En general, el término “metaverso” se utiliza para describir un espacio virtual en línea compartido por un gran número de usuarios que puede tener una economía propia, un sistema de identidad digital, una arquitectura abierta y la posibilidad de crear y compartir contenido generado por…
En general, el término “metaverso” se utiliza para describir un espacio virtual en línea compartido por un gran número de usuarios que puede tener una economía propia, un sistema de identidad digital, una arquitectura abierta y la posibilidad de crear y compartir contenido generado por el usuario en tiempo real.
El metaverso aúna un gran número de tecnologías de nueva generación, desde la nube a la Inteligencia Artificial (IA), pasando por el blockchain, la criptomoneda, la ciberseguridad, el Internet de las cosas (IoT), la realidad virtual (VR), la realidad aumentada (AR)… y las que estén por llegar. La convergencia de todos estos temas provocará una experiencia digital mucho más inmersiva, inclusiva y accesible de lo que actualmente es.
Es tal la confusión existente entre los distintos conceptos que cada uno tenemos sobre qué es el metaverso que en realidad resulta más sencillo definir un metaverso por lo que no es.
De acuerdo con la definición que realiza Daniel P. Kraufman, en La Revolución del Metaverso, un metaverso no es un mundo virtual. Los mundos virtuales y los juegos con personajes impulsados por IA han existido durante décadas, al igual que aquellos poblados con humanos “reales” en tiempo real. Este no es un universo “meta”, sino uno sintético y ficticio diseñado para un solo propósito (un juego).
No es un espacio virtual. Las experiencias de contenido digital como Second Life a menudo se consideran “proto-metaversos” porque carecen de objetivos o sistemas de habilidades similares a los de un juego. Son lugares virtuales de reunión que persisten, ofrecen actualizaciones de contenido casi sincrónicas y tienen humanos reales representados por avatares digitales. Sin embargo, estos no son atributos suficientes para el metaverso.
Ni tampoco es la “realidad virtual”. La VR es una forma de experimentar un mundo o espacio virtual. El sentido de presencia en un mundo digital no hace un metaverso. Es como decir que tienes una ciudad próspera porque puedes verla y caminar por ella.
Para ser un metaverso debe ser persistente, es decir, nunca se reinicia, pausa o finaliza, simplemente continúa indefinidamente.
Además, debe ser sincrónico y vivo: a pesar de que ocurrirán eventos pre-programados y autónomos, tal como sucede en la “vida real”, el metaverso será una experiencia viva que existe de manera constante para todos y en tiempo real.
Metaverso en el ecosistema de la salud
Y, ¿cómo será el metaverso en el ecosistema de la salud, de las LSO (Life Science Organizations)? Un día tipo en nuestro metaverso, en nuestro mundo virtual inmersivo y colaborativo, debe parecerse mucho a un día normal en un gran congreso médico. Veremos la agenda del día, visitaremos los stands de los laboratorios, acudiremos a conferencias, a talleres, a la zona de pósteres que nuestros compañeros están defendiendo, o nosotros mismos daremos una charla o seremos participantes en un foro de discusión, o un laboratorio nos invitará a unas controversias. También podremos crear un grupo de trabajo para escribir un protocolo o unas guías, trataremos con muchos profesionales, ya conocidos o recién conocidos.
El metaverso no puede tener ningún límite para los usuarios simultáneos, y al mismo tiempo proporciona a cada usuario una sensación individual de “presencia”. Así, todos pueden ser parte del metaverso y participar juntos en un evento, en un lugar o en una actividad específica, al mismo tiempo y con una presencia individual.
El metaverso debe tener una economía en pleno funcionamiento: las personas y las empresas podrán crear, poseer, invertir, vender y ser recompensadas por una gama increíblemente amplia de “trabajo” que produce un “valor” que es reconocido por otros.
El metaverso será una experiencia que abarque tanto el mundo digital como el físico, las redes y experiencias privadas y públicas, y las plataformas abiertas y cerradas.
El metaverso debe ser un lugar en Internet, interpretémoslo como una gran ciudad digital, y esta ciudad va a estar compuesta por un montón de barrios. Está el barrio de los laboratorios farmacéuticos, está el barrio de los hospitales, está el barrio de las sociedades científicas, el barrio de las editoriales, las bibliotecas, está el centro de la ciudad con sus eventos, sus conferencias, sus proyecciones, sus emisiones en directo. Y multitud de barrios que aún desconocemos, porque serán creados por los usuarios o por LSO.
Cuando accedamos al barrio de las bibliotecas, podremos encontrar Cochrane, y podremos encontrar PubMed. Y en estas bibliotecas podremos acceder a todos los recursos que estas puedan ofrecernos.
Cuando accedamos al barrio de las editoriales, podremos acceder a las revistas de cualquier especialidad de todo el mundo, pudiendo consultar sus artículos del mismo modo que se puede acceder a ellos en sus actuales webs.
Cuando se acceda a la formación médica continuada, habrá una amplísima oferta de formación de todo tipo de fuentes, desde editoriales hasta laboratorios, pasando por escuelas y universidades.
Las posibilidades son infinitas en cada barrio, y el número de barrios también puede serlo, ya que esto es solo una imagen inicial, el germen. Serán los propios usuarios, las propias organizaciones las que creen los espacios.
Así, al igual que una ciudad, se agruparán por barrios. Igual que existe la calle de las librerías o la calle de la moda, pero eso no quiere decir que solo pueda haber tiendas de ropa en la calle de la moda. Una marca puede establecer su tienda donde lo estime oportuno, incluso puede establecerla en muchos sitios, y, siendo un metaverso, en muchos sitios a la vez. Aquí sí existe la ubicuidad.
Se crearán los barrios y se incluirán a todas estas empresas. Cada una de ellas estará representada por la fachada de un edificio, o por una planta en un bloque, o por una puerta, dependiendo de su magnitud o de los criterios que en su momento se establezcan.
Con el transcurso del tiempo, estas entidades querrán mejorar su presencia y su servicio dentro del metaverso, y lo harán. Y llegado el momento tendrán su propio espacio para el desarrollo de su propio entorno dentro del universo. Porque se crearán tantas ciudades como se quiera, por especialidades, por áreas terapéuticas, por comunidades científicas, etc.
También podrán crearse ciudades de una misma compañía. Aquellas cuya oferta de servicios sean tales que puedan dimensionar una ciudad, como podría ser Medscape o IQVIA. Incluso algunos laboratorios farmacéuticos podrían tener sus propias ciudades.
Usuarios, creadores de productos, servicios e ideas
Pero la verdadera clave del metaverso es el hecho de que la oferta de productos, servicios e ideas no proviene únicamente de las empresas o las sociedades científicas, sino de los propios usuarios, que se convierten en creadores, pudiendo utilizar la intermediación de entidades ya ubicadas en el metaverso para crear su propio espacio, en solitario o en grupo, asociándose con otros usuarios o simplemente ofreciendo el servicio on air, sin un espacio donde se alberguen.
El metaverso debe estar “poblado”, en lugar de simplemente ser “poblable”. Y esta población debe llenar este mundo digital con servicios que prestar y contenido para consumir. Solo Roblox cuenta con 9,5 millones de desarrolladores y 24 millones de experiencias únicas y diferentes.
Productos, servicios e ideas, tangibles y no tangibles, igual que un artículo en una revista científica es un paper porque hacíamos separatas. Pero hace mucho que se ha reducido la impresión a mínimos inimaginables. Ahora no son tangibles, no los podemos tocar, pero podemos disfrutar de estos elementos como NFT, y esa va a ser la clave del metaverso en comunicación científica.
Prototipos de metaverso actuales, como Decentraland o Somnium Space, ya son una verdadera sociedad, con personas que los habitan, que interactúan, que intercambian bienes y servicios.
Cualquier sociedad, ya sea física o virtual, necesita una economía real, completamente funcional. Desde el principio de los tiempos, tras el trueque llegó la sal, y después la moneda, en el siglo VIII a. C.
Ese fue el verdadero comienzo de la sociedad. Todo lo que se cree dentro del metaverso en salud deberá tener un valor y un propietario, ya sea un individuo o una entidad, y este podrá venderlo, alquilarlo o regalarlo, siendo libre de derechos o limitando su uso. Así, un artículo creado por un autor podrá ser publicado en una revista, y el autor cederá todos los derechos a esta y la revista podrá permitir su lectura libre o cobrar por ello, o podrá permitir su distribución libre o cobrar por ella. Los NFT serán los productos, los servicios y las ideas. Los artículos, las conferencias, los documentales, las revistas, los cursos, los talleres, las guías, los protocolos, todo lo imaginable. Y la forma de pagar será la propia moneda del metaverso, su propia criptomoneda.
Ese será uno de los grandes motores del metaverso, el intercambio de bienes y servicios por criptomonedas. La posibilidad de prestar un servicio, cobrar por ello y poder adquirir otro. Y la posibilidad de trasladarlo al mundo real. Es la denominada metanomía. Actualmente, más de 2.500 millones de personas interactúan a través de sus teléfonos, consolas, ordenadores, y cada vez más altavoces inteligentes y Smart TV. Todo en entornos virtuales, viviendo e intercambiando dinero, haciendo que la barrera entre ambos universos sea cada vez más difusa.
Decentraland, desarrollado sobre la blockchain de Ethereum, es el primer mundo virtual abierto de propiedad de los usuarios. En este metaverso, los usuarios pueden construir, crear y explorar diferentes mundos virtuales de manera descentralizada. Decentraland cuenta con su propio token de gobernanza llamado MANA, que permite a los usuarios decidir sobre el desarrollo del metaverso. Además, cuenta con el token LAND, un NFT basado en el estándar ERC-721 de Ethereum. LAND permite a los usuarios demostrar y mantener la propiedad digital dentro del metaverso, haciendo posible la monetización. Actualmente mueve 100 millones de dólares en intercambios entre usuarios.
Y más adelante, cuando ya estén asentados la población y los servicios, entonces se empezará a comercializar el terreno, tanto en venta como en alquiler. Es muy probable que al principio todo sea alquiler, pero no tardará mucho en haber demanda de compra de terrenos. Hace poco, el fondo de inversión digital Republic Realm compró una parcela de tierra de Decentraland por 900.000 y construyó un centro dólares comercial.
Cualquier empresa o sociedad científica podrá alquilar un palacio de congresos para hacer el congreso internacional de cualquier especialidad, o alrededor de un congreso alquilar espacios para hacer eventos satélites, o una sala de proyección para emitir un documental etc.
Es el futuro, y no muy lejano. No podemos evitarlo. El tamaño del mercado del metaverso podría llegar hasta los 800.000 millones de dólares en apenas dos años, de cumplirse los cálculos de Bloomberg. La cifra es solo una muestra mínima de lo que nos estamos jugando en ese universo virtual y paralelo que se está gestando, y no podemos quedarnos mirando.