Los estudios que han analizado la asociación entre bullying y depresión han encontrado una relación bidireccional: no solo el bullying es un factor de riesgo para la depresión, sino que la depresión también es un factor de riesgo para sufrir bullying
19 de febrero 2024. 10:34 am
La depresión por bullying es un problema frecuente a día de hoy, posiblemente incrementado por las redes sociales, donde el acoso es más silencioso, pero a la vez más agresivo. Los niños, desde edades más tempranas, tienen un acceso a dichas redes, que mal utilizadas…
La depresión por bullying es un problema frecuente a día de hoy, posiblemente incrementado por las redes sociales, donde el acoso es más silencioso, pero a la vez más agresivo.
Los niños, desde edades más tempranas, tienen un acceso a dichas redes, que mal utilizadas son un arma peligrosa para personas especialmente vulnerables. Inevitablemente, un acoso continuado hace que aumente la prevalencia de trastornos depresivos que no siempre son fáciles de detectar debido a la vergüenza y culpa que el agredido siente y que incluso puede tardar en comunicar, si lo hace, dicha agresión. Normalmente, el bullying se caracteriza por un comportamiento agresivo, físico o verbal, que se realiza de forma constante por parte del acosador a la víctima. Existe un desequilibro entre el acosador y el acosado que puede ser real o percibido por la víctima. Además, la agresión se realiza con intención de dañar. Todas estas características producen unas repercusiones emocionales importantes en la víctima.
Los estudios que han analizado la asociación entre bullying y depresión han encontrado una relación bidireccional: no solo el bullying es un factor de riesgo para la depresión, sino que la depresión también es un factor de riesgo para sufrir bullying. El riesgo de desarrollar síntomas depresivos e ideación suicida en niños y adolescentes víctimas de bullying es 2,77 veces mayor que en aquellos que no han sido víctimas. Curiosamente, no solo se ha observado un incremento del riesgo de depresión e ideas suicidas en víctimas, sino también entre los acosadores.
Riesgo de depresión
El riesgo de depresión en personas acosadoras es hasta 1,73 veces mayor que en personas no acosadoras. De hecho, aquellos con un doble perfil de acosador y víctima son el grupo de mayor riesgo para el desarrollo de clínica depresiva e ideas suicidas. Además, se han reportado diferencias de género. Entre los hombres, la prevalencia de depresión e ideas suicidas es mayor cuando los comportamientos asociados a bullying son más frecuentes. Sin embargo, en el caso de las mujeres la prevalencia de ambas patologías aumenta tanto si los comportamientos relacionados con bullying se suceden de manera frecuente como si son infrecuentes.
La clínica depresiva asociada al bullying, al igual que en otros trastornos mentales, se divide en tres grupos. En el primero se sitúan los emocionales, como tristeza, ánimo bajo, pérdida de interés, pérdida motivación, anhedonia, ansiedad, irritabilidad, sentimiento de culpabilidad, pensamientos suicidas. Entre los segundos aspectos se encuentran los físicos/somáticos, como son el cansancio/pérdida de energía, alteración del sueño, alteración del apetito, clínica dolorosa y molestias gastrointestinales. Y en el tercer grupo están los cognitivos, dificultad de concentración, memoria y toma de decisiones y dificultad para pensar.
La frecuencia de presentación varía con la edad de los pacientes, de forma que en niños y adolescentes son más frecuentes los síntomas de ansiedad, irritabilidad, las alteraciones en el sueño y apetito, y las alteraciones de conducta, con mayor frecuencia de conductas autolesivas y consumo de tóxicos en adolescentes.
En estudios realizados mediante pruebas de imagen, se han observado diferencias cerebrales en la sustancia blanca en personas con sintomatología depresiva e historia previa de bullying y sujetos con sintomatología depresiva sin antecedentes de bullying en la infancia o adolescencia.
Tratamiento
Uno de los principales problemas para tratar adecuadamente la depresión causada por bullying es su detección, para lo que resulta imprescindible la adecuada mentalización y formación de docentes. También hay que implementar en los centros personal orientador entrenado en la identificación precoz de aquellas situaciones que puedan catalogarse como bullying.
Cuando se ha padecido bullying, el rechazo social y personal pueden hacer que la víctima tenga una imagen negativa de sí misma, como si fuese alguien fácilmente rechazable o que nadie va a poder quererlo por no merecerlo o resultar defectuoso.
Para realizar un buen tratamiento para la depresión por bullying, es fundamental conseguir establecer una buena relación terapéutica, y así desde ese vínculo poder abordar el problema y la sintomatología que manifieste la persona. Es necesario trabajar la experiencia vivida, recolocarla emocional y mentalmente, de modo que se pueda eliminar la culpa, los sentimientos de inferioridad y baja autoestima, la sensibilidad hacia el rechazo de los demás y se ponga la responsabilidad de lo sufrido en la causa correcta, ya que las víctimas de acoso suelen creer que son las causantes del problema.
Pautas psicoterapéuticas
En este sentido, el tratamiento de la depresión relacionada con el bullying debe de incluir, además de las medidas farmacológicas, un abordaje psicoterapéutico que facilite la adecuada gestión de emociones ligadas al conflicto, considerado como un síndrome de estrés postraumático, reformulando actitudes y comportamiento como el replegamiento y la inhibición, gestionando la adquisición de respuestas adaptivas y proactivas que faciliten la mejora de la autoestima y la confianza en sí mismo. Así, algunas técnicas de relajación y respiración pueden contribuir a mejorar la ansiedad.
Hay que tener en cuenta que las víctimas de bullying, a menudo, experimentan estigmatización y miedo a expresar sus sentimientos, debido a la vergüenza y humillación asociadas con el acoso. Como resultado, pueden resistirse a buscar ayuda y apoyo, lo que dificulta el acceso a la atención psicológica necesaria.
Asimismo, las experiencias de acoso pueden llevar a un mayor aislamiento que también dificulta el acceso a la ayuda necesaria. El tratamiento debe enfocarse en restablecer conexiones sociales saludables y fortalecer la red de apoyo del individuo.
Baja autoestima
La baja autoestima y autoconcepto negativo que suele acompañar a la depresión asociada a bullying pueden dificultar la implementación de estrategias de afrontamiento efectivas durante el tratamiento y requerir enfocar el tratamiento en la reconstrucción de la autoestima.
A nivel clínico, el tratamiento de la depresión por bullying puede resultar complejo, ya que hay que prestar atención no solo a la clínica depresiva, sino también a otras posibles comorbilidades derivadas también de la situación de acoso.
No hay que perder de vista el riesgo suicida en estos pacientes. Es importante atender a los sentimientos de indefensión y minusvalía que se han podido generar, así como a las vivencias de trauma. También hay que trabajar la autoestima y las dificultades y temores a la socialización. Un trabajo en paralelo con el entorno, con la familia, puede ser muy útil.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Psiquiatría Pedro Álvarez Camarero, de la Policlínica Medical Plena, en Granada; Juan Carlos García Álvarez, de la Unidad de Salud Mental de Los Ángeles, en Alicante; Antonio Jesús Delgado Márquez, del Complejo Asistencial de Palencia; Lidia Ilzarbe Simorte, del Hospital Clinic de Barcelona, IDIBAPS; Jesús Gómez-Trigo Baldominos, del Hospital Médico-Quirúrgico de Conxo, Santiago de Compostela, A Coruña; José Beltrán Rodríguez-Rubio, de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Cádiz; José Doroteo Rivas Pérez, del Centro de Salud Mental II de Avilés; Maria Antònia Martí Femenias, del Hospital Universitari Son Llàtzer, en Palma de Mallorca, y Mikel Ruiz Feliu, del Centro de Salud Mental Donostia-Amara, en San Sebastián.