Dos experimentos sobre cristalización de proteínas en el espacio,
diseñados por el grupo español dirigido por Juan Manuel García Ruiz,
responsable en Granada del Laboratorio de Estudios Cristalográficos del
CSIC, viajaban a bordo de la nave Columbia. García Ruiz manifestó ayer
a ABC que los experimentos se han perdido con el estallido de la nave,
un revés que este investigador minimiza absolutamente ante la tragedia
que ha supuesto la pérdida de siete vidas. Esta investigación, la única
española incluida en los 80 experimentos que supervisaron los
astronautas del «Columbia» hasta su fatídico regreso a la atmósfera, es
una continuación de los estudios que este mismo grupo del CSIC realizó
en la misión del transbordador «Discovery» en la que viajó el español
Pedro Duque, entre el 28 de octubre y 7 de noviembre de 1998, según
recoge el diario ABC.
La cristalización de proteínas es un proceso clave para determinar la
estructura de estas macromoléculas, que son esenciales para entender
el funcionamiento de los seres vivos, pero también para el desarrollo de
fármacos. Los experimentos españoles pretendían aprovechar las
condiciones favorables que proporciona la ausencia de gravedad para
mejorar las técnicas diseñadas para la obtención de cristales de
proteínas. En los dos experimentos se utilizaron cinco proteínas
diferentes que viajaban en el interior de dos reactores, a bordo de un
equipamiento europeo. El objetivo era comprobar si los cristales de
estas moléculas crecían en la interfase entre las dos mitades de cada
reactor, una de ellas rellena con geles. Según García Ruiz, finalmente no
se podrá saber. Un microscopio obtenía imágenes de este proceso, pero
no estaba prevista su remisión a tierra durante el vuelo del Columbia.
Sólo tras el regreso del transbordador y la recuperación de las muestras
era posible analizar los resultados.
Este equipo suele utilizar para sus experimentos en el espacio un
dispositivo de poliestireno diseñado en el laboratorio de Granada, que se
caracteriza por su pequeño tamaño (13 cm x 13 cm x 8 cm) y peso (un
kilogramo). En esta especie de caja, conocida por las siglas GBC,
pueden colocarse hasta seis capilares de vidrio con soluciones de
proteínas. En los últimos dos años, la caja ha viajado en sendas
ocasiones a la estación internacional en vuelos taxis de las naves rusas
«Soyuz», cofinanciados por Bélgica y Francia.