Redacción, Bilbao.- El número de alérgicos se ha duplicado en los últimos seis años en los países desarrollados. Si se mantiene esta progresión, se estima que en una década la mitad de los europeos sufrirá algún tipo de manifestación alérgica. Para invertir esta tendencia, la prevención se antoja como un paso crucial. Así se manifestaron los expertos en el encuentro organizado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en el Palacio Euskalduna de Bilbao.

"Con una adecuada información como base, en el futuro hay que ser más rigurosos a la hora de evitar la exposición a sustancias capaces de producir alergia y de promover hábitos saludables", apuntó el profesor Gunnar Johansson, ex presidente de la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI). A juicio del experto del Hospital Karonlinska de Estocolmo (Suecia), permanente candidato al premio Nóbel, "la alergia es una de las facturas del desarrollo".

Johansson es el codescubridor del hecho de que "la alergia está principalmente causada por un tipo especial de anticuerpos conocidos como IgE (inmunoglobulinas E). El organismo produce estos anticuerpos para atacar a los alérgenos. Si se eliminara completamente la producción de IgE del organismo, la prevalencia de alergias sería una décima parte de lo que es hoy", aseguró.

El experto confirmó que en la actualidad "se están estudiando experimentalmente anticuerpos anti-IgE. Son obtenidos por ingeniería genética en el laboratorio (a partir de ratones) e inyectados en los pacientes alérgicos eliminan la producción de los anticuerpos IgE humanos y reducen la sintomatología".

No es el único camino. El especialista asegura que "otros ensayos se dirigen a bloquear los productos que libera la IgE y que son responsables de la inflamación alérgica." Para el descubridor de la IgE, "la inmunomodulación podría ser aplicable en 5 ó 10 años, si bien sólo en casos severos en los que fracase el tratamiento estándar. Su manejo ha de ser cuidadoso, ya que todavía no sabemos qué consecuencias puede tener suprimir la producción de IgE".

Asegura Johansson que "si bien no existe un método infalible para prevenir la sensibilización frente a las sustancias del entorno, sí se contemplan diversas medidas pueden contribuir a ello. El estímulo de la lactancia materna o evitar las infecciones respiratorias infantiles mediante el cumplimiento del calendario vacunal o extremar la limpieza en el hogar son factores protectores.

La relación genética, complicada

La mejor profilaxis es, a pesar de todo, no exponerse al alérgeno (sustancia capaz de producir alergia). "Se pueden tener todas las papeletas para sufrir una reacción, pero ésta sólo se manifestará si la persona entra en contacto con la sustancia a la que es sensible. Es más barato intervenir sobre algunos de los factores medio ambientales capaces de desencadenar manifestaciones alérgicas que sobre, por ejemplo, la genética", sostiene el experto. El estudio de los genes que explicarían por qué unas personas son más sensibles que otras a padecer estos procesos es complicado.

Como señaló Johansson, se trata de una enfermedad en la que son más de uno de los genes implicados. "Podríamos llegar a identificar un gen que permitiera predecir un mayor riesgo de sufrir la enfermedad, pero sólo sería un gen potencial, ya que son los factores medioambientales los que hacen que esa potencialidad genética se desencadene".

La mayoría de los estudios persigue engañar al sistema de reconocimiento del organismo y evitar que éste alerte a sus productos defensivos, que son los que generan los síntomas.