Redacción.- El accidente cerebrovascular (ACV) o ictus, y que vulgarmente se conoce como 'trombosis' o 'derrame cerebral', supone actualmente la tercera causa de mortalidad en los países industrializados. La identificación y el control de los factores que pueden originarla, son pilares básicos en la prevención de la enfermedad cerebrovascular. Entre estos factores, 'la hipertensión arterial (HTA), tras la edad, es el principal factor de riesgo, de forma que los hipertensos tienen entre cuatro y cinco veces más posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular que los normotensos', según afirmó el doctor José Vicente Lozano, médico de Atención Primaria del centro de salud 'Serrería II' de Valencia, en el marco de la Octava Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión - Liga Española de Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LEHLA) recientemente celebrada.
Según manifestó este especialista, 'existe una evidencia abrumadora sobre el hecho de que el control de la hipertensión arterial reduce significativamente el riesgo de padecer un primer episodio de ictus. Así, el descenso de 5-6 mmHg en la presión arterial diastólica (PAD) y de 10-12 mmHg en la presión arterial sistólica (PAS), representa una reducción del riesgo de padecer un ictus, que se cifra en un 34-42 por ciento. Además, según añadieron los expertos, el tratamiento de la hipertensión arterial aislada también reduce la incidencia de ictus. Así el SHEP (Systolic Hypertension in Elderly Program) demostró cómo reducciones medias de 11,4 mmHg de la PAS y 3,4 mmHg de la PAD, reducían el ictus en un 36 por ciento'.
El doctor Lozano señaló también que 'la hipertensión arterial, bien como factor de riesgo, o como enfermedad causal, está relacionada con todos los tipos de ictus y tiene un efecto directo sobre los mecanismos que producen aumento de la rigidez arterial, aparición de placas de ateroma, hipertrofia de la pared vascular, etc'. Este daño arterial se potencia, además porque la hipertensión suele acompañarse de alteraciones metabólicas sobre lípidos e hidratos de carbono, fundamentales en la aparición del daño arterial.
La elevada prevalencia de esta patología, de 600 a 800 casos por cada 100.000 habitantes, origina también una gran cantidad de problemas socioeconómicos, ya que alrededor de la mitad de los afectados sufre secuelas o discapacidades permanentes, lo que les impide una integración social completa. Aunque en este sentido, según apuntan los expertos, la concienciación de la población en cuanto a la importancia del control de la HTA y de los valores elevados de colesterol, han hecho que en las últimas décadas la incidencia de esta enfermedad haya disminuido.