Pese al incremento de fondos dedicados a la lucha mundial contra el sida, la financiación contra esa terrible pandemia sigue estando muy por debajo de las necesidades, advirtió ayer Peter Piot, director ejecutivo del Programa Conjunto de la ONU contra el sida (Onusidad). En un informe publicado con motivo de la reunión de su junta coordinadora, se estima que en los países de ingresos bajos y medios se dedicarán este año unos 4.700 millones de dólares cuando en 2005 se necesitarán ya 10.500 millones y 15.000 millones en 2007, informa el diario ABC.
EE.UU y los países europeos han anunciado recientemente su intención de aumentar los fondos para el sida a través de cauces bilaterales y multilaterales y del nuevo Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y el Paludismo. Las promesas de contribución a este último alcanzaron la cifra de 4.600 millones de dólares este mes de junio: la mayor parte de ese dinero procede de los presupuestos de ayuda al desarrollo que conceden los países ricos y de recursos de instituciones filantrópicas. Si se hacen realidad los anuncios de aumento de sus contribuciones, implicarían un desembolso anual adicional de 1.200 millones de dólares para 2005, con lo que el déficit sería ese año de 5.000 millones. Según el informe de Onusida, el gasto asignado por Gobiernos, organizaciones internacionales, fundaciones y ONG se multiplicó por nueve entre 1996 y 2002 al pasar de 300 millones a más de 2.800 millones de dólares.
La vacuna, urgente
Por otra parte, veinticuatro investigadores de prestigio solicitan hoy en "Science" la creación de una red internacional de centros para la creación de una vacuna contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). El Nobel David Baltimore, uno de los firmantes, señala que la propuesta debería ser asumida con la misma prioridad que tuvo el proyecto Manhattan, creado en Estados Unidos para el desarrollo de la primera bomba nuclear. En esa misma publicación científica, un grupo de investigadores de EE.UU. describe el descubrimiento de un anticuerpo, aislado de un paciente infectado pero que no desarrolla el sida, que es capaz de detectar el VIH incluso cuando este virus cambia su envoltura externa. Este hallazgo podría abrir una nueva vía para diseñar un vacuna.