El asma y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) comparten características clínicas y ambas se basan en la inflamación y la obstrucción de la vía aérea. Tradicionalmente, la reversibilidad de la enfermedad era un parámetro distintivo del asma, hoy una prueba broncodilatadora negativa no permite…
El asma y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) comparten características clínicas y ambas se basan en la inflamación y la obstrucción de la vía aérea. Tradicionalmente, la reversibilidad de la enfermedad era un parámetro distintivo del asma, hoy una prueba broncodilatadora negativa no permite descartar el diagnóstico, siendo necesarias otras pruebas como la determinación de FeNO (o examen del óxido nítrico exhalado) u otra de hiperreactividad bronquial.
Así lo señala el doctor José Enrique Rodríguez Camacho, médico de Familia en el Centro de Salud Hornachuelos, en Córdoba. Por el contrario, una prueba broncodilatadora positiva, según los puntos de corte definidos con anterioridad, no permite diferenciar asma de EPOC. “Elevar el punto de corte aumenta la especificidad de la prueba, de hecho, hay estudios que estiman que una mejoría > 400 ml sugiere asma, o al menos un síndrome de solapamiento asma-EPOC”, señala el experto.
Una respuesta broncodilatadora es positiva o significativa cuando FEV1 es mayor o igual al 12 % y mayor o igual a 200 ml o > 10% del valor teórico de FEV1 o FVC.
La prueba broncodilatadora
El doctor José Luis Cidra Gordillo, médico de Atención Primaria del Centro de Salud de Villafranca de los Barros, en Badajoz, señala que la prueba broncodilatadora es la más adecuada para el diagnóstico del asma, precisamente, por la reversibilidad de la patología. “Sin embargo, la ausencia de reversibilidad significativa no permite descartar el diagnóstico de asma”, dice. Por otro lado, para el diagnóstico de la EPOC es imprescindible la realización de una espirometría que demuestre una limitación de flujo aéreo. “De tal modo, se considera EPOC cuando el FEV1/FVC es menor de 0,7, y su gravedad viene determinada por el FEV1 post-broncodilatación. Por debajo de 80 se debe considerar una EPOC leve”, indica el especialista. En ese sentido, el doctor Cidra resalta que “la respuesta broncodilatadora no permite diferenciar definitivamente entre asma y EPOC”.¿Qué relación tienen?
Tanto el asma como la EPOC son dos enfermedades inflamatorias muy prevalentes que tienen diferentes mecanismos patogénicos y diferentes grados de respuesta al tratamiento antiinflamatorio. Sin embargo, en la práctica clínica aparecen con frecuencia presentaciones clínicas que solapan ambas enfermedades y que no están claramente representadas en los ensayos clínicos, tal como explica el doctor Juan Domingo Gálvez Sánchez, del Consultorio Valle de la Serena, en Badajoz. De hecho, “el asma puede ser un factor de riesgo para desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La combinación de asma y fumar aumenta aún más el riesgo de EPOC”. En el caso de los niños que padecen asma persistente, el riesgo de desarrollar EPOC, una vez alcanzada la edad adulta, también es mayor. “Y no hay que olvidar las comorbilidades que puedan asociarse al asma y otros datos que acompañen al paciente como son la edad, la exposición al tabaco u otras sustancias o consumo de las mismas”, añade.El asma grave tiene mayor riesgo
Con los datos en la mano, el doctor José Guillermo Rivas Cano, del Centro de Salud Peñarroya, en Córdoba, resalta que varios estudios han encontrado esa asociación entre el asma y un mayor riesgo de desarrollar EPOC en el futuro. Un trabajo publicado en el European Respiratory Journal, en 2017, analizó los datos de más de 15.000 pacientes con asma y reveló que los participantes con asma grave y de larga duración tenían un mayor riesgo de desarrollar EPOC en comparación con los que tenían asma leve o moderada. Otro estudio, de 2019 y publicado en la revista Chest, también demostró una relación entre ambas enfermedades. “Sin embargo, es importante destacar que no todas las personas con asma desarrollarán EPOC, cada caso es único y deben considerarse otros factores. El tabaquismo crónico, la exposición a sustancias tóxicas en el entorno laboral y la predisposición genética son claves en el desarrollo de la EPOC”, dice el especialista.El concepto ACO
En este escenario no se puede dejar de hablar de ACO, el acrónimo anglosajón que significa: Asma-COPD Overlap, es decir, el solapamiento de ambas enfermedades. Se trata de una condición en la que los pacientes presentan una combinación de características clínicas, inflamatorias y funcionales tanto de asma como de EPOC. Según el doctor Ignacio Poyato Zafra, del Centro de Salud Aguilar de la Frontera (Córdoba), en términos generales se proponen dos tipos de pacientes susceptibles de ser considerados ACO. Por un lado, el paciente asmático fumador que desarrolla una obstrucción crónica al flujo aéreo y, por otro, el paciente EPOC con eosinofilia. Se estima que la prevalencia puede situarse entre el 1,6 % y el 4,5 % de la población general, cifra que asciende hasta el 15-25 % de población con patología respiratoria obstructiva. Por tanto, “el diagnóstico debe realizarse de manera secuencial. Confirmar que el paciente cumple criterios de EPOC junto con criterios de asma, podría considerarse diagnóstico. En caso de no cumplir completamente los criterios de asma se considerará diagnóstico una prueba broncodilatadora muy positiva o presencia de eosinofilia en sangre”, explica el especialista.Uso de corticoides en EPOC leve
Otro tema controvertido en el manejo de estas patologías tiene que ver con la decisión de administrar corticoides inhalados en pacientes con EPOC leve y recuento de eosinófilos elevados. En este sentido, el doctor Rivas recalca que, pese a que existen estudios e investigaciones que sugieren que los corticoides inhalados pueden ser beneficiosos en ciertos casos, no hay consenso definitivo en cuanto a su uso en esta población específica. Por tanto, “es fundamental –sugiere el experto– que la decisión de administrar corticoides inhalados se tome de manera individualizada, considerando la gravedad de los síntomas, la frecuencia de exacerbaciones, la calidad de vida del paciente y los posibles efectos secundarios”. Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores: Antonia Polanco Martínez, David López Casares, Fernando Rubén Romero Angulo, Ignacio Poyato Zafra, José Guillermo Rivas Cano, Juan Domingo Gálvez Sánchez, José Enrique Rodríguez Camacho, José Luis Cidra Gordillo y Mario Benavente Martín. Una publicación independiente desarrollada gracias al patrocinio financiero de BIAL. Los puntos de vista y las opiniones que se expresan en esta obra son de sus autores y no reflejan necesariamente la política oficial ni la posición de BIAL. BIAL no debe ser considerada responsable de la veracidad de la información ni de los posible errores u omisiones. Referencias:- Trisán Alonso, Andrea. Prueba broncodilatadora. Revisa de Asma. Vol.1, Núm. 2 (2016);1(2):60-67. Disponible en: https://separcontenidos.es/revista3/index.php/revista/article/view/101/113.
- Silva GE, Sherrill DL, Guerra S, Barbee RA. Asthma as a risk factor for COPD in a longitudinal study. Chest. 2004 Jul;126(1):59-65. doi: 10.1378/chest.126.1.59. PMID: 15249443.