La etnia influye en la esclerosis sistémica o esclerodermia, que, a su vez, estaría condicionada por una genética concreta. Así se ha puesto de manifiesto en el
II Curso de Esclerodermia de la Sociedad Española de Reumatología (SER), celebrado en Oviedo, con la colaboración de
Boehringer Ingelheim. Estíbaliz Loza, del Instituto de Salud Musculoesquelética INMUSC, ha explicado que también se han observado diferencias en las manifestaciones de la enfermedad según el origen de la población, el sistema sanitario de cada país y otros condicionantes socio-económicos y culturales de la persona.
En Asia se registran 6,8 casos por cada 100.000 habitantes, seguido de Europa con 14,8 casos por cada 100.000, Oceanía con 23,8 casos por 100.000, Sudamérica con 24,8 casos por 100.000 habitantes, y Norteamérica (EEUU y Canadá) con 25,9 casos por cada 100.000 habitantes.
Las personas de raza negra tienen con más frecuencia la denominada forma difusa de la
enfermedad, mientras que en los caucásicos es más común la forma limitada. También se ha observado que la presencia de anticuerpos scl-70 es más frecuente en asiáticos y afroamericanos, así como los anticuerpos anti-centrómeros en los hispanos y afroamericanos, comparativamente con otros grupos de población.
“La evidencia actual sugiere que existen claras inequidades en la atención sanitaria a los pacientes con esclerosis sistémica”, ha dicho Estíbaliz Loza.
Heterogeneidad de la esclerosis sistémica
Carlos de la Puente Bujidos, del Servicio de Reumatología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, es uno de los coordinadores del II Curso de Esclerodermia. Según ha comentado, es necesario establecer una nueva clasificación que permita abordar la gran heterogeneidad de la esclerosis sistémica.
Este especialista se ha referido a “la disponibilidad escasa para realizar las exploraciones complementarias precisas para el seguimiento, incluso en las unidades especializadas”. También ha hablado de “la estandarización del manejo, especialmente en el cribado de las manifestaciones más graves como son la afectación intersticial pulmonar y la hipertensión pulmonar. Igualmente, se ha normalizado y generalizado el empleo de inmunosupresores, antifibróticos y terapia combinada en la hipertensión pulmonar”.
Respecto al futuro, ha apostado por la tecnología, sobre todo las técnicas de imagen pulmonar y cardiaca. “Esta tecnología permitirá identificar pacientes de una forma más precoz y optimizar las indicaciones de tratamiento. Asimismo, próximamente es de esperar que se asista a la aplicación del ‘huracán’ CAR-T en la enfermedad”.