Cada vez hay más personasque tienen "piel sensible",es decir, un tipo de piel fácilmentevulnerable a las agresionesexternas ante las quereacciona de un modo excesivo.Esta hiper-reactividad estádirectamente relacionada con laexcitación de las terminacionesnerviosas que afloran en las capassuperficiales de la epidermis.Según el tipo de piel sensibleque…
Cada vez hay más personas
que tienen 'piel sensible',
es decir, un tipo de piel fácilmente
vulnerable a las agresiones
externas ante las que
reacciona de un modo excesivo.
Esta hiper-reactividad está
directamente relacionada con la
excitación de las terminaciones
nerviosas que afloran en las capas
superficiales de la epidermis.
Según el tipo de piel sensible
que se padezca, puede
manifestarse con diferente sintomatología:
picores, tirantez,
sensación de calor o ardor y rojeces
o enrojecimiento.
No se asuste si una mañana
al mirarse al espejo observa
algo que nunca antes había
visto sobre su piel. De repente
puede ver a simple vista algunas
de las venillas que bañan
sus mejillas y las aletas de la
nariz. Su color rojo destaca sobre
la piel y su forma, como si
de las ramas de un árbol se
tratara, no pasa desapercibida.
Literatura a parte, estos filamentos
finos arborizados no
son más que pequeños capilares
que se han dilatado como
consecuencia del aumento de
la presión sanguínea en la zona.
Se conocen como telangiectasias
y delatan la presencia
de un problema estético muy
prevalente: la cuperosis Los tratamientos
actuales pueden hacer
que estas rojeces prácticamente
desaparezcan y también
ayudan a prevenir su aparición.
La cuperosis es crónica y
recurrente, pero eso no significa
que pueda hablarse de ella
como de una enfermedad. Aún
así, no se puede escatimar en
cuidados, pues si no le presta
todas las atenciones que merece
puede que con la llegada de
los 35 o 40 años de edad la situación
se complique y se convierta
en una rosácea, un trastorno
mucho más severo.
Da igual el sexo, hombres y
mujeres pueden acabar luciendo
un 'arbol' en sus mejillas,
aunque es más común entre las
féminas. La piel fina y sensible,
blanca, pálida y que se enrojece
con facilidad es su predilecta y
las mejillas y las aletas de la nariz
el lugar ideal para hacer acto de
presencia, aunque a veces llega
incluso a alcanzar la barbilla, el
cuello y el escote. La cuperosis
aparece en aquellas personas
predispuestas de antemano
genéticamente, pero necesita
un empujón que desencadene
toda la maquinaria que la pone
en marcha.
Desencadenantes
Este empujón puede proceder
del interior de nuestro organismo
o del ambiente que nos
rodea. Conocer los desencadenantes
es básico para poder
evitarlos. Los cambios bruscos
de temperatura que se producen,
por ejemplo, cuando pasamos
del frío de la calle a la
calefacción excesiva de un local
comercial, el azote del
viento intenso y los dos extremos
en el termómetro, el calor
y el frío, pueden provocar la
aparición de telangiectasias. La
radiación ultravioleta de la luz
solar también puede afectar
negativamente. Olvídese de
tomar largos 'baños' de sol y
proteja su piel a diario con
una crema con factor de protección
adecuado a su piel. El
calor excesivo que emana de
la calefacción y el contacto
con el agua muy fría es tan
perjudicial como pequeños
golpes en la piel o la presión
que ejercen las gafas sobre la
nariz y utilizar productos que
irriten la piel, como jabones,
puede ser también el comienzo
de todo.
Nada de especias, picantes,
alimentos demasiado calientes
ni alcohol y mastique
bien los alimentos, sin prisas.
Si no cumple con estas premisas
le sobrevendrán trastornos
digestivos que predisponen a
la aparición de este problema
tan molesto. El estrés, los cambios
hormonales, el tabaco y
algunas enfermedades, como
la hipertensión, la diabetes o
determinados problemas hepáticos
también son factores
de riesgo de este trastorno.
Cuidados diarios
Para tratar una piel sensible es
imprescindible, en primer lugar,
conocerla en profundidad
para aplicar un tratamiento
que responda adecuadamente.
Además de cuidar la alimentación,
la hidratación y tener
cuidado con la exposición
solar, es importante utilizar un
producto especialmente indicado
para el tipo de piel sensible
que se presenta.
Las pieles sensibles muestran
una especial intolerancia
a los productos cosméticos en
general, por lo que resulta necesario
utilizar productos especialmente
diseñados para su
cuidado. La formulación de estos
productos cosméticos debe
ser tipo hipoalergénica y
no comedogénica.
El frío perjudica especialmente
a las pieles sensibles.
Se enrojecen, se irritan y se alteran
con facilidad, por lo que
deben de estar más protegidas
que el resto. Lo más adecuado
es utilizar cremas de
día protectoras, nutritivas y
calmantes. Y cuando aparece
la cuperosis se deben emplear
cremas anti-rojeces que protejan
y refuercen la pared de los
capilares dérmicos, así como
la matriz de soporte de estos
capilares y además calmar la
irritación.
Una de las peculiaridades
de la piel con cuperosis es la
sensación de tirantez y disconfort.
La solución reside en
usar a diario una crema hidratante
que evite la sequedad y
forme un escudo protector
frente a las agresiones externas,
pues su fragilidad es tal
que no puede defenderse por
sí sola. Con una piel tan fina,
olvídese de los productos exfoliantes
o peelings y de rociarla
de sustancias potencialmente
fotosensibles, como los
perfumes.
Y no se olvide nunca de
protegerse frente al sol. Da
igual el tiempo que haga; incluso
lloviendo los rayos de sol
pueden alcanzar la piel y dañarla,
por lo que cuídese en
salud y use a diario una crema
de protección solar.
El maquillaje
No ha de prescindir del maquillaje,
aunque siempre utilizando
aquellos indicados para pieles
sensibles o cremas anti-rojeces
con color que, además de actuar
contra el problema de
base, ayudan a disimular las
'pequeñas ramificaciones enrojecidas'.
También puede recurrir
a los correctores de tono
que se presentan como maquillaje
fluido, compacto o barra/
stick. Pero para conseguir
una tez uniforme han de aplicarse
bien. Échese muy poca
cantidad y sólo en los sitios
que haya que camuflar. Use
los dedos o una esponja y no
lo extienda, sino que mediante
ligeras presiones difumínelo
hasta que consiga que se funda
con la piel.
Ponga especial cuidado a
la hora de desmaquillarse. Elija
siempre productos específicos
para pieles sensibles y trate la
piel con mucha suavidad.
Si tiene cualquier duda sobre
los cuidados que requiere
una piel con rojeces
pregunte al médico o al farmacéutico.
Ellos son los que
mejor pueden aconsejarle.