E.P., Madrid.- Un grupo de investigadores españoles ha logrado regenerar piel a partir de injertos de donantes en úlceras crónicas que los pacientes eran incapaces, por deficiencias en su organismo, de cicatrizar por si solos. Esta nueva técnica se basa en la aplicación de la genética a los problemas de la piel, un tema investigado durante más de una década en el Laboratorio de Daños, Reparación e Ingeniería de Epitelios del Centro de Investigaciones, Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).
El físico José Luis Jorcano dirige un grupo de 25 investigadores, junto con Marcela del Río y Fernando Larcher, que tratan de aplicar la genética para lograr que la piel, uno de los órganos más complejos del ser humano, se regenere en pacientes con quemaduras graves, o con incapacidad para cerrar sus heridas.
Para lograr que personas con úlceras crónicas, dolorosas y sangrantes, logren su cicatrización, Jorcano y su equipo han desarrollado un implante de tejido modificado genéticamente al que se la ha añadido el gen VEGT, responsable del crecimiento de vasos sanguíneos. Las pruebas realizadas en ratones inmunodeprimidos, y que por tanto no rechazan implantes de piel humana, han dado resultados positivos y sus heridas han logrado cicatrizar. Asimismo, se han realizado pruebas en cerdos, ya que su piel 'es la más parecida al hombre desde el punto de vista fisiológico', señaló Jorcano.
Los ensayos clínicos en pacientes humanos están a punto de empezar y los resultados en ratones muestran que el trasplante de piel se adapta perfectamente, no hay rechazo e, incluso, es capaz de generar vasos sanguíneos, por lo que se asume como piel propia. Jorcano comentó que el donante ideal de piel es un niño, ya que su epidermis mantiene células madre y generan tejido más rápidamente, por lo que se pueden preparar apósitos de piel donante y colocarla en pacientes en el momento preciso.
Las úlceras crónicas afectan al 2 por ciento de la población española y se considera crónica cuando la herida no ha cerrado durante más de seis meses. 'Estos pacientes no son muy sensibles al dolor, por lo que en ocasiones no sienten la herida hasta que es profunda, y además cicatrizan de forma muy lenta', explicó Jorcano.
El trasplante de tejido modificado genéticamente permite que en un día la herida quede taponada y a partir de ahí comenzar a generar piel, es decir, dermis y epidermis. La tasa de cicatrización es del 80 por ciento en un periodo medio de seis semanas y con una media de casi seis injertos.
Regenerar piel en quemados muy graves
El equipo de Jorcano, que también dirige la Fundación Genoma España, comenzó sus investigaciones en ingeniería tisular (de tejidos) en el campo de las quemaduras. Los primeros ensayos se realizaron en los años 80 y la piel que se implantaba provenía de la extracción de un trozo de piel del propio paciente que se estiraba en una malla, para implantarla posteriormente.
Este método inicial presentaba dos problemas: el paciente con quemaduras muy graves en el 60 por ciento de su cuerpo tenía que sufrir otro corte con un sistema inmune muy afectado, por lo que era hacer más daño, para poder salvarle. Y en segundo lugar, la piel que se obtenía era una capa muy fina, que no formaba dermis, la capa inferior, y que una vez cicatrizaba quedaba en forma de cuadrícula por la malla empleada para extenderla.
El laboratorio del CIEMAT se planteó entonces investigar cómo crear todas las capas de la piel, lograr sensibilidad en el paciente y terminaciones nerviosas, y a la vez regenerar una gran extensión de piel, ya que los pacientes con quemaduras en más del 60 por ciento de su cuerpo tienen un grave riesgo de morir.
Así, los investigadores realizaron biopsias de la piel del paciente y mediante cultivos injertaron en la dermis fibroblastos y queratinocitos para favorecer el crecimiento acelerado de la epidermis y su cicatrización.
En cuatro semanas, han logrado con varios centímetros de piel del paciente crear hasta dos metros cuadrados. El equipo de Jorcano comenzó los ensayos clínicos con el doctor Alvaro Meana, del Centro de Trasplantes de la Cruz Roja de Oviedo, y ya han tratado a más de 40 pacientes con quemaduras graves en toda España, que han logrado regenerar su propia piel gracias los implantes. Este protocolo para quemados graves se ha desarrollado también en los hospitales de Getafe (Madrid), Bilbao, Valencia y Sevilla, y cuenta con financiación del Plan Nacional de Investigación y de la Fundación Botín.
La piel como vehículo de curación
La línea más innovadora de investigación que están desarrollando en el Laboratorio de Daños, Reparación e Ingeniería de Epitelios del CIEMAT es conseguir que la piel se convierta en 'un vehículo para curar enfermedades' de la propia piel o de otros órganos del cuerpo humano, como por ejemplo hemofilias u osteoporosis, expuso el investigador Jorcano.
Para transformar a la piel en agente 'sanador', los investigadores han introducido modificaciones genéticas en tejidos. Los primeros ensayos se han realizado con éxito en ratones obesos, que carecen del gen de la leptina, hormona encargada del control del apetito, y que nunca se sacian.
'Las pruebas de laboratorio han demostrado que la piel es capaz de transportar la molécula y producir altas cantidades de leptina en piel y, de esta forma, conseguir que el ratón controle su apetito y pierda peso, pero no en exceso', explicó el físico del CIEMAT. Los ratones con implantes de piel modificada genéticamente restituyeron en sangre los niveles de leptina, pero cuando se les retiró el implante de piel, volvieron a engordar y se convirtieron otra vez en obesos.
Los siguientes ensayos que el equipo de Jorcano van a realizar serán en pacientes humanos, para comprobar que la piel también actúa como vehículo de transmisión de agentes y que se pueden restituir carencias en sangre humana, como por ejemplo con agentes anticancerígenos o anticoagulantes. El reto al que se enfrenta el equipo de Jorcano es lograr que la piel injertada tenga sensibilidad y que los hombres puedan algún día regenerar piel como las lagartijas.