EL MEDICO INTERACTIVO, Madrid.-La dilatación de los riñones (hidrofrenosis) y la dilatación del ureter (ureterohidroefrosis) son algunas de las malformaciones que se pueden detectar a través de ecografías, a partir de los cuatro meses de embarazo.La hidronefrosis o dilatación de los riñones tiene una prevalencia…
EL MEDICO INTERACTIVO, Madrid.-La dilatación de los riñones (hidrofrenosis) y la dilatación del ureter (ureterohidroefrosis) son algunas de las malformaciones que se pueden detectar a través de ecografías, a partir de los cuatro meses de embarazo.
La hidronefrosis o dilatación de los riñones tiene una prevalencia muy alta. Afecta a uno cada 1.000-3.000 recién nacidos. Se les realizan distintos estudios, porque no todos los riñones dilatados están obstruidos. Aproximadamente, un tercio de los casos precisa Cirugía.
El doctor Andrés Gómez Fraile, coordinador del Grupo de Urología Pediátrica de la Asociación Española de Urología (AEU) asegura que este tipo de herramientas de diagnóstico ha aumentado significativamente la detección de múltiples problemas antes de presentar síntomas. 'Cada vez es más frecuente que acudan niños a la consulta sin síntomas con un diagnóstico de dilatación del riñón o de la vía escretora. En estos casos se lleva a cabo diversos estudios para determinar si esa dilatación se debe a un problema obstructivo o a un reflujo', explica este experto.
El reflujo vésico-ureteral es otra enfermedad urológica frecuentes entre los más pequeños. Consiste en el desplazamiento ascendente de la orina desde la vejiga a los uréteres, y en caso de infección de orina asociada puede provocar lesiones en el riñón. La mayoría de los reflujos', explica el doctor Gómez Fraile, 'se suelen diagnosticar tras cuadros de infecciones urinarias, aunque actualmente pueden sospecharse prenatalmente, mediante ecografía. Los síntomas son grado de reflujo y estado de los riñones e indican el tipo de tratamiento. Suele ser conservador aunque en algunos casos es preciso una intervención quirúrgica por persistencia o por aparición de complicaciones, infecciones o deterioro renal. Un alto porcentaje de los que se detectan prenatalmente o en edades muy tempranas, independientemente del grado del reflujo, pueden resolverse en el crecimiento. En los niños que no tienen síntomas y los riñones no están en mal estado los especialistas se limitan a 'esperar a ver su evolución'.
Por otra parte, la infección urinaria afecta a un cuatro por ciento de los niños españoles en edad escolar. Es el cuadro clínico más frecuente que acompaña a las patologías urológicas en la infancia. Los síntomas generales de infección urinaria en niños pequeños son vómitos, decaimiento o irritabilidad, rechazo del alimento, alteración en la hidratación y fiebre. En niños más mayores pueden presentar, además de los anteriores síntomas, disuria (dolor en la uretra durante la micción), lumbalgia, dolor abdominal y hematuria (sangre en la orina). El dolor puede persistir durante un breve período tras la micción. En los más pequeños, este tipo de infección puede ser indicio de una malformación congénita
La patología más frecuente asociada es el reflujo vésico ureteral. En otras ocasiones se asocia a alteraciones funcionales del aparato urinario, pero también puede ser un cuadro aislado, aconsejándose entonces una higiene adecuada de los genitales (limpieza al realizar deposiciones o después de orinar en las niñas).
Incontinencia de orina
Es un síntoma frecuente que acompañar a las malformaciones, alteraciones anatómicas y/o funcionales del aparato urinario. Es especialmente frecuente la enuresis nocturna, es decir, los escapes involuntarios de orina durante el sueño. Su incidencia es de un 15 por ciento a la edad de 5 años. En edades previas se considera normal, constituyendo una fase en la maduración del control urinario. El doctor Gómez Fraile asegura que las incontinencias nocturnas puras se consideran subsidiarias de tratamiento a partir de los cinco años de edad. Una vez diagnosticadas no existe patología anatómica de base y en la actualidad suelen evolucionar bien con tratamientos a base de hormona antidiurética sintética o con aparatos de alarma.
Las incontinencias diurnas necesitan ser más estudiadas para conocer las causas. Pueden ser anatómicas o funcionales. Las más frecuentes son éstas últimas. Afectan más a las niñas y su origen es una falta de maduración en el control vesical. En estos casos se requiere un tratamiento médico y unas pautas de reeducación funcional.
Alteraciones en los
genitales externos
Dentro de este grupo el hipospadias es una malformación muy frecuente. Constituye un defecto congénito del pene producido por desarrollo incompleto de la uretra, los cuerpos cavernosos y el prepucio. 'El orificio ureteral en vez de estar situado en la punta del glande se encuentra más abajo pudiendo faltar toda la uretra peneana. En la actualidad se corrige quirúrgicamente y aproximadamente en un 70-80 por ciento de los casos se resuelve sin ningún tipo de complicación', asegura este urólogo.
La criptorquidia o la falta de descenso de uno o ambos testículos a la bolsa escrotal está presente en el uno por ciento de los niños. Se suele resolver quirúrgicamente y la operación se lleva a cabo cuando el niño tiene entre un año y medio y dos años de edad. Otra patología muy frecuente es la fimosis. En estos casos, la piel impide descubrir el glande y, por tanto, hace imposible una higiene adecuada.
La mayoría de estas enfermedades no tienen síntomas de alerta inmediatos. Las más fácilmente diagnosticables son las que afectan a los genitales externos, ya que se detectan a través de una simple exploración física. Entre las patologías malformativas, las hay con una clara tendencia familiar, como es el caso de los hipospadias. No obstante, se desconoce la causa de ambas malformaciones.