas, no contenga la respiración durante el ejercicio y no practique deporte al aire libre con calor o frío extremos en días de mucho viento o cuando la humedad sea alta.
El sobreentrenamiento también pasa factura
También puede ocurrir simplemente que se esfuerce demasiado, que haga más deporte de la cuenta y que su cuerpo le avise de que debe de bajar el ritmo. Si observa que no puede terminar la sesión de ejercicio, aún siendo la adecuada para usted, que se marea o tiene náuseas una vez que ha terminado y que la fatiga persista horas después de que haya dejado de hacer deporte, también puede existir un problema de sobreentrenamiento.
Siempre que observe que durante o después del ejercicio aparecen síntomas que no se corresponden con una práctica deportiva normal, cese inmediatamente y consulte con su médico.
FUENTE: Fundación Española del Corazón.