La Medicina de Familia vive estos meses uno de los momentos más importantes de su aún corta historia académica en España: se está decidiendo si se la reconoce como área de conocimiento, una tarea que se le encomendó de manera formal el pasado mes de febrero a un grupo de trabajo del Consejo de Coordinación Universitaria. Desde su reconocimiento en 1978 como especialidad en el ámbito médico, la Medicina de Familia no se encontraba en semejante encrucijada, y es que si, finalmente, recibe el visto bueno logrará una más que preeminente posición en el marco universitario nacional, más acorde con la actual realidad profesional y social, según los defensores de una iniciativa que ha tenido su máxima valedora en la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). El proceso en su fase previa arrancó hace mucho tiempo, aunque no ha sido hasta este año cuando se ha concretado oficialmente. 'La propuesta de semFYC fue objeto antes de debates bastante serios y rigurosos', señala, en este sentido, Vicente Pedraza, catedrático, consejero de Universidades por designación del Senado y coordinador del grupo de trabajo que tiene encomendada esta tarea, para la que en principio 'no hay plazos', aunque las previsiones apuntan a que 'antes del verano' podría haber ya una resolución en un sentido u otro.
Un grupo de trabajo del Consejo de Coordinación Universitaria tiene encargada, desde el pasado mes de febrero, la tarea de analizar la inclusión de la MFyC en la formación de pregrado
Independientemente de lo que al final ocurra, la Medicina de Familia ha llevado las cosas hasta este punto porque considera que ha llegado su momento, un argumento para el que esgrime a su favor la fuerza de los números, según los cuales el 42 por ciento de los licenciados en Medicina y Cirugía trabaja en un centro de salud, una proporción que es importante si se tienen en cuenta los 45.000 facultativos que desarrollan su labor profesional en España. Esto supone que la mayoría de los estudiantes que pasan por la Facultad acabarán trabajando en esta especialidad, una situación que contrasta con el escaso peso académico de esta rama: sólo tres Universidades tienen la Medicina de Familia y Comunitaria como asignatura obligatoria, mientras que en ocho es optativa, a lo que hay que sumar que en 17 Facultades se realizan prácticas obligatorias y en 10 optativas. Las cifras se completan con la labor que se desarrolla en los 124 centros de salud que ahora mismo son universitarios, con 135 profesores dedicados a la docencia de pregrado y a la investigación, de los que cinco son titulares y 130 asociados, los cuales cuentan con el apoyo de más de 300 profesores honorarios.
La semFYC fundamenta su demanda con datos como que el 42 por ciento de los licenciados en Medicina trabajan en un centro de salud
'Anacronismo'
Ésta es la situación actual de la Medicina de Familia en la Universidad española, una posición que para la semFYC es poco menos que un 'anacronismo' por el contraste que supone su escaso peso académico frente a la abultada demanda profesional que después existe, de ahí que se reclame su consideración como área de conocimiento lo que, desde otros ámbitos facultativos, como la Conferencia de Decanos y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, no se cree necesario. La decisión final está en manos del grupo de trabajo del Consejo de Coordinación Universitaria al que se le ha encargado dirimir si la Medicina de Familia debe unirse a la docena actual de áreas de conocimiento que existen en el ámbito de la Medicina, una condición a la que también aspiran en estos momentos Urología y Traumatología.
El equipo al que se ha encargado esta delicada tarea lo integran los rectores de las Universidades de Granada, Internacional de Cataluña, Lérida, Murcia, Salamanca y Valencia, con la coordinación de Vicente Pedraza, quien reconoce que ahora mismo es 'difícil predecir qué es lo que va a ocurrir', aunque subraya que 'personalmente soy favorable a su reconocimiento', un punto de vista que defenderá en las reuniones de trabajo que deben conducir a la resolución final.
'Creo que es bueno para la Universidad, para la formación médica y para la propia especialidad', y es que recuerda que se trata de 'la especialidad con más médicos en España' y que su desarrollo ha sido 'espectacular' en los últimos años, por lo que cree que ha llegado el momento de 'preguntarse si hay que dejar fuera a tan importante número de médicos'. 'No hay razones académicas que impidan su reconocimiento como área de conocimiento y que mantengan la actual exclusión', dice.
Desde su punto de vista, el momento adecuado es el actual porque hasta la fecha la Medicina de Familia lo que ha hecho es 'asentarse, ya que al fin y al cabo es una especialidad reciente' y, una vez conseguido este objetivo, ahora lo que se preocupa es de introducirse aún más en unas Facultades de Medicina en las que ya hay algún tipo de actividad docente en 25 de los 27 centros existentes en España. En este sentido, Vicente Pedraza asegura que 'la Universidad no ha sido reacia' a la incorporación de esta especialidad, 'no tiene reservas ni nada por el estilo, sino que el problema es que no había llegado una propuesta formal como la que se hizo oficial hace unos meses, lo que le lleva a incidir en que el tema ha llegado ahora por la propia necesidad de consolidar y expandir la especialidad, que hasta la fecha como quien dice lo que estaba era dedicándose a hacer fuertes sus cimientos'.
A su juicio, el grupo de trabajo encargado de esta tarea tiene una importante responsabilidad porque no hay que olvidar que 'el sistema de salud español es el quinto mejor del mundo y el tercero de Europa', por lo que hay que analizar todas las circunstancias a la hora de modificar una estructura docente que está dando tan buenos resultados, 'lo que hay es que trabajar para su mejor desarrollo' asegura este catedrático. Pedraza descarta, por contra, que pueda jugar en contra de la Medicina de Familia el hecho de que ya exista una docena de áreas de conocimiento en Medicina, lo que la convierte en una de las carreras que más tiene, y recuerda, al respecto, que esto es necesario 'por el propio desarrollo del saber en el ámbito biomédico y por la especificidad de los problemas de salud a los que deben enfrentarse los médicos'.
'Hay que introducir la Medicina de Familia con carácter troncal y que sea efectiva, que sea un área de conocimiento', algo que está convencido de que 'es bueno para la Universidad, la formación médica y la propia sociedad', y es que, por lo pronto, recuerda que la propia realidad sanitaria camina en esta dirección: 'muchos estudiantes van a ejercer en centros de Atención Primaria y en el domicilio de los pacientes, y gran parte de los desórdenes que van a atender son menores'. 'La gran mayoría de los problemas de salud 'prosigue' no son muy graves, y el método de trabajo de la Medicina de Familia se ajusta muy bien con los objetivos docentes de las Facultades de Medicina'. De lo que está bien seguro este catedrático es de que 'es necesario un cambio en el acceso a la formación, en los mecanismos, en la duración, está también el reto de la formación científica...'. 'Se están introduciendo cambios en el currículo para que la formación sea más general y para eliminar las nociones de especialidad en la formación médica de pregrado, apostándose por competencias longitudinales y transversales para los estudiantes, lo que, precisamente, entronca muy bien con el propio espíritu de una especialidad que, al fin y al cabo, es la base general que deben tener los facultativos'.
Oferta versus reclamación
'La Medicina de Familia es una disciplina transversal que recorre todo el currículo formativo', afirma en este sentido Pablo Bonal Pitz, profesor de la Universidad de Sevilla y coordinador del Grupo Pregrado de la semFYC, para quien el marco general en el que se mueve la Sanidad es la Atención Primaria, a la que define como 'un entorno de aprendizaje idóneo para los alumnos de Medicina y un campo de investigación excepcional'. Por ello, parte del hecho de que la petición para que la especialidad sea un área de conocimiento 'no es una reclamación sino una oferta que hacemos, ya que aportamos una gran cantidad de actividades en investigación y formación, y tenemos unos recursos docentes impresionantes que ponemos a disposición de la Universidad'. En esta línea, rechaza la idea de que la Medicina de Familia sea el 'patito feo' de las ramas universitarias e incide más bien en lo contrario, en que 'la dinámica social y la Medicina avanzan a unos ritmos en los que nosotros sí estamos pero la Universidad no', una Universidad que 'tiene serias carencias' y, en su opinión, 'no termina de ver que esta especialidad es una oportunidad por su gran potencial que se está desaprovechando'.
Pero, ¿qué es lo que traería bajo el brazo la Medicina de Familia a la Universidad si consigue su consideración como área de conocimiento? Según apunta Bonal, 'aportaríamos recursos, pacientes (que son el instrumento básico docente en Medicina) y normalidad, porque los alumnos estudiarían las patologías que después van a abundar más', además de incorporar el componente humano, porque 'cada persona tiene una realidad que la complementa y en los hospitales, el paciente casi está in vitro, por lo que el estudiante no interactúa con su entorno'. Por el contrario, en la actualidad, 'la herramienta básica y fundamental de las Facultades de Medicina es el hospital más que el centro de salud', cuando paradójicamente en la Atención Primaria española se atienden más de 212 millones de consultas anuales frente a los 2,8 millones de ingresos que se registran en los centros hospitalarios.
De una manera más específica, desde la semFYC se subraya que la Medicina de Familia lo que haría es incrementar las aportaciones con las que ya contribuye a la Universidad, como son unos contenidos teórico-prácticos propios de las características y necesidades de salud de los pacientes en todas sus dimensiones, las familias y la comunidad, a lo que se une una red integrada por multitud de centros de salud con una estructura docente asentada. A esto habría que añadir una enseñanza personalizada, inductiva, integrada y centrada en las patologías prevalentes y crónicas (que al fin y al cabo son el 90 por ciento de los problemas de salud) y, por último, un aprendizaje activo y en la comunidad y el entorno natural del paciente, tomando conciencia de la importancia capital que tienen los factores psicosociales en el ámbito de la salud.
Cuestión a debate
Bonal Pitz incide en que es poco menos que una cuestión de justicia que se admita la Medicina de Familia como un área de conocimiento, porque pese a que el 42 por ciento de los médicos españoles se dedican a la Atención Primaria 'el alumno está muy desinformado con respecto a un campo del que no recibe una formación formal, por lo que, al final, tiene una distorsión al elegir una especialidad'. La Medicina de Familia aporta 'una visión real de la prevalencia de las patologías', y es que, durante la carrera, el estudiante acaba con la sensación de que 'va a tratar una serie de cosas en su vida profesional que después no va a ver' por su escasa frecuencia.
Asimismo, se insiste en que esta especialidad 'trabaja globalizándolo todo y obliga al alumno a pensar en el antes y el después, con lo que aprende con mayor soltura las bases curativas del problema', partiendo de la base de que 'el paciente no es mío porque tenga una enfermedad y yo sea especialista en ésta. el paciente es una persona y yo soy su médico, sin más'. La formación se completa con 'un trato más directo y personal con el enfermo', y es que, al fin y al cabo, la Medicina de Familia transmite 'un concepto más humanista, que es el que la sociedad reclama de los médicos, en la actualidad'. El objetivo final es hacer ver que 'se puede ser buen médico con pocos recursos diagnósticos y oyendo al paciente, y es que la herramienta esencial no es otra que la relación y la comunicación con el enfermo'.
A pesar de la rotundidad con la que se esgrimen estos argumentos, desde la Conferencia de Decanos de Facultades de Medicina no se ve la cuestión tan clara, y es que se admite que 'hay que reconocer más el papel de la Medicina de Familia pero que eso no implica forzosamente que se traduzca en un área de conocimiento'. La afirmación la hace José María Peinado Herreros, decano de la Facultad de Medicina de Granada y responsable de la Comisión de Medicina para la Convergencia Europea (COMECE), el órgano de la Conferencia (de la que también es secretario) que ultima la modificación de los planes de estudio del título para su adecuación al marco del Espacio Europeo de Educación Superior. A su juicio, 'estamos hablando de una especialidad clarísima pero un poco peculiar, porque abarca a toda la familia, es decir, que tiene sus funciones definidas pero es muy generalista'.
'Una cuestión es cómo se incorpora más a la docencia y otra distinta, que sea un área de conocimiento', indica, 'especialmente cuando lo que se está planteando en el marco de la COMECE es romper con el esquema de las áreas de conocimiento y las asignaturas, hasta el punto de que el primer documento en el que se ha trabajado sobre las competencias del profesional no reconoce dichas áreas y sólo dice lo que el médico de base debería ser'. 'El esquema por asignaturas ya ha quedado antiguo e, incluso, no estamos trabajando por áreas de conocimiento o especialidades, sino más bien por áreas y aparatos', lo que significa, por ejemplo, que 'no hablamos de Neurocirugía sino de una patología, y después ya se verá quién lo explica'.
No obstante, Peinado Herreros admite que 'no cabe duda de que el contacto de los alumnos con las prácticas pasa por la Atención Primaria porque más del 40 por ciento de ellos va a ser médico en este campo profesional, por lo que considera que hay que formar a un médico generalista'. Ahí es donde está la clave, y es que en los actuales planes de estudio 'hay un déficit de formación práctica y clínica, una verdadera asignatura pendiente que, además, condiciona un examen MIR que valora los conocimientos teóricos, por lo que un alumno puede ser brillantísimo durante su período de residente pero no haber tocado una 'barriga', durante su período formativo'. El problema es que 'los centros de salud son un invento relativamente moderno, por lo que la Medicina ha estado ligada a los hospitales universitarios y hasta la propia formación en Medicina de Familia se ha dado en los hospitales' ante la falta de unos centros más adecuados que existen desde hace ya varios años y que ahora deben tomar más protagonismo.
Definición de objetivos
No obstante, este experto insiste en que en el fondo de la reforma de los planes de estudio a la que se está procediendo 'vamos al sistema, no a las disciplinas básicas', por lo que lo principal es 'definir unos objetivos en los que la Medicina de Familia tendrá su papel'. Para llevar a cabo esta tarea 'hemos consultado con todas las Sociedades Científicas sobre la cuestión de las competencias a través de la entidad que las engloba, que es la FACME, además de mantener contactos con la OMC, la Comisión Nacional de Especialidades y los que son los actores principales del sistema, como profesionales, profesores, catedráticos universitarios, residentes, estudiantes y gestores sanitarios, siempre con la idea de plantear unas modificaciones lo más ajustadas posibles a las necesidades actuales'.
Peinado Herreros recuerda, de paso, que la Medicina de Familia tiene dos competencias básicas: una asistencia integral al enfermo y a su familia, y labores de Medicina preventiva, un papel el del profesional generalista 'que tiene mucho que ver con el médico de base de la Unión Europea'. Así las cosas, cree que 'es el momento de replantear qué queremos que sea en nuestro país el médico generalista', una situación en la que 'todo está abierto pero que debe traducirse en un sistema en el que los profesionales españoles no partan de una situación de inferioridad con sus colegas europeos, y es que, por lo pronto, en España formar a un médico cuesta entre dos y tres años más que en la Unión Europea'.
Otra cuestión que se subraya desde la Conferencia de Decanos es que no se puede olvidar que 'al final es el Consejo de Universidades el que debe decidir si la Medicina de Familia es un área de conocimiento, ya que las Universidades lo que se encargan es de los contenidos, de quién y cómo enseña', aunque el decano de Granada insiste en que 'tenemos que alejarnos del concepto de las áreas de conocimiento'. A su juicio, y desde un punto de vista exclusivamente personal, considera que la Medicina de Familia recibe un 'trato muy desigual' en España, ya que hay Facultades en las que está implantada de manera considerable y otras en las que 'casi es inexistente'. 'Debe incorporarse a la docencia de pregrado de manera más armónica', concluye, al tiempo que subraya que en la Conferencia 'no estamos en contra de su incorporación a la formación pregrado', a lo que se une 'el enorme potencial que tienen los centros de salud y el hecho de que la mayoría de los profesionales de la Medicina de Familia son médicos jóvenes con mucha ilusión, con ganas de aprender y enseñar, y que ahora mismo se encuentran con un muro añadido que sufre el sistema universitario español. Parece que la formación práctica es de segundo nivel en España y sólo se pone toda la carne en el asador cuando llega el período de residencia'. Precisamente, las líneas maestras de la reforma de los planes de estudio que está diseñando la Conferencia de Decanos, que ultima un Libro Blanco sobre la cuestión, pasa por un aumento radical de la parte práctica.
Reforzar el papel de la especialidad
Dejando a un lado la cuestión de su reconocimiento o no como área de conocimiento, lo cierto es que hay coincidencia en que es necesario reforzar el papel de la especialidad en el ámbito universitario, una preocupación que se recogió por escrito y tomó la forma de la que se ha dado en llamar Declaración de Zaragoza, suscrita en abril de 2003 en el marco de la I Conferencia Nacional de Medicina de Familia y Universidad, que se celebró en la Facultad de Medicina de la capital aragonesa. El documento fue el primero específico que abordaba la cuestión, aunque su principal importancia radica en que lo suscribió no sólo la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, sino que también contó con el apoyo expreso de la Conferencia de Decanos e, incluso, del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina.
La Declaración de Zaragoza establece en seis puntos que las Facultades españolas 'deben orientar sus actividades educativas hacia la formación de médicos polivalentes' y que 'el desarrollo de la formación médica de base debe estar presidido por la coordinación' para 'conseguir el objetivo final de mejorar la calidad de la formación en el marco de las necesidades y cambios sociales'. Con este panorama general, 'los contenidos y métodos de la Medicina de Familia y Comunitaria, por su carácter transversal, enfoque integral e integrado de los problemas de salud y entorno de aprendizaje, son de gran trascendencia para el desarrollo de los objetivos de la formación en las Facultades de Medicina', a lo que se une la convicción de que 'el fomento e impulso de la incorporación de los contenidos y métodos de la Medicina de Familia y Comunitaria a la Universidad puede contribuir a la armonización de los objetivos educativos de las Facultades de Medicina españolas con los del Espacio Europeo de Educación Superior'.
El documento recoge también un llamamiento a los organismos responsables de la formación médica en España, a los que se recordaba que 'deben promover mecanismos para la consolidación y el desarrollo' de la especialidad en el ámbito académico sentido en el que se insiste que los futuros convenios entre la Universidad y las instituciones sanitarias 'deben auspiciar la adscripción a las Universidades del mayor número posible de centros de salud y unidades docentes de Medicina de Familia y Comunitaria'. Por último, se subrayaba que 'los principios generales de la formación médica de base en las Facultades de Medicina deben tener la necesaria correspondencia y continuidad con los objetivos de la formación médica postgraduada y los de la formación médica continuada'.
Entre los firmantes de este texto figura el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, desde el que se reconoce la importancia de la especialidad aunque 'no vemos la Medicina de Familia como un área de conocimiento', incide su actual presidente, Fernando Rivas, de la Complutense de Madrid, para quien hablamos de una materia que 'es fundamental en la Facultad aunque consideramos que no es específica, que es el tronco del que manan las cosas'. Esto supondría 'hacer doble carrera si se le da entidad propia porque su contenido ya está repartido por varias asignaturas'. Rivas, admite también que 'en España falta introducir más las rotaciones formativas en áreas de Atención Primaria', y de paso reconoce que 'pocas Facultades tienen actividad docente relacionada con la Medicina de Familia'.
En este sentido, se recuerda que cada Facultad diseña los planes de estudio 'de acuerdo a sus necesidades y programas', por lo que se aboga por introducir más la especialidad en el ámbito académico pero no de una manera general, sino que cada Universidad lo haga según le venga mejor. 'No creemos que sea algo obligatorio porque lo que se impartiría no tendría mucha diferencia con lo que ya se da en las Facultades', sentido en el que pone el ejemplo de que tendría muchas conexiones con la asignatura de 'Propedéutica' que se imparte en tercero en la Universidad Complutense. Desde el Consejo se recuerda, asimismo, que 'cada enfermedad te la enseñan en cada servicio' y que, al fin y al cabo, la cuestión quizás sea que hace falta 'más coordinación e integración para aprovechar mejor el potencial de una Atención Primaria en la que trabajan muchos profesionales aunque no siempre es la primera opción de los estudiantes', y es que son muchos los que optan por otra especialidad pero que al final acaban en Medicina de Familia porque las más demandadas tienen un altísimo nivel de competencia para lograr un puesto en ellas. 'Lo ideal sería que más gente entre en esta especialidad queriendo y para eso es verdad que hace falta más información', concluye Fernando Rivas, quien, no obstante, no cree que para ello sea obligatoria ni el área de conocimiento y puede que, incluso, ni la especialidad, ya que su contenido está muy repartido a lo largo de la carrera en función de la Facultad.
Necesidad social
Pese a que no hay unanimidad en la comunidad universitaria sobre la necesidad de declarar a la Medicina de Familia como área de conocimiento, desde la semFYC se insiste en que lo verdaderamente importante es la necesidad social que reclama en la práctica un mayor peso de una especialidad que, por otro lado, cumple todos los requisitos académicos para dar un paso que se viene reclamando desde hace años. En este sentido, se subraya que, tradicionalmente, han sido tres los criterios exigibles a la especialidad que aspira a ser área de conocimiento 'homogeneidad de su objeto de conocimiento, tradición histórica común y la existencia de una comunidad de investigadores nacionales e internacionales', y que en la actualidad la Medicina de Familia los cumple sobradamente, lo que en teoría debería dar carta blanca para procederse a un mayor reconocimiento académico. En el análisis de estos tres requisitos, Bonal Pitz destaca que, a diferencia de lo que ocurre en otras áreas de conocimiento, 'son precisamente los principios y fundamentos de la Medicina de Familia los que establecen su objeto de conocimiento, y es que estamos hablando de una atención médica integral de los problemas de salud sin fragmentar sus componentes biológicos, psíquicos o sociales que, además, tiene en cuenta que los pacientes no son seres aislados y están integrados en una familia y una comunidad. Dicho de otra forma, no hay enfermedades sino personas concretas que desarrollan enfermedades'.
La incorporación de esta especialidad a la Universidad contribuiría, en opinión de sus defensores, a un incremento de conocimientos sobre la salud de los pacientes
En cuanto a la tradición histórica común, se recuerda que la Medicina General es la actividad más antigua y que es el precedente directo de la actual Medicina de Familia, que, por lo tanto, es 'la descendiente directa de la más antigua de todas las diversas especialidades que fueron desgranándose del tronco común', mientras que el grueso de restantes especialidades ha nacido de la separación de otras anteriores y, normalmente, 'a raíz de la aparición de nuevos procedimientos diagnósticos, terapéuticos o con un abordaje clínico que exigían una especial dedicación'. Por lo que respecta al último requisito, el de la existencia de una comunidad de investigadores y docentes nacionales e internacionales, se recuerda que en los centros de salud se lleva a cabo una investigación aplicada que, generalmente, nace del desarrollo y aplicación en situaciones reales de investigaciones básicas previas. El aval principal radica en la existencia de cientos de departamentos de Medicina de Familia en muchos países de nuestro entorno como, por ejemplo, en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o el resto de Europa, donde son 17 las naciones que cuentan con departamentos universitarios, de tal manera que esta especialidad es el verdadero motor de toda la formación sanitaria, hasta el punto de que es en torno a ella cómo se articulan el resto de disciplinas. En dichos países, además, estos profesionales han demostrado una gran capacidad no sólo docente e investigadora, sino también de liderazgo, ya que no son raros los que tienen altas responsabilidades en el ámbito académico. Por último, se destaca la creciente variedad, calidad e importancia de la bibliografía científica que tiene a la Medicina de Familia como epicentro, tanto en forma de libros como de revistas de ámbito nacional e internacional.
La Medicina de Familia, insiste este catedrático de Sevilla, en que no sólo cumple lo que académicamente se le exige, sino que en buena parte, esto es una realidad más que palpable en el actual sistema sanitario, por lo que se subraya que la aceptación como área de conocimiento lo que haría es asimilar una realidad en la que cada vez adquieren más importancia los centros de Atención Primaria frente a los hospitales, una situación que va más allá y que incide en que debe haber una transformación en la educación médica similar al cambio de paradigma que se está produciendo, del biomédico al médico-social. La Medicina de Familia, desde este punto de vista, sería un factor de equilibrio en un proceso formativo demasiado especializado y en una organización sanitaria en la que deben convivir equipos de trabajo y la individualidad que, al fin y al cabo, es necesaria entre el facultativo y su paciente. Tal y como se puso de manifiesto en el último gran foro internacional de la especialidad, la Cumbre Iberoamericana de Medicina Familiar, 'la Medicina de Familia y la Atención Primaria pueden potenciar la comunicación horizontal entre los departamentos, cátedras y otros estamentos universitarios y por su carácter inter y multidisciplinario estimulan la colaboración entre diferentes áreas del conocimiento en ciencias de la salud'.
Los decanos de Medicina muestran, sin embargo, ciertas reticencias a la demanda de la semFYC, ya que pese a reconocer el papel de esta especialidad no la ven como área de conocimiento
De las palabras a los hechos
Las bases, por lo tanto, están puestas y, de hecho, el grupo de trabajo de la semFYC encargado de todo este proceso ya diseñó en su momento un amplio temario, aunque resaltando que siempre estará subordinado al contenido práctico porque el objetivo es contar con una enseñanza con un especial énfasis en la práctica diaria y la competencia profesional. Todo este gran cuerpo teórico recoge cuestiones en las que se aborda cómo trabajar con familias y abordar las crisis familiares. bloques temáticos específicos centrados en la mujer, el niño y el adolescente, el adulto y el anciano. situaciones de emergencia. atención domiciliaria. planificación de una zona básica de salud. prevención y promoción de la salud. el trabajo en equipo. la coordinación con la Atención Especializada. la entrevista clínica. y la información al paciente. Bonal Pitz subraya, en este sentido, que 'la propuesta para la materia está plenamente acorde con los créditos europeos' y que, además, los contenidos teóricos no superarían el 5 por ciento del total de horas, distribuyéndose el resto en el trabajo a domicilio, los centros de salud, talleres, seminarios y la propia tarea personal del alumno. En principio, se diseñaron 20 bloques temáticos que, siempre deben ser flexibles y que se caracterizan por una doble cuestión: son unos contenidos que tienen identidad académica propia de Medicina de Familia y no se imparten en ninguna otra materia.
Todo lo analizado no deja de ser una cuestión que, en la práctica, ya está superada en el mismo momento que el Consejo de Coordinación Universitaria está analizando oficialmente la cuestión: estamos justo en el momento en el que se pasa de las palabras a los hechos. El grupo de trabajo elevará su decisión definitiva a la Subcomisión de Ciencias Experimentales y de la Salud y a la Comisión Académica del Consejo de Coordinación Universitaria, y su intención es poner punto final a todo este proceso antes del inicio de las vacaciones de verano.