El tratamiento antidepresivo se debe entender como el proceso para mejorar la calidad de vida y la funcionalidad del paciente con trastorno depresivo
El objetivo de los tratamientos antidepresivos debe ser ambicioso. Se debe conseguir la remisión completa de todos los síntomas del trastorno depresivo. Esto es, la desaparición no solo del desánimo y la pérdida de energía, sino del resto de los síntomas acompañantes, haciendo especial hincapié…
El objetivo de los tratamientos antidepresivos debe ser ambicioso. Se debe conseguir la remisión completa de todos los síntomas del trastorno depresivo. Esto es, la desaparición no solo del desánimo y la pérdida de energía, sino del resto de los síntomas acompañantes, haciendo especial hincapié en la ansiedad, el insomnio, la actividad y la capacidad hedónica.
El tratamiento antidepresivo tiene como objetivo primario garantizar la seguridad del paciente, la remisión completa de los síntomas depresivos y la recuperación total de la funcionalidad, buscando el bienestar de la persona.
También, se deben considerar los factores y circunstancias vitales estresantes que han contribuido a la génesis, empeoramiento y mantenimiento de los síntomas depresivos.
Fases del tratamiento
Así, el tratamiento antidepresivo consta de tres fases: la fase aguda, en la que se busca la remisión de los síntomas; la fase de continuación, en la que se persigue prolongar la remisión y recuperar la funcionalidad, y la fase de mantenimiento, en la que han remitido los síntomas, se ha recuperado la funcionalidad y se procura evitar una nueva recaída o recurrencia de la depresión.
Con el tratamiento antidepresivo es posible recuperar la funcionalidad completa, ya que es necesaria para la resolución de la enfermedad. Ese debe ser el objetivo del tratamiento de los pacientes que padecen trastornos depresivos.
Es posible la recuperación funcional completa en un porcentaje importante de los episodios depresivos mayores agudos. El diagnóstico precoz de la enfermedad, una intervención en el tratamiento psicofarmacológico que respete los plazos temporales según el consenso clínico para la evaluación, la valoración e introducción de cambios en el tratamiento con agilidad y presteza son aspectos que mejoran el pronóstico clínico del cuadro y, por supuesto, la recuperación funcional a medio-largo plazo.
Tratamiento individualizado
No obstante, hay que recordar que cada individuo es único, y lo que puede resultar beneficioso para uno puede no serlo para otro. Pero la experiencia y la ciencia médica hasta la fecha nos muestran que hay distintas estrategias que se pueden llevar a cabo para conseguir ese fin.
En la recuperación de la funcionalidad, juegan un papel clave el apoyo social, de amigos y familiares. De ahí la importancia de trabajar aspectos centrados en el paciente, pero también es importante la necesidad de mantener conexiones sociales, con personas de confianza para recibir apoyo emocional mutuo.
El estilo de vida saludable también es fundamental para el mantenimiento y la recuperación de la funcionalidad, la necesidad de realizar actividades de ocio y tiempo libre, alimentación equilibrada, descanso adecuado y un manejo del estrés.
El tratamiento antidepresivo se debe entender como el proceso para mejorar la calidad de vida y la funcionalidad del paciente.
Pronóstico
Aproximadamente, la mitad de los pacientes alcanzan la recuperación completa de la funcionalidad, pero la otra mitad presentan persistencia de síntomas residuales, como trastornos cognitivos con dificultades de concentración, apatía, fatiga y anhedonia, que afectan notablemente a la calidad de vida de los pacientes.
El mal cumplimiento terapéutico, la comorbilidad somática u otros trastornos mentales concomitantes, incluyendo el abuso de substancias, así como un tratamiento inadecuado en las formas resistentes de depresión, son algunas de las causas asociadas a un peor pronóstico.
Siempre que no haya una respuesta completa, se debe buscar la remisión completa de los síntomas y la recuperación de la funcionalidad premórbida. Esto es posible mediante la combinación del fármaco antidepresivo con psicoterapia reglada o asociar dos antidepresivos con mecanismos de acción complementarios buscando una estrategia más eficaz.
Estrategias combinadas
Existen diversas estrategias para potenciar el tratamiento antidepresivo, con el objetivo de alcanzar la recuperación de la funcionalidad premórbida.
Dentro de estas alternativas se podrían enumerar el aumento de la dosis del fármaco, el cambio de antidepresivo, la asociación de dos o más antidepresivos con diferentes mecanismos de acción, la prescripción de medicación coadyuvante (neurolépticos atípicos, estimulantes, eutimizantes) o la indicación de terapia electroconvulsiva.
En lo que respecta a la asociación entre el tratamiento psicofarmacológico y la psicoterapia, esta última ha demostrado su eficacia en mejorar la funcionalidad psicosocial en los trastornos depresivos.
Numerosos estudios han demostrado que la psicoterapia cognitivo-conductual se asocia a una marcada mejoría de la sintomatología afectiva y de la funcionalidad, desempeñando un papel fundamental en la prevención de las recaídas depresivas.
Por otro lado, el abordaje terapéutico basado en intervenciones de psicoeducación, en el enfoque motivacional y en programas que fomenten la adherencia terapéutica constituyen importantes alternativas a la hora de potenciar la recuperación de la funcionalidad.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Psiquiatría María Isabel Frigola, de la Fundación Sanitaria Mollet; Miguel Ángel Martínez Antón, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Hospital de Liencres, Programa de Psicogeriatría; Pablo Cervera Boada, del Hospital Universitario Dr. Peset, en Valencia; David Gimeno Montes, de la Clínica Doctor Gimeno; Paula Moreno Merino , del Centro Médico Los Reales, en Estepona; Ignacio López Corral, del Centro de Salud Mental Infante, en Murcia; Jorge Atala Riffo, del Centro de Salud Mental de Adultos de Santa Coloma de Farners; Fernando Contreras Fernández, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge; José Juan Rodríguez Solano, del Centro de Salud Mental Tetuán, Hospital Universitario La Paz, de Madrid, e Iván Carlos Legascue de Larrañaga, del Hospital Provincial, Complejo Asistencial de Ávila.