La leche materna es el alimento
ideal para el bebé,
pero poco a poco el pequeño
crece y ya no es suficiente. A
los seis meses el niño tiene necesidades
nutricionales que la
leche por sí sola no puede cubrir.
A esta edad, ya se sienta
con o sin apoyo, sostiene la cabeza
en esta posición, a veces
abre la boca cuando le acercan
un alimento, muestra interés
por lo que comen los demás y
coge objetos con la mano.
Es el pistoletazo de salida
hacia la alimentación adulta,
que ha de iniciarse siguiendo
las recomendaciones del pediatra.
Siempre con su apoyo,
los padres decidirán cada uno
de los alimentos nuevos a los
que el pequeño, a su manera,
ha de saber adaptarse. Y es
que cada niño es diferente y
tiene sus propios gustos.
De uno en uno, en cantidades
progresivas, primero muy
triturados y después en texturas
más gruesas, éste es el procedimiento
ideal para introducir en
la dieta los nuevos alimentos. Al
principio todo serán purés o papillas
y habrá que esperar a que
el bebé cumpla un año para
darle trocitos de alimentos, que
serán más o menos grandes dependiendo
de su madurez y del
número de dientes que tenga.
Además, para evitar posibles
atragantamientos, el tamaño y
la consistencia de los trozos irá
poco a poco en aumento.
A partir de
los 3-4 meses
El cambio a los alimentos sólidos
ha de hacerse con harinas
de cereales, en principio sin gluten
(arroz y maíz), añadidas a la
leche. Mas tarde continúe con
purés o papillas de verduras y
frutas. Deje pasar 3-5 días cada
vez que introduzca un alimento
nuevo en su dieta. De esta forma,
el sistema digestivo del bebé
se va acostumbrando y usted
puede observar, si la hubiera,
una posible reacción alérgica.
Empiece por 1-2 cucharadas
de verduras en puré, como
calabacines, guisantes, zanahorias
o patatas. El trigo, la leche
de vaca, la clara de huevo y los
cítricos pueden producir una
reacción alérgica en algunos
bebés, por lo que han de permanecer
al margen de su dieta
hasta alrededor del año de vida.
Dependiendo del apetito,
aumente poco a poco la cantidad
de verduras y frutas, de 4
a 8 cucharaditas al día, de tal
forma que cuando cumpla siete
meses su bebé ya deberá
tomar dos comidas de cereales,
fruta y verduras al día y seguir
con la leche materna o la
fórmula especial para bebés.
No olvide que una papilla de
frutas nunca debe sustituir a
una toma de leche o biberón.
Las frutas, verduras y hortalizas
han de ser frescas para
que, libre de añadidos artificiales,
el bebé disfrute de todo su
sabor. La introducción de la fruta
se puede iniciar en zumo, en
papillas o en "potitos" hechos
con manzana, plátano maduro
y pera, al que se le añade zumo
de naranja, y posteriormente
fruta variada del tiempo. La fresa
y el kiwi, por ejemplo, se retrasan
hasta después del año.
Además, hay que evitar las espinacas,
la col y la remolacha por
su contenido en nitratos.
Sea cual sea la edad del bebé,
tanto en verano como en
invierno, e incluso durante el
periodo de lactancia materna,
ha de darle agua periódicamente,
pues él no la va a demandar.
De 7 a 9 meses
Cuando el bebé cumple entre
7 y 9 meses cada vez reclama
menos el pecho o el biberón,
según el caso, y puede tomar
una mayor variedad de alimentos
y diferentes tipos de textura.
De hecho, ya puede comer
carne. Se empieza por el pollo,
por producir menos alergias, y
después se introduce la ternera.
Las comidas deben cocerse
y triturarse y, durante el primer
año de vida, se ha de ir incorporando
aceite (es suficiente
con una cucharadita).
A esta edad, el bebé debe
ya sentarse recto, ser capaz de
coger la comida con las manos y
llevársela a la boca. Puede empezar
a tomar trozos de plátano,
cereales sin azúcar y galletas.
De 10 a 12 meses
Se puede añadir trocitos de
verdura cocida, queso y otros
tipos de comidas blandas o
con grumos. Ya puede tomar
pescado blanco. Para el azul
hay que esperar a que cumpla
los 18 meses. Alrededor de los
once meses se introduce la yema
de huevo, cocida o en tortilla.
La clara, al ser más alergénica,
no se introduce hasta
después del año.
Que el bebé no tenga dientes
es lo de menos, pues usa el
paladar y la lengua para ablandar
la comida. Poco a poco será
cada vez más independiente y
le podrá enseñar a sostener la
cuchara y a sujetar la taza con
las dos manos. Hable con él y
repita los nombres de los alimentos,
sus colores y los utensilios
que utilice para comer.
De 12 a 18 meses
La leche sigue siendo fundamental
en la alimentación del
niño por lo que a partir del año
ha de tomar como mínimo medio
litro de leche de vaca al día
para obtener el calcio que necesita.
Se recomiendan las fórmulas
de crecimiento que incorporan
hierro u otros ingredientes
deficitarios en la leche de vaca,
por lo que favorecen el desarrollo
del niño en esta etapa de la
vida. La grasa de la leche materna
o de vaca es fundamental
para el crecimiento adecuado
del bebé por lo que se aconseja
leche entera o semidesnatada.
Además, la alimentación del
niño ha de incluir yogures y quesos.
En concreto, los yogures son
un excelente aporte de calcio.
Son preferibles los naturales para
evitar los colorantes. Por otro lado,
normalmente con un año ya
puede comer legumbres.
Una vez cumplido el año, la
mayoría de los niños pueden
comer prácticamente el mismo
tipo de alimentos que el resto
de la familia. Las cantidades mínimas
que debe ingerir diariamente
son: medio litro de leche
materna o leche de vaca, 4-8
cucharadas de fruta o verdura, 4
tomas de pan o cereales (1 toma
equivale a dos cucharadas
de pasta, patatas o arroz o 1/4
de rebanada de pan) y 2 tomas
de carne o pescado.