Diagnóstico y evaluación inicial de la HBP en Atención Primaria

Noticia patrocinada por:   Los primeros síntomas de la hiperplasia benigna de próstata (HBP) se detectan en Atención Primaria y se centran en síntomas del tracto urinario inferior; los STUI. Entre estos hay que diferenciar los síntomas de vaciado, posmiccionales o de llenado. Hay que tener en cuenta que los STUI no siempre se relacionan a la presencia de HBP. En estos casos, los problemas prostáticos se caracterizan por presentar una sintomatología mixta. Para determinar la presencia de HBP, en las consultas de Primaria se debe llevar a cabo una correcta anamnesis, un examen físico que incluya el tacto rectal, y un análisis de orina. Tal y como se detalla en el Documento de consenso sobre pautas de actuación y seguimiento del varón con síntomas del tracto urinario inferior secundarios a hiperplasia prostática benigna −en el que han participado cuatro sociedades científicas en su elaboración: la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y la Asociación Española de Urología (AEU)− las pruebas necesarias para el diagnóstico de la HBP se clasifican en obligatorias, donde hay que hacer una historia clínica general y urológica; un examen físico general y abdominogenital; un tacto rectal y un urianálisis. Entre las recomendadas se encuentra la escala internacional de síntomas prostáticos (IPSS en sus siglas inglesas) y de calidad de vida, el PSA, la función renal, la medición del residuo posmiccional y ecografía abdominal en los casos de STUI moderados o graves. Ya entre la pruebas opcionales que se pueden hacer en las consultas de Atención Primaria están la flujometría, el diario miccional y la valoración de la función sexual. No se recomienda hacer una citología, una cistoscopia, una ecografía transrectal, una urografía endovenosa, una TAC y una RMN transrectal. Con los primeros dos tipos de pruebas, se puede tener un valor predictivo que ronda el  80 %. Eso hace que desde este escalón de asistencia se logre diagnosticar la HBP que no presenta grandes complicaciones.

Diagnóstico inicial

Una vez que se ha hecho el diagnóstico inicial, se pueden derivar a Urología a los pacientes que necesiten ampliar el diagnóstico. Asimismo, se recomienda realizar una vigilancia activa cuando los pacientes presenten síntomas leves o, directamente, no tengan síntomas, tengan una correcta calidad de vida y el tamaño de su próstata se mantenga estable. Durante este periodo también es importante hacer hincapié en los cambios en el estilo de vida y en una serie de pautas que ayuden a mejorar sus síntomas. Con los cambios en el estilo de vida, basados en una correcta alimentación y la realización de ejercicio físico, también se consigue actuar sobre la obesidad, el síndrome metabólico y la diabetes que aumentan el riesgo de progresión y empeoramiento de los STUI en pacientes con HBP.

Seguimiento

No obstante, desde Atención Primaria se puede hacer la evaluación del seguimiento del paciente con HBP. Desde la Asociación Americana de Urología sostienen que se debe evaluar a los pacientes entre la semana cuatro y 12 después de iniciar el tratamiento, siempre y cuando no se produzcan problemas de efectos adversos asociados a la pauta terapéutica que requieran una consulta. En la valoración de la respuesta al tratamiento se debe repetir la encuesta  IPSS y otras como la evaluación del residuo posmiccional  y una flujometría. En esta revisión se puede detectar a los pacientes con hiperplasia benigna de próstata que no consiguen una mejoría de sus síntomas con la pauta farmacológica o presentan efectos secundarios que afectan considerablemente a su calidad de vida. Ese grupo de pacientes debe ser reevaluado en Atención Primaria y considerar un cambio de pauta farmacológica o la intervención quirúrgica. Con respecto a las pruebas preoperatorias, lo primero que hay que hacer es valorar el tamaño de la próstata. Esto se hace con una ecografía transrectal o abdominal, cistoscopia o imágenes transversales proporcionadas por  un resonancia magnética o una tomografía computarizada. También hay que hacer una valoración del residuo posmiccional y uroflujometría.