En el manejo y control del asma, además de los factores físicos como la inflamación de las vías respiratorias, los aspectos psicológicos y el sedentarismo del paciente desempeñan un papel crucial. La ansiedad y la depresión son factores emocionales que pueden influir significativamente en la gravedad de los síntomas del asma, la frecuencia de las exacerbaciones y el uso de recursos sanitarios. Por su parte, la falta de actividad física también puede afectar negativamente a la función pulmonar y empeorar los síntomas del paciente. Por lo tanto, es esencial un enfoque holístico para lograr un mejor control de la enfermedad.
La ansiedad y la depresión son patologías psiquiátricas comunes en pacientes asmáticos, especialmente en aquellos con asma de grave difícil control (AGNC). La prevalencia de estos trastornos está subestimada, aunque múltiples estudios evidencian que son más frecuentes en asmáticos que en la población general. Además, influyen negativamente en el curso y control del asma.
Prevalencia de depresión y ansiedad
El asma es una enfermedad prevalente y multifactorial. En España, la prevalencia de asma varía entre un 3,0 % y un 10,7 %, dependiendo de la forma de cuantificación, y en algunas provincias puede llegar al 11,5 % de la población. Según los datos que maneja la doctora Silvia Trasmonte, del Centro de Salud María Fuensanta Pérez Quirós, en Sevilla, el trastorno depresivo mayor (TDM) tiene una prevalencia cercana al 15 %, mientras que el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) afecta aproximadamente al 20 % de la población. Se debe considerar, por tanto, que “el TDM y el TAG están asociados a factores constitucionales y medioambientales, lo que los relaciona con enfermedades crónicas o recurrentes como el asma”, incide la especialista. Además, el asma se asocia frecuentemente con trastornos mentales como el episodio depresivo mayor (EDM) y el TAG, y esta relación puede afectar los síntomas bronquiales del asma y viceversa. Ahondando en lo mismo, “la gravedad del asma puede influir en la manifestación de los trastornos mentales mencionados”, asegura. Aunque la mayoría de los estudios sobre la asociación entre morbilidad psiquiátrica y severidad del asma se han realizado en niños y adolescentes, es posible que la prevalencia de trastornos mentales sea mayor en pacientes con asma crónica. Por lo tanto, añade la facultativa, “es crucial recordar que la coexistencia de un trastorno mental y una enfermedad orgánica aumenta los costos de atención médica y terapéutica, y afecta a la calidad de vida del paciente”. Esta compleja relación entre el asma y los trastornos mentales requiere de una evaluación integral y personalizada para optimizar el manejo clínico del paciente, resume la doctora.Cómo influyen las emociones en el asma
Tal como expone el doctor Antonio Almazán, del Centro de Salud Castilblanco de los Arroyos, en Sevilla, “es crucial entender la relación entre emociones y asma, ya que las emociones impactan en aspectos fundamentales de la enfermedad”. El papel que juegan es decisivo en la génesis y evolución del asma. Este especialista destaca los siguientes aspectos:- En el curso de la enfermedad: los pacientes asmáticos con depresión o ansiedad frecuentan más los servicios de urgencias y tienen mayor número de ingresos hospitalarios. La gravedad del asma se relaciona directamente con la gravedad de los síntomas depresivos.
- En los costes de la enfermedad: los asmáticos con una segunda patología consumen más medicamentos y realizan más visitas a profesionales sanitarios. Aquellos con ansiedad o ataques de pánico usan innecesariamente medicación inhalada por síntomas como disnea, que no compromete la función respiratoria.
- En la mortalidad: la depresión aumenta el riesgo de estado asmático y muerte súbita, en parte debido a una menor adherencia al tratamiento.
- En la prevención: el tratamiento con antidepresivos tricíclicos en asmáticos con depresión mayor mejora los síntomas, reduce el uso de inhaladores y mejora la calidad de vida.
La influencia del sedentarismo
Otro aspecto que influye en el pronóstico del asma es el sedentarismo. La inactividad física es el cuarto factor de riesgo de muerte más importante a nivel mundial, solo superado por la hipertensión arterial y el tabaquismo, y equiparable a la diabetes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la causa el 6 % de las muertes globales, lo que equivale a 3,2 millones de personas al año. La OMS también indica que las personas sedentarias tienen entre un 20 % y un 30 % más de probabilidades de morir prematuramente que las activas. La doctora Carmen Font, del Centro de Salud Casa del Mar, en Huelva, advierte que: “La inactividad física está asociada a un aumento significativo de diversas enfermedades graves”. El sedentarismo está aumentando alarmantemente y ya es considerado una epidemia por los organismos sanitarios, apunta. De hecho, la OMS estima que alrededor del 60 % de la población mundial no realiza suficiente actividad física para obtener beneficios para la salud. Además, “las personas sedentarias tienden a fumar más y a tener una alimentación desequilibrada”.Fomentar la actividad física desde la consulta
Por su parte, el doctor Manuel Carlos Jiménez, del Centro de Salud María Fuensanta Pérez Quirós en Sevilla, señala que en pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) está bien documentado que la reducción de la actividad física agrava la evolución de la enfermedad, aumentando las exacerbaciones y hospitalizaciones. “Aunque hay menos evidencias en el asma, se ha encontrado una relación similar”, asevera. Revisiones sistemáticas muestran que los pacientes asmáticos tienen menor actividad física que los no asmáticos y que incrementar esta actividad mejora la evolución de la enfermedad. Por tanto, el doctor señala que: “El sedentarismo debe ser valorado y los pacientes deben ser animados a mejorar su condición física, incrementando la actividad física”. Este enfoque no farmacológico es crucial y no debe olvidarse en el manejo de pacientes con asma grave no controlada. Fomentar la actividad física en estos pacientes puede conducir a una mejor evolución de la enfermedad, concluye. Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores: Antonio Almazán Quesada, Carmen Font Guerrero, Edwin Jesús Ventura López, Juan José Pérez Rodríguez, Manuel Carlos Jiménez Plata, Silvia Trasmonte Conde, Luis Lavado Hernández y Manuel Carrascal Corrales. Una publicación independiente desarrollada gracias al patrocinio financiero de BIAL. Los puntos de vista y las opiniones que se expresan en esta obra son de sus autores y no reflejan necesariamente la política oficial ni la posición de BIAL. BIAL no debe ser considerada responsable de la veracidad de la información ni de los posibles errores u omisiones. Referencias:- Programa de Formación Semergen. Manejo Practico del Paciente en Asma Grave no Controlada. https://semergen.es/resources/files/PFS_Asma_SEMERGEN.
- Relación entre el nivel de actividad física y sedentarismo, sobrepeso y calidad de vida relacionada con la salud en niños asmáticos en edad escolar: un estudio exploratorio en Sevilla. Borja del Pozo-Cruz, Jesús del Pozo-Cruz, Francisco Javier González Limones, Rosa María Alfonso Rosa Universidad de Sevilla.
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