Con la llegada del otoño y del invierno y las bajas temperaturas, emergen los virus típicos del invierno: gripe y virus respiratorio sincitial (VRS), principalmente. Pese a que el papel de las infecciones virales sobre las exacerbaciones de asma están bien establecidas, su participación en el origen del asma es más controvertida, explica el doctor Abel Santiago Álvarez, médico de Urgencias en el Hospital Alto Deba, en Mondragón (Donostia-San Sebastián).
Según los datos que maneja este experto, las infecciones virales causan cerca del 85 % de exacerbaciones del asma en niños y el 50 % en los adultos, en especial durante el otoño e invierno.
El asma es una enfermedad cuyas crisis pueden ser cíclicas, siendo el otoño y el invierno las estaciones en las que se suelen dar el mayor número. El aire frío, es una de las principales causas de asma, porque al penetrar en las vías respiratorias, activa los síntomas de esta enfermedad, pudiendo provocar broncoespasmos, tos, respiración ruidosa o entrecortada o presión torácica.
Las personas que presentan asma tienen las vías respiratorias hipersensibles y con la inhalación de aire helado se resecan y contraen, lo que explica el empeoramiento de la enfermedad en épocas invernales. El frío, además, origina la producción de histamina, originando sibilancias y otros síntomas, explica la doctora Marta Merino, del Centro de Salud Tudela Oeste, en Tudela (Navarra).
“Por tanto, si al clima invernal le añadimos la contaminación y la falta de lluvia, el aire que respiramos es aún más dañino para quienes tienen hipersensibilidad en las vías respiratorias, como es el caso de los afectados por asma”, indica.
En climas fríos hasta el 80 % de los pacientes con asma experimentan dificultad respiratoria al hacer ejercicio.
Mecanismos subyacentes
Según el doctor Álvarez, los individuos con asma no tienen, necesariamente, más resfriados que las personas sanas, sin embargo, es posible que presenten una exageración de síntomas cuando están en contacto con los virus respiratorios. “Hay estudios que han revelado que las respuestas inmunológicas a los virus respiratorios son defectuosas en individuos atópicos asmáticos”, señala. Este especialista argumenta que los mecanismos subyacentes, aunque no se conocen con precisión, probablemente sean multifactoriales e involucren la inflamación de la mucosa bronquial, la cual interactúa bajo ciertas circunstancias con la inflamación alérgica. “Además, las infecciones repetidas juegan un papel importante en la perpetuación de la inflamación y de la hiperreactividad bronquial, en especial en presencia de atopia, fenómeno que ocasiona el pasaje de asma de la niñez hacia un fenotipo de asma más persistente”. En cualquier caso, concluye el experto, “sea el mecanismo patogénico que sea entre los virus y el asma hoy está demostrado que las infecciones virales son el factor asociado más frecuentemente con la expresión del asma, independientemente del fenotipo, la edad y la fase de la historia natural del asma en la cual la infección viral ocurra”.VRS en la infancia
Por otro lado, el doctor Martín Torres, adjunto de Urgencias en el Hospital Universitario Donostia, en San Sebastián, resalta que las infecciones víricas respiratorias, además, pueden favorecer la sensibilización a diferentes alérgenos sin que esté totalmente aclarado su mecanismo. Un estudio de 1991, explica el médico, ya relacionó un incremento de respuesta inflamatoria en pacientes pediátricos que han padecido bronquiolitis. En el mismo sentido, investigaciones posteriores también observaron respuestas inflamatorias aumentadas tras padecer bronquiolitis. “Por lo tanto, parece clara la relación entre haber padecido VRS en la infancia y el aumento de probabilidades de desarrollar asma posteriormente”, indica.Uso de glucocorticoides sistémicos
Cuando el paciente sufre un ataque de asma o en los últimos escalones del tratamiento en fase estable debemos plantear la necesidad de tratamiento sistémico para asegurar la eficacia y no depender exclusivamente de la técnica de inhalación y del dispositivo empleado. El uso de glucocorticoides sistémicos acelera la resolución de las exacerbaciones y previene las recaídas, subraya el doctor Álvarez. “Excepto en crisis muy leves, deben administrarse de la forma más precoz posible, especialmente si no se consigue una respuesta adecuada inicial al salbutamol, si el paciente ya estaba tomando corticoides orales o si fueron utilizados en otras agudizaciones”, añade Agurtzane Fernández, del Servicio de Urgencias del Hospital San Eloy, en Barakaldo. Aunque la evidencia sobre la dosis óptima y la duración es débil, la mayoría de las guías recomiendan una duración del tratamiento de 3 a 5 días en niños y de 5 a 7 días en adultos, y deben adaptarse a la gravedad y la duración de una exacerbación, concluye. Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores: Abel Santiago Álvarez Cepero, Agurtzane Fernández Fernández, Ander Goicoechea Zenon, Eugenio Álvarez Tutor, José Juan Tagüeña Lanau, María Pilar Alonso Álvarez, Marta Merino Muñoz, Martín Torres Remírez y Nekane Gallo Salazar. Una publicación independiente desarrollada gracias al patrocinio financiero de BIAL. Los puntos de vista y las opiniones que se expresan en esta obra son de sus autores y no reflejan necesariamente la política oficial ni la posición de BIAL. BIAL no debe ser considerada responsable de la veracidad de la información ni de los posible errores u omisiones. Referencias:- Peebles RS Jr. Viral infections, atopy, and asthma: is there a causal relationship? J Allergy Clin Immunol. 2004 Jan;113(1 Suppl):S15-8. doi: 10.1016/j.jaci.2003.10.033. PMID: 14694345.
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