La mayor parte de los alérgicos
a ácaros debuta durante
los meses de otoño debido
a que en esta época del año se
dan las condiciones de humedad
y temperatura que necesitan
estos organismos para su
proliferación en el ambiente.
"Es característico que en estos
meses los alérgicos a ácaros comiencen
a manifestar los primeros
síntomas de esta enfermedad
o se presenten con más frecuencia
que en verano o primavera",
explica el doctor Tomás
Chivato, presidente de la Sociedad
Española de Alergología e
Inmunología Clínica (SEAIC).
El otoño y el comienzo de
las primeras lluvias determinan
el aumento de la humedad
ambiental, así como la puesta
en marcha de las calefacciones,
que ocasiona una menor
ventilación de las viviendas
por la llegada del frío. Ambos
factores favorecen que los ácaros
mantengan su ciclo vital y,
en consecuencia, se agudicen
las manifestaciones alérgicas
de esta enfermedad. El polvo
presente en las casas es la
fuente principal de alérgenos
de interior.
Según datos de la SEAIC,
cerca de dos millones de personas
en España podrían padecer
alergia causada por ácaros,
cuyos primeros síntomas
(congestión nasal, estornudos,
asma y enrojecimiento de la
piel) suelen comenzar a manifestarse
durante los primeros
cinco años de vida, aunque
pueden presentarse a cualquier
edad. Según el doctor
Ignacio Jáuregui, del Servicio
de Alergia del Hospital de Basurto
(Bilbao), "la predisposición
genética es un condicionamiento
fundamental para la
susceptibilidad a padecer enfermedades
alérgicas respiratorias
que, sin embargo, podrían
no llegar a manifestarse
en ausencia de exposición a
alérgenos ambientales como
los ácaros. Está establecido
que a mayor exposición alergénica
en los primeros años
de vida, existe más probabilidad
de sensibilización y de desarrollo
de asma alérgica, rinitis
y dermatitis atópica".
Aunque los ácaros del polvo
doméstico tienen una distribución
global, hay amplias
diferencias en el número de
ácaros en las distintas localizaciones
y estaciones.
La humedad condiciona el
número de ácaros capaces de
vivir en una casa, mientras que
la temperatura determina el
tiempo necesario para completar
su ciclo vital. El desarrollo
óptimo de los ácaros se produce
a temperaturas de 20-25°
con una humedad relativa del
75%. "El clima de Canarias,
con alta humedad ambiental y
temperatura constante (25-
28º) favorece el crecimiento de
estos microorganismos. Igual
ocurre en toda la zona costera,
el norte, la cornisa cantábrica,
Galicia y Levante", añade el
doctor Chivato.
Tratamiento
a tres bandas
La lucha contra la alergia a ácaros
ha de dirigirse a tres frentes
fundamentales. El principal, las
medidas de control ambiental
dirigidas, por un lado, a reducir
las poblaciones de ácaros (disminuyendo
la humedad relativa
y la temperatura) y, por otro
lado, a aislar, eliminar, desnaturalizar
o inactivar sus alérgenos.
"Estas medidas de control ambiental
constituyen hoy en día
uno de los tres pilares básicos
del manejo de la alergia a ácaros,
sumado al tratamiento farmacológico
y a la administración
de inmunoterapia con
extractos hiposensibilizantes
(vacunas alergénicas)", indica el
doctor Jáuregui.
Existen además unas recomendaciones
que pueden contribuir
a mejorar notablemente
los resultados del tratamiento
instaurado porque evitan el
crecimiento de este tipo de
ácaros: evitar la humedad en la
vivienda y mantenerla limpia,
de forma especial en el dormitorio
de la persona alérgica, favorecer
la luz solar, evitar peluches,
moquetas, alfombras y
otros objetos que acumulan
polvo fácilmente, utilizar aspiradoras
de alta eficacia y lavar
la ropa a alta temperatura.