El color de la piel ha sido motivo de disputas y largas discusiones a lo largo de la Historia aún cuando nadie puede escogerlo y todo está en manos de la madre naturaleza. Del blanco al negro hay muchos tonos de color que pintan nuestra piel. El porqué de uno u otro depende de varios factores, entre los que destaca la cantidad de melanina, aunque también influyen los propios genes, las hormonas, el uso de determinados productos químicos y la luz ultravioleta que incide sobre la piel. En resumidas cuentas, una enrevesada ecuación cuyo resultado es el color de piel que poseemos cada uno de nosotros. Pero el resultado no siempre es uniforme, de ahí que todos tengamos lo que se conoce como lesiones pigmentarias benignas de la piel, es decir, zonas del cuerpo donde ésta se torna más clara o más oscura, y cuya aparición aumenta con el paso del tiempo. Aunque su única repercusión es estética, hay que darle la importancia que se merecen e iniciar el tratamiento correspondiente. Un ejemplo de estas lesiones son los melasmas.
Exceso de pigmentación
Los melasmas son manchas que responden a un exceso de pigmentación (aumento de melanina), simétricas y con bordes bien delimitados, que aparecen de forma lenta y suelen desaparecer con el tiempo. Su color es uniforme y va del marrón chocolate al negro, según el fototipo de cada individuo. Aparecen preferentemente en la frente, las mejillas y el labio superior, sobre todo en mujeres jóvenes de piel morena que viven en zonas soleadas. Aunque en muchos casos se desconoce su origen, hay una serie de factores que favorecen esta situación. Entre estos destaca la influencia dañina del sol, razón por la que aparecen con más frecuencia en verano.
Su origen se atribuye también al uso de anticonceptivos, leves alteraciones hormonales en personas sanas y disfunciones en la glándula tiroides o en los ovarios.
El riesgo también se incrementa con algunas de las sustancias químicas que contienen determinados perfumes, colonias u otras fragancias, que actúan como un imán para la radiación ultravioleta. En estos casos las manchas son más extensas y alcanzan incluso los laterales del cuello.
A una hiperpigmentación responde también la popular 'máscara del embarazo'. Su nombre técnico es cloasma, aparece alrededor del segundo mes de gestación y se hace más evidente según se va acercando el momento del parto, para desaparecer a los pocos meses aunque, si hay un nuevo embarazo, es posible que reaparezca con más intensidad.
¿Cómo se diagnostica?
Aunque ciertos indicios pueden orientar por sí solos a pensar que la mancha que ha aparecido es un melasma, se ha de acudir al médico para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado. El especialista someterá la mancha a una lámpara de rayos ultravioleta llamada luz de Wood. Si bajo esta luz la mancha no se observa mejor, se puede asegurar que se trata de un melasma dérmico, es decir más profundo, persistente y, en consecuencia, rebelde al tratamiento. Si por el contrario se acentúa con la luz, es epidérmico, es decir, mucho más superficial, y los resultados del tratamiento serán mucho mejores. Si la mancha ha aparecido a consecuencia de un embarazo desaparecerá por sí sola después del parto y, si ha sido provocada por la toma de anticonceptivos, al dejar de tomarlos.
Cremas despigmentantes
El tratamiento más utilizado en la actualidad son las cremas despigmentantes o blanqueadoras que contienen una sustancia llamada hidroquinona que inhibe la formación de pigmento. Para que sea eficaz el tratamiento ha de seguirse durante largos periodos de tiempo, mínimo de 3 a 6 meses y comenzar su aplicación en otoño o en invierno, cuando la exposición solar es menor.
Para asegurarse de que la tolerancia a la crema es buena, hay que empezar usándola una sola vez al día y en una pequeña zona de la piel. Si no se manifiesta ninguna reacción ya se podrá aplicar sobre todas las manchas una vez al día las primeras dos semanas. Tras este tiempo, se utilizará dos veces al día durante al menos tres meses. Al principio la capa será fina y sólo se tendrá puesta 20 minutos, tras los cuales se lavará la cara. El tiempo y la concentración de la dosis irán creciendo con el aumento de la tolerancia.
Al usar este tipo de cremas se ha de tener cuidado con no tocar zonas de la piel que estén sanas, pues también pueden blanquearse y no olvidar lavarse las manos con agua y jabón nada más terminar la aplicación. Estas cremas no se pueden utilizar durante el embarazo y la lactancia.
Otro tipo de productos que contienen alfa-hidroxiácidos son también efectivos y menos agresivos que los anteriores.
FUENTES: Academia Española de Dermatología y El Médico Interactivo.