El nacimiento de 1,4 millones de niños en todo el mundo mediante técnicas de reproducción asistida ha sido el principal aval de la seguridad de estos procedimientos. Ayer se presentaron en Madrid los resultados del mayor estudio comparativo realizado entre niños nacidos con técnicas de fecundación "in vitro" y otros concebidos de forma natural que ofrece resultados "tranquilizadores" respecto a su seguridad. La investigación, que ha seguido la evolución de 1.253 niños durante los primeros cinco años de su vida confirma, como otros estudios previos, que los "bebés probetas" se desarrollan y son tan sanos como los demás, informa el diario ABC.

Sin embargo, el trabajo no despeja totalmente todas las incertidumbres que han recaído sobre las técnicas de reproducción asistida desde que hace 25 años nació en Gran Bretaña el primer "bebé probeta". En el estudio se comparan las dos procedimientos más frecuentes: la fecundación "in vitro" (FIV) y la microinyección espermática (ICSI), que consiste en inyectar directamente en el óvulo un único espermatozoide, cuando existe una infertilidad masculina severa.

El peso al nacer y la altura a los cinco años de edad eran similares entre sendos grupos y no se apreciaron diferencias significativas en el crecimiento, las enfermedades que sufrieron en la infancia fueron similares y tampoco hubo diferencias en el coeficiente de inteligencia verbal o en su desarrollo motor o en el comportamiento de los niños hasta los cinco años de edad.

Problemas corregibles con cirugía

Pero la sombra de este estudio recae especialmente en el hallazgo de un ligero aumento de defectos congénitos en los niños que fueron concebidos por fecundación "in vitro" y por ICSI. Según el estudio, frente al 2,4 por ciento de defectos congénitos encontrados en el grupo de niños, concebidos de forma natural, se detecta un 4,1 por ciento de anomalías en los bebés de fecundación "in vitro" y hasta un 6,2 por ciento en los pequeños que nacieron gracias a la microinyección espermática.

Las anomalías detectadas se refieren a problemas urológicos, genitales, del tracto gastro-intestinal y músculo-esqueléticos, "todos ellos corregibles tras el nacimiento", aseguró ayer la principal autora del estudio, Christina Bergh, durante su presentación en el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana.

La profesora Bergh, experta en reproducción asistida del Hospital Universitario Sahlgrenska de Gotemburgo (Suecia), atribuyó el "ligero aumento" de malformaciones encontrado en los niños de ICSI a un posible error en la selección del grupo de niños concebidos de forma natural, que actuaban como grupo-control. El estudio se ha realizado con la colaboración de investigadores y niños de cinco países -Bélgica, Dinamarca, Grecia, Suecia y Reino Unido- y en tres de los cinco países, los menores del grupo-control se podría haber excluido a niños enfermos, según Christina Bergh. En cualquier caso, insistió ayer en que se necesitan nuevos trabajos de investigación para poder explicar la causa real de este aumento.

Los padres de FIV, más implicados

Otro de los aspectos importantes medidos en el estudio es el compromiso con el trabajo y la atención a los niños de los padres. Se ha comprobado que los padres que tuvieron sus hijos con fecundación "in vitro" son más atentos y están más implicados en su función de padres que los que tuvieron sus hijos sin recurrir a técnicas de fertilización artificial. También se nota una diferencia, en cuanto a implicación, del grupo de microinyección espermática frente al resto.

En opinión de la investigadora sueca: "Los resultados del desarrollo cognitivo y motor son muy tranquilizadores y queda demostrado que las familias de FIV e ICSI se desenvuelven bien. No hemos podido identificar ninguna tensión en las relaciones conyugales o paterno-filiales y no detectamos riesgos suplementarios de impacto socioemocional negativo ni en los padres ni en los hijos".

Pese al ligero aumento de anomalías, confirma los resultados tranquilizadores alcanzados el año pasado en la Universidad de Sydney.