Hace tiempo que los genetistas sospechan que la longevidad humana
depende en buena parte de la longitud de los telómeros, las estructuras
que recubren los extremos de los cromosomas. Ahora, por primera vez,
unos científicos han creado un método de prever las probabilidades de
muerte de una persona de acuerdo a la extensión de sus telómeros. El
hallazgo confirma a sus autores el papel clave de estos segmentos
cromosómicos en el proceso de envejecimiento y las enfermedades
asociadas, abriendo un horizonte al desarrollo de terapias capaces de
aumentar la longevidad, según recoge el diario LA RAZÓN.
La longevidad de una persona depende de cuán largos -o cuán cortos-
sean sus telómeros, las terminaciones que cubren los extremos de los
cromosomas. Así se desprende del estudio llevado a cabo por
investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, publicado
hoy en «The Lancet». En el trabajo sostienen que la gente que tiene los
telómeros de mayor longitud vivirá más tiempo que los demás.
El nombre de estas estructuras cromosómicas procede de dos palabras
griegas : «Telo», cuyo significado es fin; y «mero», parte. De no
existir, se producirían fusiones entre los finales de los distintos
cromosomas y degradaciones del material genético. En cierto sentido,
se parecerían a las fundas que se colocan en las puntas de los
cordones de los zapatos, con el propósito de evitar que se deshilachen.
Cada vez más cortos
Con el paso de los años, los telómeros se acortan; de ahí que se les
haya relacionado con el proceso de envejecimiento, quizás como uno de
los factores responsables. Pero del mismo modo se han encontrado
telómeros prematuramente cortos en personas afectadas por ciertas
enfermedades, lo cual ha dado a suponer que su longitud pueda tener
algo que ver con la salud.
Esta premisa ha servido de punto de partida al estudio referido, que
se ha centrado en comparar la longitud telomérica y el riesgo de muerte
de un número de personas. Dicha longitud puede determinarse
mediante el análisis genético de una muestra de sangre.
En el citado trabajo que ha puesto a prueba esta hipótesis han
participado 143 individuos de más de 60 años de edad, a lo largo de
varios años. Al término del periodo, se observó que los voluntarios del
experimento que tenían los telómeros más largos vivieron un promedio
de cuatro a cinco años que aquellos que los tenían más cortos.
La mayor mortalidad observada en el segundo grupo permitió a los
científicos inferir que sus miembros tenían un riesgo de morir de
enfermedades cardiacas que era tres veces superior al de otros
participantes; un riesgo ocho veces mayor si se lo vinculaba a la
posibilidad de fallecer a causa de enfermedades infecciosas.
«Esta es la primera investigación que demuestra el valor de la
longitud telomérica como predictor de la longevidad humana», según
afirma el jefe de los científicos de la Universidad Utah, Richard
Cawthon. «Sus conclusiones apoyan la hipótesis de que el acortamiento
de los telómeros constituye un proceso clave del envejecimiento,
contribuyendo a la mortalidad por un gran número de enfermedades que
están asociadas a la vejez».
Para este investigador estadounidense, la demostración tiene
implicaciones claras para la medicina. «Si esto se confirma, entonces
podría ser posible extender la du- ración de una vida sana en la madurez
mediante intervenciones terapéuticas que mantengan la longitud de los
telómeros».
Una de las principales metas en esa dirección la representa la
telomerasa, es decir, la enzima responsable de mantener los telómeros
y alargarlos. Algunas investigaciones han creado la esperanza en poder
controlar su producción, y de este modo interferir en la aparición de
enfermedades como el cáncer, a la vez que mejorar las condiciones de
salud en la vejez.