La infección vaginal por hongos es un problema bastante habitual en la mujer. Atajarla pasa por un diagnóstico certero y un tratamiento eficaz. Por eso, si nota que su secreción vaginal es más espesa de lo normal, de color blanquecino, su zona íntima (vagina y vulva) está enrojecida o irritada y tiene picor o ardor, si siente dolor al orinar o va al baño muy a menudo y si cuando mantiene relaciones sexuales tiene dolor, no lo dude y acuda inmediatamente al médico. Necesita confirmar que lo que tiene es realmente una infección vaginal por hongos que, aunque sin duda es un trastorno desagradable e incómodo, no es grave. Por rocambolesco que parezca, cuando su médico le comunique el diagnóstico puede hasta respirar aliviada. Y es que estos síntomas pertenecen también a otras tantas infecciones, entre las que se encuentran las Enfermedades de Transmisión Sexual, que conllevan unas consecuencias no tan benévolas.
¿Por qué aparece?
El principal responsable de las infecciones vaginales es un hongo llamado Cándida que forma parte de la flora vaginal de cualquier mujer. El problema llega cuando se multiplica de tal forma que acaba colonizando la vagina, un hábitat en el que encuentran el 'clima' ideal para sobrevivir: caliente y húmedo. Y todo porque la acidez de la vagina, el 'muro' que mantiene a raya a los hongos, disminuye. Hay que tener en cuenta que el mantenimiento de una microflora vaginal de lactobacilos es una condición determinante para el control de las infecciones microbianas. De hecho, determinados lactobacilos llevan a cabo la importante función de crear una barrera sobre las mucosas vaginales, evitando la implantación y, por tanto, el desarrollo de microorganismos patógenos.
Otras condiciones que pueden aumentar la probabilidad de padecer infecciones por hongos es una diabetes mal controlada, puesto que cuando el contenido de azúcar en sangre es muy elevado los hongos se reproducen con más facilidad, o un sistema inmunológico débil que no es capaz de dar al organismo las defensas que necesita, situación que se puede producir porque la mujer no sigue una alimentación equilibrada, está excesivamente cansada o presenta alteraciones del sueño; además de cambios hormonales, como los que se producen antes o después del periodo menstrual o durante el embarazo.
Además, está comprobado que la toma de antibióticos y antifúngicos, la excesiva utilización de jabones para la higiene íntima y unos hábitos higiénicos inadecuados pueden alterar la flora de lactobacilos, conduciendo todo ello al desarrollo de trastornos relacionados con la carencia de la flora microbiana.
¿Cuál es el tratamiento?
No tome la iniciativa e intente tratarse la infección por su cuenta, sólo podría empeorar las cosas y más si, aunque los síntomas cuadren, se trate en realidad de otro problema. Por eso, lo primero será acudir al médico que determinará la existencia de infección por hongos.
Una vez confirmado el diagnóstico es su médico quién le ha de indicar el tratamiento que mejor se adapte a su situación. Suelen emplearse medicamentos antifúngicos, es decir, que atacan a los hongos, que pueden ser en forma de pastillas, cremas que se aplican directamente sobre la zona afectada o cápsulas blandas que se introducen en la vagina. Gracias a ellos notará que los síntomas van remitiendo poco a poco, pero si la situación no remite acuda a su médico, ya que aunque el éxito está garantizado en el 80-90% de los casos cada vez es más fácil encontrar casos que no responden bien al tratamiento.
Es importante que tenga en cuenta que si utiliza cremas antifúngicas ha de olvidarse de los tampones, pues estos absorben la medicación y hacen que ésta sea menos efectiva. Además, algunos de los medicamentos que tratan la infección vaginal por hongos pueden debilitar los condones de látex y los diafragmas, aumentando las probabilidades de que se rompan.
No olvide éstos y otros muchos consejos que le pueda dar su médico o farmacéutico y evite mantener relaciones sexuales mientras que dure la infección.
FUENTES: Centro Nacional de Información sobre la Salud de la Mujer (EE.UU) y Centro de Coordinación para las Enfermedades Infecciosas (EE.UU).