Redacción, Madrid.- Especialistas de la Sociedad Española de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) han querido recordar estos días las recomendaciones con la llegada del frío y alertar de algunas costumbres que aunque extendidas no son aconsejadas por los neumólogos. Como norma, comenta…
Redacción, Madrid.- Especialistas de la Sociedad Española de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) han querido recordar estos días las recomendaciones con la llegada del frío y alertar de algunas costumbres que aunque extendidas no son aconsejadas por los neumólogos. Como norma, comenta el doctor Gallardo Carrasco, especialista del Hospital Universitario de Guadalajara y miembro del área de estudio sobre infecciones respiratorias de la Sociedad, para protegerse del frío y del corolario de achaques a que nos dispone, conviene respirar siempre por la nariz y no por la boca. Además, un humidificador eléctrico puede hacer que la salud y la piel de toda la familia llegue íntegra al verano.
'Hay varias razones para comprender por qué el frío es un mal compañero para la salud', asegura el especialista. 'Por un lado, virus y bacterias se alían en un feroz ataque, gracias a que los pocos grados del ambiente hacen que revivan y reaccionen con más fuerza. Además -añade este neumólogo-, en esta época del año es cuando se suele llevar una vida más sedentaria y una alimentación menos rica en nutrientes, especialmente en vitaminas. Si a esto unimos los cambios bruscos de temperatura que se producen al salir de un local con calefacción y la sequedad que ésta produce en el ambiente de los lugares de trabajo, el campo de batalla ya está preparado a favor de los microorganismos. A no ser que se haga algo para evitarlo.'
El frío, explica este experto de la SEPAR, actúa sobre las mucosas de las vías respiratorias provocando en ellas un reflejo defensivo por el que los capilares se cierran. Como consecuencia inmediata, se altera totalmente la capacidad de nuestra nariz para filtrar, humedecer y calentar el aire antes de que penetre en nuestros pulmones. La calefacción acrecienta todo el proceso y repercute igualmente sobre las mucosas, resecándolas más.
Hay que prestar atención a los enfriamientos bruscos, que se producen al salir a la calle o al exponerse a corrientes de aire. Y lo más razonable es mantener la temperatura de casa a un nivel templado para acostumbrarse a ella y abrigarse al cambiar de ambiente.
Menos abrigados y peligro de calefacciones
Para sentir frío o calor, el ser humano toma como referencia su propia temperatura corporal: 37º C en condiciones normales. Cuando el entorno ambiental es muy frío, el sistema orgánico termorregulador genera calor mediante contracciones musculares o involuntarias -los temblores o `tiritonas´ más o menos intensos- y la constricción de los vasos sanguíneos cutáneos, lo que provoca palidez en la piel y un ahorro en la sudoración, asegura el especialista. Mientras el organismo lucha contra la bajada térmica externa, 'nosotros nos abrigamos y procuramos estar lo más cerca posible de un ambiente cálido. Sin embargo, no hay que exagerar tales hábitos. Hay que abrigarse ante el frío, por supuesto, pero sin exageraciones. No resulta aconsejable protegerse con demasiada ropa interior, pues con ello se oprime demasiado el cuerpo y puede obstaculizarse la respiración y secreción normales de la piel'.
Lo mismo puede decirse de las calefacciones, advierte el experto. El calor excesivo no sólo seca el ambiente, sino también el interior de los conductos nasales, al respirar aire caliente, 'con lo que se pierde parte de las defensas naturales del organismo frente a las agresiones externas'.