Neumonía, gripe, bronquitis y catarros empezarán a florecer
previsiblemente tras el paso de un frente frío que ha dejado nieve,
lluvias y un descenso brusco de los termómetros. Aunque el frío no es el
responsable directo de estas infecciones, en invierno los contagios
aumentan porque se incrementa la circulación de los virus respiratorios
y se debilita el sistema inmune. Además, las bajas temperaturas
favorecen la reunión en locales cerrados, lo que facilita el contagio,
según recoge el diario ABC en su edición del sábado, 11 de
enero.
El hospital madrileño 12 de Octubre registró durante el mes de diciembre
un aumento del 20 por ciento en las consultas de Urgencias por este
motivo, pero los expertos esperan que el «pico» se registre entre enero
y febrero. Por lo menos en lo que respecta a la neumonía (pulmonía en el
saber popular), la infección respiratoria que se considera más grave en
sus diversas variantes clínicas, que incluyen la legionelosis.Cada año
se registran en España entre 7 y 15 casos por cada mil habitantes, con
un índice de mortalidad que se sitúa entre el 5 y el 10 por ciento de
los pacientes que necesitan hospitalización. Ancianos, enfermos
crónicos y personas con defensas bajas, sin olvidar a los niños más
pequeños, constituyen la población de riesgo. «Es más prevalente entre
las personas mayores porque los mecanismos de defensa también
envejecen con la edad y, además, suelen coincidir otras enfermedades
que favorecen la neumonía», explica el doctor Antonio Torres, director del
Instituto Clínico de Neumología y Cirugía Torácica del Hospital Clínico de
Barcelona. La muerte puede surgir por insuficiencia respiratoria o
también por septicemia, causada esta última por el paso masivo de
bacterias a la sangre. Por eso resulta una infección peligrosa incluso
para personas jóvenes y previamente sanas.
Neumonía y bronquitis
La neumonía es una infección que afecta incluso a los alveolos, el
«cuerpo» del pulmón. En ocasiones resulta difícil distinguirla de una
bronquitis. «De todas formas, al auscultar aparecen una serie de
hallazgos que al médico le dicen mucho. Y la prueba definitiva es la
radiografía: cuando se ve lo que llamamos densidad agua en el alveolo,
en lugar de estar sólo ocupado por aire. Esto se debe a que los alveolos
se llenan de pus, consecuencia de la reacción de las células defensivas
del organismo», indica este neumólogo.
La neumonía es más grave que la bronquitis. Aunque ésta también
afecta a las grandes vías aéreas, no progresa más allá de los bronquios,
no llega a los alveolos. Los fumadores empedernidos son presa fácil de
las bronquitis porque hasta el 40 por ciento de ellos tienen los pulmones
habitualmente colonizados por bacterias, sobre todo por neumococo y
por Hemophilus influenzae. El índice de mortalidad se sitúa en torno al
10 por ciento de los pacientes que necesitan hospitalización. Los virus
también pueden causar bronquitis; por eso los expertos señalan que el
tratamiento con antibióticos en estos casos sólo está indicado cuando
se confirma que se trata de una infección de origen bacteriano.
«En cuanto a la prevención, son recomendables la vacuna antigripal y la
vacuna antineumocócica. La primera, porque resulta útil para prevenir la
gripe y también las infecciones bacterianas, al estimular el sistema
inmune -dice el doctor Torres-. Además, los virus también pueden causar
neumonía: el 18 por ciento de estas infecciones viene causado por el
virus de la influenza (gripe) tipos A y B. La segunda, la vacuna
neumocócica, es recomendable porque el neumococo es el principal
responsable de los casos de neumonía, entre el 30 y el 40 por ciento de
las adquiridas en la comunidad».
Gripe: lo peor está por llegar
El paso del temporal ha coincidido, además, con un momento en el que
el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica empezaba a notar un
repunte de la gripe. De momento, la actividad es baja o moderada y,
aunque empiezan a aumentar los casos en todas las Comunidades, los
expertos confían en que este invierno no sea especialmente duro. Los
virus que se han aislado pertenecen, casi en su totalidad, al virus tipo B,
el que produce cuadros más suaves. «Tampoco los casos europeos nos
hace pensar en una situación preocupante, pero la gripe es imprevisible
y la situación podría cambiar en cualquier momento», indica el doctor
Raúl Ortiz de Lejarazu, responsable del Laboratorio de la Gripe de
Valladolid, uno de los centros centinela.
Una buena noticia para las personas que se han vacunado es que la
infección gripal está afectando a personas que no se pusieron la vacuna
en otoño. Con una eficacia de más del 90 por ciento, «si el virus no
muta la inmunización es la mejor arma para combatir la gripe», asegura
el doctor José Gallardo, coordinador del grupo de Infecciones de
Neumomadrid. Cuando no se cuenta con ella, sólo sirven medidas
sencillas que también protegen frente al catarro común: lavarse las
manos con frecuencia, taparse la boca con un pañuelo al toser o
estornudar, evitar cambios bruscos de temperatura o huir de los
espacios cerrados.
Una combinación peligrosa
La gripe suele ser una enfermedad banal, pero también puede matar a
los organismos más deteriorados: por causar neumonía directamente o
por favorecer una neumonía por bacterias. Un estudio norteamericano ha
demostrado que causa el doble de fallecimientos de lo que se
sospechaba.
El trabajo, realizado por investigadores de los Centros para el Control
y Prevención de las Enfermedades, ha visto que en los años 90 había un
promedio de 36.000 muertes por gripe al año, frente a los 20.000 que se
registraron en décadas anteriores. El motivo no es tanto la agresividad
de los virus como el envejecimiento de la población, un grupo sensible a
las complicaciones gripales.