Apenas hace unos días que
ha dado a luz y no se cree
que tenga entre tus brazos a
su bebé. Había imaginado este
momento miles de veces, pero
la realidad le está resultando
mucho más dura de lo que
imaginaba. Es tan frágil que
tiembla sólo con pensar que
pueda lastimarle, por ejemplo
cuando llega la hora del baño.
Todo son dudas. No sabe si sabrá
agarrarlo y le da miedo
que entre el agua, el jabón y la
suavidad de su piel se le pueda
resbalar. Pero no se preocupe
demasiado. Bastarán unos
días para que consiga la confianza
que necesita y para que
el baño de su bebé se haga un
sitio en su rutina diaria. Y es
que pronto se dará cuenta de
que el baño es la excusa perfecta
para que usted, su pareja
y su bebé se relajen.
Cada noche
Lo mejor es bañar al bebé todos
los días y, a ser posible,
por la noche antes de la última
toma y siempre a la misma
hora. El agua caliente y los mimos
le relajan y poco a poco
el baño se convierte en una
rutina a la que no podrá ni
querrá renunciar. Este momento
diario le aporta seguridad.
Pero, como con todo, no todos
los bebés son iguales y
puede que al suyo, más que
relajarle, el agua le desvele. En
estos casos no pasa nada porque
le bañe por la mañana o
en cualquier otro momento,
siempre y cuando sea antes de
una toma.
De todos modos, no pasa
nada si un día se salta el baño.
Es más, si a su bebé no le gusta
mucho el agua puede alternar
los chapuzones con un lavado
en el que sustituya la
bañera, al agua y el jabón por
una toallita húmeda. Tan pequeño
apenas se ensucia, excepto
la zona del pañal y
cuando vomita. El baño diario
más que una cuestión de higiene
es un momento reservado
para el contacto y lo importante
es que contribuya a
un momento placentero entre
usted y su bebé.
Hay mucha controversia
en relación a si hay que esperar
o no a que se caiga el cordón
umbilical para que los bebés
disfruten de su primer
baño. Hay médicos que aún
están de acuerdo con la ya
vieja tradición de no bañarles
y hay otros que no ven inconveniente
en hacerlo siempre y
cuando no se sumerja todo el
cuerpo, el baño no dure demasiado,
unos diez minutos, y
se seque y se cuide la zona
con suma delicadeza, pues la
humedad no es buena compañera
para el cuidado del ombligo.
Nuestro consejo es que
le pregunte a su pediatra y siga
sus recomendaciones.
Estar preparado
Entre las cosas que tiene que
comprar antes de que nazca
su bebé ha de incluir todo lo
que necesita para el baño. No
puede bañarlo en el lavabo, ya
el grifo es un obstáculo difícil
de solventar, ni en la bañera
habitual, porque es demasiado
incómodo y peligroso ya que
podría escurrírsele. Lo primero
que necesita, por tanto, es
conseguir una bañera especial
para bebés. En el mercado
existen multitud de modelos
pero, escoja la que escoja, ha
de comprobar que no tenga
aristas, que pueda moverla fácilmente
y que no le obligue a
inclinarse demasiado para bañar
a su pequeño; su espalda
se lo agradecerá. Las más habituales
son de plástico, flexible
o duro, cada una con sus
ventajas y sus inconvenientes.
Las primeras son muy cómodas,
porque el bebé queda
más encajado, pero es más fácil
maniobrar en las de plástico
duro. Las hay que se acoplan
en el borde de la bañera
grande, algunas que se colocan
en el fondo, otras que van
unidas a un mueble y que
cuando deje de necesitar la
bañera puede rellenar su hueco
con cajones, e incluso otras
con forma de cubo que recuerdan
al útero materno.
Otro elemento imprescindible
es la toalla para arropar
al bebé cuando salga del
agua. Procure que tenga capucha
pues los bebés pierden
mucho calor por la cabeza. Un
jabón neutro de glicerina, de
avena o blanco, una esponja
natural o vegetal y una crema
o leche hidratante completan
el equipo básico que ha de tener
siempre a mano a la hora
del baño. El champú no es
conveniente y lo recomendable
es lavar la cabeza con el
mismo gel de pH neutro que
utilice para el resto del cuerpo.
No olvide un cepillo de cerdas
blandas, con el que masajear
la cabecita del bebé mientras
lo peina, suero fisiológico para
desobstruir la nariz, gasas para
limpiar los pliegues de la oreja
y otras con las que, una vez
empapadas en suero fisiológico,
pueda lavarle los ojos.
Paso a paso
Lo primero y más importante
que ha de quedar claro es que
mientras esté bañando a su
bebé no puede dejarle sólo ni
un segundo, ni aunque llamen
al timbre o suene el teléfono.
Tenga siempre en mente que
basta con que haya muy poquita
agua para que un bebé
pueda ahogarse. Para no tener
que ausentarse asegúrese de
que tiene a mano todo lo que
necesita. Para comenzar el baño,
la temperatura ambiente
ha de estar entre 20 y 24 grados.
Con la habitación caldeada
y sin ninguna corriente de
aire, ya puede llenar la bañera
de agua, aunque no del todo,
sólo lo suficiente para que,
una vez sentado, le cubra hasta
las caderas. El agua ha de
estar caliente, entre los 35 y
los 36º. Para asegurarse de
que así sea lo mejor es que
disponga de un termómetro
de baño o emplee el viejo truco
de meter el codo (la mano
es un 'termómetro' menos fiable).
Si la nota templada ya
puede meter a su bebé poco a
poco en el agua; con su voz y
su cuerpo cerca se sentirá seguro
y, aunque los primeros
días es fácil que proteste,
pronto le encantará la sensación
que produce.
No puede meter y sacar a
su bebé de la bañera de cualquier
manera. Para que no se
le escurra, lo mejor es que use
las dos manos: una ha de colocarla
en la cabeza y los hombros
y la otra en las nalgas. Y
ya dentro del agua, para lavarlo,
sujete la cabeza y parte de
la espalda con una mano, de
tal forma que permanezca incorporado,
y con la otra lávele,
primero la cara y luego el
resto del cuerpo. Tenga cuidado
con los genitales, más aún
si su bebé es una niña. Lave la
zona de delante hacia atrás
para evitar que los gérmenes
que habiten del ano entren en
la vagina. La cabeza déjela para
el final y recuerde que no es
necesario lavarla todos los días,
con dos o tres veces por semana
es suficiente.
Tras 15 ó 20 minutos ha
llegado el momento de que
saque a su bebé del agua. Para
evitar que se enfríe, séquelo
rápidamente y con una toalla
con capucha amplia, seca
y caliente (un truco: puede
calentarla antes sobre un radiador).
Seque bien todo el
cuerpo y sobre todo ponga
especial cuidado en las axilas,
las ingles y el cuello, zonas
en las que la piel forma pliegues,
pues tienden a acumular
restos de suciedad y la humedad
persistente favorece
las infecciones. Una vez seco
ya puede aplicarle crema hidratante
y limpiarle los oídos,
la nariz, los ojitos y aprovechar
para cortarle las uñas.
Con su pañal limpio y su pijama
ya está preparado para
tomar su última toma y sumergirse
toda la noche en un
sueño feliz.
FUENTE: www.sacyl.es (La salud desde
el principio. Guía de salud maternoinfantil)
y www.zonapediatrica.com