A pesar de que a lo largo de nuestra vida caminamos el equivalente a cuatro veces la órbita de la tierra (3.755.600.000 kilómetros), los españoles seguimos sin prestar demasiada atención a los pies, una parte de nuestro cuerpo que no sólo nos permite andar sino que además carga con nuestro peso. Inconscientes, en cierto modo, de la importancia que tienen nuestros pies sólo lamentamos la poca atención que les hemos prestado cuando surge algún 'incómodo' problema.
El Estudio PODOSALUD, primer Estudio Nacional sobre Hábitos de Higiene y Cuidado Podal que se ha realizado en España, patrocinado por Faes Farma, ha servido para perfilar el verdadero alcance de las costumbres de los españoles en relación a la salud de los pies. Esta encuesta ha arrojado datos, cuanto menos, curiosos, por ejemplo, todavía hay quien sigue pensando que el mal olor es algo normal y no un problema que requiere tratamiento. Además, un significativo porcentaje de los encuestados, entre un 25 y un 35% según los casos, no se lavan los pies a diario, tienen o han tenido hongos en alguna ocasión, desconocen cómo cortarse las uñas correctamente, no toman ningún tipo de protección en piscinas, gimnasios y otros sitios públicos, tienen problemas de olor y exceso de sudor o no utilizan un calzado adecuado.
Consecuencias
Según Javier Pascual, del Departamento de Podología de la Policlínica de la Universidad Europea de Madrid, los problemas de las uñas, los juanetes y las deformidades de los dedos afectan al 15-30% de los españoles. Por su parte, una encuesta realizada por la marca de zapatos Clark concluye que el 75% de las mujeres españolas y el 50% de los hombres reconoce que padece o ha padecido a lo largo de su vida algún tipo de dolencia en los pies.
Lo normal es que estos problemas aparezcan con el paso de los años, pero una moda excesivamente centrada en la estética en la que, por ejemplo, el tacón se ha convertido en un símbolo de la feminidad, ha hecho posible que en ocasiones las dolencias se adelanten incluso dos décadas y chicas de 20 años ya sepan lo que es un juanete.
Los juanetes
La popularidad de esta dolencia es tal que se ha convertido en la deformidad más frecuente del pie, sobre todo en las mujeres. Reconocerlo es sencillo, ya que se trata de una clara protuberancia que aparece a un lado del dedo gordo. La causa de su aparición es fácil de comprender: si el dedo es excesivamente largo, poco a poco se va inclinando sobre el que tiene al lado, la articulación no encaja correctamente y se hincha, escenario ideal para que el juanete aparezca y se vaya haciendo más prominente con el paso de los años. También puede ocurrir que salga sobre el dedo meñique, lo que se conoce como 'juanete de sastre'.
Es habitual que padezcan juanetes varios miembros de una misma familia, ya que esta dolencia se debe a un defecto hereditario de la estructura del pie, por lo que lo que se hereda no es el juanete sino el tipo de pie.
El uso de zapatos estrechos que oprimen los dedos, como los de punta angosta o de tacón alto, predisponen a la aparición del juanete pero no es, como se creía, su principal, pero sí el motivo por el que las mujeres lo padecen más frecuentemente, agravado si además se pasa mucho tiempo de pie. También es frecuente que aparezca un callo sobre el juanete debido al roce de la piel contra el zapato.
Aunque hay personas que no sufren ningún síntoma, lo más habitual es que cuando el juanete esté ya muy avanzado se sienta dolor, sensación de ardor y, a veces, entumecimiento. Bursitis (inflamación sobre el saliente del hueso), úlceras y enrojecimiento son otras posibles manifestaciones. Si se vuele demasiado doloroso e impide calzarse adecuadamente y llevar una vida normal el tratamiento definitivo es la cirugía. Pero antes es necesario acudir a la consulta del podólogo, que será quien evalué si es necesario operar y, en ese caso, remitirá al paciente a un especialista en cirugía ortopédica y traumatología.
Al margen de la opción quirúrgica, no existe ningún tratamiento que haga desparecer el juanete definitivamente, pero sí algunas medidas para aliviar los síntomas, como el uso de zapatos de horma ancha y sin tacón alto y fundas o protectores de material blando disponibles en las farmacias. Además habrá que evitar permanecer mucho tiempo de pie y aplicar hielo varias veces al día para aliviar la inflamación. En manos del médico queda prescribir, si lo considera necesario, medicamentos antiinflamatorios o la utilización de determinados artículos ortopédicos.
Los callos
Las callosidades son el resultado de una fricción o presión sobre la piel; en el caso del pie, generalmente se debe al roce con el zapato o a un mal apoyo. El área afectada se endurece y se vuelve gruesa, escamosa y seca, produciendo dolor al ejercer presión sobre el hueso.
A simple vista es posible que se confundan con verrugas plantares. En caso de duda ha de saber que las verrugas duelen cuando se presionan desde los lados y el callo cuando se hace directamente contra el hueso.
La solución pasa por eliminar la causa de la fricción, por lo que es necesario sustituir el calzado inadecuado por otro que ajuste bien y garantice la salud de los pies. Al cabo de un par de semanas con el nuevo calzado, el callo suele desaparecer, pero mientras tanto pueden utilizarse elementos de protección de la zona, como parches almohadillados y anillos protectores disponibles en las farmacias. También existen fármacos de aplicación local para eliminar el callo, pero han de aplicarse con extremo cuidado para no dañar el tejido sano. Otra opción es ir eliminando poco a poco el callo con una piedra pómez tras el baño o acudir a un podólogo para que lo raspe con un escarpelo. De todos modos, antes de aplicar cualquier tratamiento es conveniente consultar con el médico o farmacéutico.
Si se trata adecuadamente es muy raro que aparezcan complicaciones pero, en algunas ocasiones, el callo puede infectarse o aparecer una úlcera, en cuyo caso el especialista tendrá que eliminar la zona dañada y prescribir un antibiótico. En cualquier caso, siempre es motivo de consulta médica inmediata si es diabético, presenta mala circulación sanguínea o si, estando sano, siente dolor, calor, enrojecimiento y secreción continua en la zona afectada.
Una buena salud podal pasa por acudir al podólogo periódicamente, y mejor cuanto antes, ya que es posible que en la infancia pasen desapercibidos problemas que, si no se tratan adecuadamente, pueden acarrear complicaciones con el paso de los años. Además, la mayoría de las molestias menores de los pies se pueden solucionar con una consulta al farmacéutico.