Redacción, Madrid.- La manipulación genética de los espermatozoides para lograr seres humanos resistentes a las enfermedades es una posibilidad cada vez más cercana que debería impedirse, según los expertos que participaron en el panel ético-legal del I Simposio sobre Reproducción Asistida, organizado por la Fundación Tambre. En enero de este año se publicó un estudio de científicos japoneses y norteamericanos en el que se había podido manipular, por primera vez, los genes de células reproductoras masculinas. Aunque el experimento tuvo lugar con peces, los científicos se mostraban confiados en poder aplicarlo a humanos.
"No se debería poder manipular la genética de las células reproductoras humanas ya que sería modificar el genoma de la Humanidad, lo que provocaría una debacle", advirtió el doctor Miguel Casares, presidente del Comité de Ética del Colegio de Médicos de Madrid y responsable de Ética Asistencial del Hospital de Getafe. De manipularse los espermatozoides con el objetivo, por ejemplo, de lograr individuos resistentes a las enfermedades "seleccionaríamos superhombres en detrimento del resto de personas", explicó.
En la actualidad se pueden seleccionar embriones que estén libres de determinadas enfermedades genéticas e implantarlos, descartando el resto, pero la posibilidad de insertar genes ajenos, incluso de otros animales, representaría crear nuevas especies humanas, una idea a la que se oponen los especialistas en reproducción y bioética reunidos en el Simposio.
Clonación
Otro de los retos a los que se enfrentan los científicos es el de la clonación con fines reproductivos, una posibilidad que suscita el rechazo mayoritario de los expertos. No obstante, tal como apuntó el doctor Casares se podría contemplar en aquellos casos en que haya situaciones de infertilidad que no puedan solucionarse por otras vías o que existan problemas de estimulación ovárica.
"Hay que apelar a la responsabilidad del investigador. No importa que establezcamos leyes si luego los profesionales no las respetan. No hay que prohibir el desarrollo tecnológico, porque en sí no es ni bueno ni malo, dependerá de la finalidad de su uso. Si se trata prácticas eugenésicas o de conveniencia, de modificar la especie, no se puede permitir, sería abrir la caja de Pandora".
La clonación reproductiva presenta, además, dificultades éticas añadidas, según el doctor Josep Egozcue, catedrático de Biología Celular de la Universidad de Barcelona: "Algunos centros podrían hacerlo, pero sería muy difícil por el equipo y sobre todo por la cantidad de mujeres que sería necesario: para lograr un solo clon se requerirían entre 200 y 300 mujeres que diesen sus óvulos y un número similar que hiciesen de madres de alquiler", comenta.
Mayor unanimidad despierta en la comunidad científica la reproducción con fines terapéuticos, a partir de células madre. "Es importante mantener todas las líneas abiertas. En el Parkinson se prefieren células fetales. en el infarto, células adultas y en la diabetes, embrionarias", destacó el doctor Egozcue. A pesar de ello, el anterior ejecutivo ratificó la Convención Europea de Biomedicina por la que se prohíbe la clonación terapéutica. "Una manera de esquivarlo es utilizar la clonación para tratar, no para investigar, que es lo que prohíbe la Convención".
Este experto pronosticó una escasez de células embrionarias que comprometerá la investigación, ya que son muy pocos los embriones aptos para obtener células madre y cada vez se congelan más óvulos en lugar de embriones.
Con el objetivo de promover la investigación con células madre, los profesores Egozcue y Casares coincidieron en proponer un banco nacional de células madre, como el que existe en el Reino Unido, que no firmó la Convención, al que se deben donar muestras de todas las líneas celulares.