La disfunción sexual es un

problema de gran envergadura

para las mujeres de cualquier

edad, pero más aún en

las que llegan a la menopausia.

Los datos hablan por sí solos:

aproximadamente 4 de

cada 10 mujeres, cuando alcanzan

la menopausia, ven reducido

su deseo sexual y 3 de

cada 10 experimentan sequedad

vaginal y dolor durante

las relaciones sexuales.

El lado positivo es que se

puede luchar contra este trastorno

combinando tratamientos

farmacológicos basados en

hormonas sexuales (estrógenos

y andrógenos) con un tratamiento

psicológico que ayude

a la mujer a afrontar el problema

de una manera más positiva.

Un tratamiento integral

al que hay que sumar una comunicación

más estrecha médico-

paciente, un mayor entendimiento

de la enfermedad y más

confianza en los tratamientos.

De hecho, los tratamientos para

la disfunción sexual femenina

no siempre se han considerado

necesarios e incluso en la

actualidad no siempre cuentan

con la aceptación de médicos

y pacientes.