Un informe del Instituto de Medicina de Estados Unidos insta a las autoridades sanitarias de ese país a que promuevan una reducción de la ingesta de grasas entre las niñas y jóvenes para lograr reducir la exposición a las dioxinas antes del primer embarazo. El objetivo es propiciar que una mejor cantidad de esos compuestos se acumulen en los tejidos y pasen a los hijos a través de la placenta o la leche materna. Los responsables del informe sobre estrategias para reducir el nivel de dioxinas en la alimentación recuerdan que los fetos y los neonatos son especialmente sensibles a los efectos de estos compuestos tóxicos, que son liberados en los procesos de combustión de plantas y otros materiales, fundamentalmente en incineradoras, informa el diario ABC en su edición del sábado, 5 de julio.

Según las conclusiones alcanzadas por los dieciséis autores de este análisis, sería una buena medida preventiva facilitar el consumo en niñas y jóvenes de leche baja en grasa, así como reducir la ingesta de alimentos ricos en grasa animal, moderando la cantidad de carne y pescado graso en la dieta.

La otra acción prioritaria aconsejada al Gobierno de Estados Unidos es evitar el uso de grasa animal en los productos destinados a la alimentación del ganado y la contaminación accidental con dioxinas de los piensos. Robert Lawrence, especialista en salud pública de la Universidad Johns Hopkins y director del panel científico que redactó el informe, precisa que "los riesgos asociados a los niveles de dioxinas encontrados en los alimentos aún no han sido determinados. Por ese motivo recomendamos pasos prudentes y sencillos para reducir la exposición a estos compuestos, mientras reunimos la información necesaria para clarificar cuáles son los riesgos reales".

Reducción del mercurio

Las dioxinas preocupan a los científicos porque se acumulan en tejidos grasos de animales y personas. Si bien pueden encontrarse en toda la naturaleza, las grasas de la carne, ciertos tipos de pescados, así como la leche y sus derivados son las principales fuentes de exposición en los seres humanos. Estudios científicos han vinculado los niveles elevados de dioxinas a disfunciones endocrinas, problemas de desarrollo y mayor susceptibilidad al cáncer, aunque se necesita más investigación para averiguar a partir de qué concentración de dioxinas éstas pueden ser perjudiciales para la salud.

Por otra parte, expertos de la FAO y de la OMS han acordado esta semana reducir a la mitad los niveles hasta ahora considerados tolerables de metilmercurio, la forma más tóxica del mercurio, en los alimentos con el fin de proteger el desarrollo del feto.